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Mañueco «está poseído» por el espíritu de Isabel Díaz Ayuso

El primer debate de las elecciones para la Junta de Castilla y León ha demostrado que los partidos políticos han dejado de ser lo que deberían ser y están cada vez más alejados de la realidad y de la ciudadanía

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Los sistemas políticos democráticos han sido los primeros en no entender cómo está evolucionando la humanidad. Se pretenden imponer modelos desfasados que apestan a naftalina a las realidades de la ciudadanía. En muchos casos, como ocurre en demasiadas ocasiones en España, los partidos políticos se convierten en multinacionales del discurso, del producto defectuoso y sólo miran a sus intereses particulares sin dedicarse a lo que deben hacerlo, es decir, trabajar para la ciudadanía, se esté en el gobierno o en la oposición.

Esa decadencia de los partidos democráticos es la que ha abierto una puerta que, tras la Segunda Guerra Mundial y la derrota del nazismo, parecía que había quedado cerrada, salvo, evidentemente, en España y Portugal que continuaron hasta la década de los 70 del siglo XX con dictaduras parafascistas. La falta de respuesta de los partidos políticos a las necesidades reales de las personas para defender lo que eufemísticamente se ha llamado «razón de Estado» pero que, en realidad, no es otra cosa que la defensa a ultranza de los intereses de los poderosos, de los que gobiernan de verdad sin necesidad de recibir la aprobación por parte de la ciudadanía, es lo que ha abierto realmente la puerta a la extrema derecha. De este hecho es más responsable la izquierda que la derecha.

Ayer se celebró el primer debate para las elecciones de Castilla y León y se volvió a demostrar que los representantes de PSOE, PP y Ciudadanos se metieron en harinas que no concernían a lo que realmente están reclamando los castellanoleoneses de sus representantes políticos. Por otro lado, también quedó claro que Pedro Sánchez y su gestión política son el peor lastre para el Partido Socialista, puesto que está dando munición suficiente a las formaciones de la derecha y de la extrema derecha para arremeter, desde la razón o desde el bulo, contra un partido que lleva en sus siglas la palabra «socialista» pero que defiende los postulados de la neo-socialdemocracia que, en realidad, es un remedo liberal con cierta pelusilla progresista.

Todo indicaba que iba a ser un «todos contra Mañueco», y así fue, pero el actual presidente de la Junta de Castilla y León se defendió lanzando balones contra Pedro Sánchez, es decir, la misma táctica que Isabel Díaz Ayuso y en unos términos similares. Por esta razón, alguien podría pensar que Mañueco ya está poseído por el espíritu de la presidenta de la Comunidad de Madrid y su discurso populista. La realidad es que, incluso, Mañueco llegó a tener tintes autoritarios cuando afirmó que «el Gobierno es del presidente y quien lo ha presidido he sido yo». El PP siempre tiene ese ramalazo patrimonialista del poder y, cuando se ven acorralados, no pueden ocultarlo.

Respecto al candidato del PSOE, Luis Tudanca, tuvo que lidiar con el lastre que supone la gestión de Pedro Sánchez porque cualquier propuesta que hiciera, y en el debate hizo muchas, se encontró con la comparación con lo que está haciendo el actual Ejecutivo y, ahí, Tudanca siempre salía perdiendo porque ni siquiera Aznar tuvo un rechazo popular como el que está teniendo Pedro Sánchez. En consecuencia, Mañueco consiguió su objetivo y ocultó lo propuesto por el candidato del PSOE en los errores de Sánchez. Es la misma estrategia que Ayuso aplicó en su campaña electoral. Entonces funcionó.

Políticamente Luis Tudanca fue el más completo y el más propositivo, pero volvió a caer en el mismo error de la izquierda en las elecciones de mayo de Madrid: focalizar una parte de su discurso en intentar meter miedo sobre la llegada de la extrema derecha a las instituciones. Esto es una visión errónea, puesto que Vox ya es un partido que está institucionalizado y tiene un techo electoral. Sin embargo, citarlo de manera recurrente lleva a que, gracias a la estrategia del Partido Popular de llevar los comicios regionales a la política nacional, los indecisos y los descontentos llenen las urnas de votos a la extrema derecha.

Por su parte, Francisco Igea volvió a demostrar que Ciudadanos es un partido en extinción. Buena parte de la ciudadanía que votó en 2019 a Ciudadanos se marchará por el grave error que supuso el perpetuar el poder del PP en Castilla y León en vez de apoyar un gobierno de coalición con el PSOE.

Una foto de la agencia EFE es simbólica respecto a la situación de Ciudadanos, no sólo en estas elecciones, sino en general. Francisco Igea está en el atril del debate en su casa, dado que no pudo participar personalmente por estar enfermo de Covid. El operador de cámara se encuentra vestido con la EPI. Así es cómo ve el pueblo español al partido naranja, con todas las precauciones posibles.

El debate entre Mañueco e Igea se centró en quién gobernó mejor antes de la ruptura de la coalición, en reprocharse errores y sin ofrecer propuestas reales.

En consecuencia, tras este primer debate se puede llegar a la conclusión de que Mañueco sigue partiendo como máximo favorito para gobernar la región hasta el 2023 o se corre el riesgo de que vuelvan a repetirse los comicios, miedo que, evidentemente, favorece al candidato del Partido Popular.

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