Vivimos tiempos complicados. La penumbra se apropia, poco a poco, de espacios que antaño siempre y de manera natural estuvieron siempre propiciados por la claridad, cuando no por la transparencia. Además, cada vez se hace más patente la certeza de que tal situación, lejos de someterse a las providencias del azar, no hace en realidad sino responder a una suerte de planes absoluta y plenamente pergeñados por una realidad cuya esencia, si bien desconocida, puede deducirse al albor de las consecuencias que sus actos provocan.
Es en esta realidad, o por ser más precisos, en la incapacidad que para ubicarnos en la misma encontramos, donde reside la última fuerza de aquellos con los que íntimamente nos identificamos. Aquellos que ya en el Siglo XIX representaron una escenografía que cambió al mundo en lo tocante a lo físico (pues la Revolución Industrial cambió la escenografía del mundo al iniciar el proceso que hoy da sentido a nuestras ciudades); y que a la vez cambió a toda una sociedad, pues nadie podrá negar de manera razonable que los sentimientos y emociones que se prodigaron entre los que abandonaron el campo acompañados de su fuerza de trabajo, transformando ésta después en lo que habría de ser su prole, se identifican en con la actualidad promulgada para su desgracia por el sentimiento que nos inunda hoy a saber, el de la certeza de saber que por enésima vez, las herramientas políticas que hoy por hoy parecían haberse implementado en pro de lograr la consecución de mejoras durante decenios reclamadas; nos han sido nuevamente arrebatadas.
Incapaces de explicar por medio de los cauces habituales los motivos que puedan siquiera contextualizar la esencia de esta nueva debacle; bien haríamos en aplicar en la búsqueda de soluciones procedimientos no ya originales, que si más bien sorprendentes pues si bien no son nuevos, su aplicación en estas lides puede tenerse por novedosa al pertenecer los mismos a materias diferentes, y si se prefiere aparentemente inconexas al respecto de la materia que hoy nos ocupa.
Es así el vector una realidad procedimental cuyo uso habitual se corresponde con el propio de las Ciencias Físicas. Sin entrar en grandes consideraciones, diremos que el vector determina que el resultado final de una acción identificada con la fuerza, requiere tomar en consideración no sólo el punto en el que la misma se origina, afirmando igualmente que el resultado de la misma depende esencialmente del punto final sobre el que la mencionada fuerza incide.
Dicho así, la verdad es que puede parecer inconexo, o si se prefiere totalmente inconexo para con la temática hoy abordada, Sin embargo, si nos tomamos las molestias suficientes veremos que todo adquiere sentido cuando vemos que movimientos que se originaron hace cinco años, y que tenían el punto de partida en la plaza de Puerta del Sol; han terminado por incidir en otros lugares, digamos v
Pero si nos aplicamos con la obligada concentración, a saber la que se torna en indispensable para llevar a cabo el planteamiento y resolución de cualquier problema científico; veremos que ya en sus orígenes el movimiento presentaba peculiaridades cuya verdadera incidencia sólo resulta del todo comprensible una vez que al estudio de las mismas aplicamos el modelo vectorial. De hecho, sólo así podremos intuir el efecto que hoy produce entender lo que por 2013 eran meras anécdotas, muchas de las cuales podían resumirse en cuestiones tales como las que se producían al constatar que muchos de los que pasaban el día en Sol, abandonaban al caer la noche el lugar, eso sí, caminando hacia calles adyacentes en las cuales, ahora sí, poder tomar un taxi que les llevara a sus hogares, sitos muchos de ellos en lugares tan emblemáticos como El Barrio de Salamanca.
Se trata, sin el menor género de dudas, de cuestiones complicadas de exponer, y aún más difíciles de entender. Algo parecido ocurría en la Física cuando acudiendo a los medios hasta entonces existentes, había de asumirse la imposibilidad de explicar fenómenos que en la realidad estaban presentes, como podía ser el caso de el movimiento circular de un cuerpo. Es entonces cuando la toma en consideración de lo que se denomina par de fuerzas, nos permite explicar que un cuerpo sobre el que se aplican fuerzas, no sólo no se desplace, sino que rote su eje consumiendo energía, generando desgaste como corresponde a todo fenómeno que sufre rozamiento; pero eso sí, sin desplazarse en términos absolutos ni un mísero milímetro, por más que el movimiento, o la ilusión que del mismo se produce, nos tenga ocupados, entretenidos, durante todo un lustro.
Ocurre con la aplicación de el par de fuerzas, lo que ocurre con la mayoría de las cuestiones físicas: la mejor manera de entenderlas es mediante la interpretación de un ejemplo práctico.
Pongamos por ejemplo que tenemos un cuerpo, en este caso una ilusión, lo suficientemente grande como para acaparar las esperanzas electorales de varios millones de españoles. Una vez centrado en la Puerta del Sol ese cuerpo, lo sometemos por ambos extremos a la acción de sendas fuerzas iguales en intensidad, pero aplicadas en sentidos opuestos. La situación resultante es realmente sorprendente, no en vano el cuerpo, lejos de desplazarse, girará sobre su eje una y mil veces sin desplazarse un solo metro eso sí, pero consumiendo la energía procedente de las ilusiones de esos millones de, ya podemos decirlo, descendientes de un proletariado que una vez más van a experimentar la misma desazón que sus descendientes sufrieron hace más de un siglo.
Pero llevemos el experimento un poco más allá. Cojamos ese inmenso cuerpo teórico, y situemos su metafórico eje hasta ubicarlo en el Congreso de los Diputados. Repitamos ahora de manera literal la aplicación de fuerzas que antes hicimos, y veremos cómo el efecto es ahora si cabe más sorprendente, pues no en vano una lectura atenta de las cosas nos permitirá observar cómo fuerzas que en su momento se aplicaron con el fin de lograr el desarrollo de la Izquierda, se tornan ahora en condicionante indispensable para lograr el contexto favorable de cara a lograr la supervivencia y desarrollo de la Derecha. Y no se trata de un milagro, se trata del aprovechamiento de la ventaja en la que es pródiga el dominio de las magnitudes empleadas.
Se define magnitud como: cualquier cosa propensa a ser medida. Pues mucho cuidado, casi arte diría yo hay que ponerle, para explicar las mediciones llevadas a cabo por los que se alzaron con el poder hace cinco años criticando a personajes de sobra conocidos, que según ello cambiaron el pantalón de pana por el traje de etiqueta; para luego ser ellos los que abandonan la calidez de su barrio, para acabar viviendo en una urbanización de las afueras, que no de los arrabales, pues está bien comunicada y tiene vigilancia que garantiza la seguridad.
Pero tranquilos, no pasa nada. Cuando llegada la próxima cita electoral, el resultado de las nuevas izquierdas pueda explicarse aplicando el principio que afirma que la resultante de todas las fuerzas que presenta un sistema, es siempre igual a cero, seguro que encontráis las condiciones para definir un nuevo experimento en el que tales variables vuelvan a ser creíbles. No en vano seguís teniendo todo el tiempo del mundo, pues lo único que en Ciencia es infinito es la intensidad de la fuerza de la ilusión de la gente con la que tan burdamente jugáis.
