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“Naufragios de Álvar Núñez” en el teatro María Guerrero

Antonio González Aguayo
Antonio González Aguayo
Licenciado en Historia, Escenografía teatral y con estudios de periodismo. Escribo en diferentes medios digitales.
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análisis

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Hace unos días se estrenó en el teatro María Guerrero de Madrid, dentro de la programación del Centro Dramático Nacional, “Naufragios de Álvar Núñez”, de José Sanchís Sinisterra, una comedia inspirada en la procelosa expedición a La Florida y el periplo a pie de Álvar Núñez Cabeza de Vaca y otros tres supervivientes por Luisiana, Texas, Nuevo México y Arizona.

Según su directora, Magüi Mira: “En los años veinte del siglo dieciséis, con más testosterona que neuronas, zarparon de Sanlúcar de Barrameda cuatrocientos españoles que huían de la hambruna. Embarcados por la Corona y la Iglesia para descubrir la Florida, sembrar la Fe y traerse el Oro, descubrieron su ignorancia, vomitaron sufrimiento, sembraron la muerte y se ahogaron en ese gran error histórico que fue la Conquista. Sólo a cuatro no se tragó el mar. Cuatro que regresaron maltrechos pero con vida. Uno de ellos, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, escribió sus famosas Crónicas, historia con mayúsculas, a la que Sanchís Sinisterra pasa un duro cepillo a contrapelo. Comieron arañas, raíces, tierra, caballos famélicos, hubo canibalismo y mucha hoja de coca”.

Precisamente su autor, Sanchís Sinisterra, nos cuenta los difíciles derroteros por los que pasó esta obra hasta verse finalmente en las tablas: “Empecé a escribir el texto sobre 1979 o 1980; me parecía que la Conquista de América era un tema escandalosamente ausente en nuestra dramaturgia, y merecía ser recuperado. La escritura se aceleró en las vísperas de 1992, y estaba previsto que se estrenara en el Festival de teatro iberoamericano de Cádiz, dentro de un proyecto en el que estábamos involucrados autores de España y Latinoamérica. No me puse límites, por eso la obra tiene tantos personajes. El proyecto, finalmente, no cuajó, y el texto se quedó en el cajón”. Hasta que fue rescatado por Ernesto Caballero (ex director del Centro Dramático Nacional) y Magüi Mira.

El punto de partida de “Naufragios de Álvar Núñez”, según Sinisterra, “está en un libro: el relato autobiográfico que Álvar Núñez Cabeza de Vaca escribió al término de su primera aventura americana. Se narra en él la desastrosa expedición a La Florida emprendida en 1527 bajo el mando del gobernador Pánfilo de Narváez, y el cúmulo de infortunios que, por espacio de casi diez años, arrastra a Álvar y a otros tres supervivientes a lo largo de unos 18.000 kilómetros de tierras inhóspitas y climas adversos”.

Aunque el texto trasciende los meros hechos contados, ya que “nos induce a plantearnos la problemática de la alteridad, el fracaso de la relación con el Otro como paradigma de la conquista de América, de toda conquista y colonización, de toda tentativa de colonizar al otro, ya sea ignorándolo, negándolo, impidiéndole ser otro o destruyéndolo. Y el Otro es el indio americano, sí, pero también el norteafricano que emigra con su hambre oscura a la privilegiada Europa, y también la mujer que se mimetiza en objeto del deseo del hombre, y también aquel que merodea bajo tu ropa, aquel que susurra bajo tu piel”, escribe Sinisterra.

La obra cuenta con un extenso reparto: dieciséis actores. Son Nanda Abella, Pedro Almagro, Jorge Basanta, Olga Díaz, Karina Garantivá, Cruz García, Alberto Gómez Taboada, Lula Guedes, David Lorente, Pepón Nieto, Jesús Noguero, Rulo Pardo, Kike del Río, Muriel Sánchez, Clara Sanchis y Antonio Sansano. Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán firman la escenografía; José Manuel Guerra, la iluminación; Gabriela Salaverri, el vestuario; Jordi Francés, la música y el espacio sonoro, y María Mesas, el movimiento.

En definitiva, se trata de una obra brillante por su dirección, plasticidad de la luz, escenografía y juego escénico, y de similar complejidad narrativa que los anteriores textos de la “trilogía americana” de su autor, debido al solapamiento espaciotemporal, los cortes metateatrales de la acción y las digresiones frecuentes, que complican la puesta en escena y obligan a la recomposición mental un tanto personalizada del espectador. Estará en Madrid hasta el 29 de marzo.

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