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Los truncados, proyectos de vida desperdiciados

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análisis

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La modernidad de la global mundialización ha puesto en movimiento a una cantidad enorme de seres, algunos en la búsqueda de oportunidades, otros huyendo de las tiranías y de la violencia, todos desplazándose de su lugar de origen, muchos dejando sus países.

Forasteros, fuera de lugar y de ninguna parte

Seres despojados de sus modos de supervivencia, de su libertad y unos casos como los recientes de Nicaragua, de su nacionalidad. Miles se quedan atorados en las zonas fronterizas, sea en campos de refugiados, en viviendas improvisadas o en la indigencia. Son parte de lo que Zygmunt Bauman en “Vidas Desperdiciadas” culpa al diseño, el modelo y al plan estructural de las sociedades occidentales de producir cada vez más víctimas, seres residuales (los llama) sin lugar en el país donde se encuentran, con la sensación de no ser útiles, de estar en el limbo, dependientes de la ayuda humanitaria. Forasteros, fuera de lugar y de ninguna parte. La mayoría sin retorno, sin proyecto de vida. Millones de estos seres dejan atrás significados palpables en; la tierra, la aldea, la villa, el pueblo; pierden a su familia, trabajo, casa, bienes; dejan su nicho eco-social; territorios y pueblos fantasma, vacíos de nadie.

Miles tuercen su dignidad y la vida por masacres tribales, por guerrillas, por los cárteles, por milicias oficiales y mercenarias. Con ellos y los desplazados dentro de su propio país aumenta el desempleo, los marginados, la economía informal y el almácigo para bandas criminales. Según S. Czarnowski son temporalmente “declassés” sin estaus social definido, superfluos según la producción material. Para P. Baran serán parte de los excedentes de la economía.

Aquellos con capital intelectual podrán acomodarse a su nueva realidad, enriqueciendo la cultura del país receptor en las artes, la ciencia, la tecnología, el deporte, como le ha pasado a México desde que recibió a los refugiados españoles primero y miles de otros países. Nunca sabremos cuántos talentosos se quedaron en el camino, pero los que logran el éxito son verdaderos ejemplos de vida.


Bauman pone atención en los refugiados y en los migrantes (como él lo fue) que cuando llegan al país que los recibe son incapaces (la mayoría) de desempeñar funciones de utilidad. El país receptor no tiene la intensión de incorporarlos socialmente. Se convierten en “no aptos”, “fuera de lugar”, “excedentes”, “inadaptados” “indeseables” “ilegítimos”. Son los Seres superfluos de M. Postone en “Tiempo, Trabajo y Dominación Social”, dedicados al tiempo improductivo, de C. Marx en los Grundrisse al tiempo de trabajo “superfluo”. Ser residual, superfluo, es innecesario para los otros que no lo necesita, que pueden arreglárselas sin él, sin razón de utilizarle, ni justificación para su reivindicación al derecho de pertenencia, de estar ahí. Su destino, en el mejor de los casos, es subordinarse al ejército industrial de reserva listo para reciclaje, para romper huelgas, para hacer trabajos despreciables, indignos, riesgosos o insalubres para los residentes. El refugiado, dice B. Brecht, “es un mensajero de la desgracia” de lo que está podrido en alguna región.


Del flujo de personas migrantes, refugiados y/o asilados, los niños, los adolescentes y los jóvenes tendrán un nuevo proyecto de vida distinto al de sus familiares. Aun así, no escaparán a ser tratados de parásitos e intrusos; capaces de intrigar, estafar, robar, matar. A algunos se les acusará de aspiracionistas con pretensiones injustificadas e inmerecidas y de pecar de arrogantes. Los adultos podrán reorientar su plan, particularmente los cerebros fugados y los profesionistas con variantes a su práctica en su país de origen, lo lograrán. La mayoría se incorporará a una vida alternativa a la economía, al ejército industrial de reserva. Categoría marxista trabajada por J. M. Keynes, M. Kalecki, P. Baran y P. Sweezy y otros, que en su interpretación fundamental argumentan que el desempleo debe explicarse políticamente como efecto del poder de los capitalistas sobre los trabajadores.

Son escasos los humanos que tiran de su guía de vida, tal cual lo imaginaron

A los capitalistas no les interesa el pleno empleo porque con el desempleo aumentan su poder de negociación y del control salarial. Ojo, en México, la educación superior está creando un ejército de reserva profesional, debido al desempleo y por los bajos salarios de sus egresados. Si a esos conjuntos de seres sumamos los que viven en la miseria, en la pobreza, en la marginación, tenemos que son realmente pocos los que pueden elaborar y concretar un proyecto de vida, porque la gran mayoría carece de lo fundamental para realizarlo: La libertad. De manera, que son escasos los humanos que tiran de su guía de vida, tal cual lo imaginaron.

En este grupo selecto están los prodigios, los sabios, los virtuosos, los talentosos. En los últimos gracias a:

a) ser dotados física biológicamente con capacidades extraordinarias para el deporte, la danza, el canto, la cata

b) que poseen una capacidad cognoscitiva superdesarrollada para la percepción, la memoria, el análisis, la lógica, el cálculo, la síntesis

c) ser creativos para las artes; y

d) los influyentes filósofos y humanistas.

En estos grandes grupos es fácil identificar por el mundo a unas 4000 personas que en los últimos 100 años han realizado aportaciones más allá de su frontera de origen.

Los prodigios, los sabios y/o los superdotados crecen con una vida prefigurada muy diferente a los que nacen con un programa diseñado hereditariamente por pertenecer a la nobleza o al mínimo grupo de 3 mil millonarios existentes. En el otro extremo, un conjunto de la población mundial (más de mil millones) sobreviven preocupándose por el día siguiente, a veces pasan 2 o 3 días sin comer o beber agua. Un grupo mayor a este (3 mil millones, o más) sigue un patrón de vida dictado por la acumulada experiencia generacional integrada a una matriz de disposiciones que funcionan en la percepción, apreciación y acción individual que a la vez refuerzan a la conciencia colectiva. Arreglos que son aprendizaje para el accionar, orientando su reproducción y la tendencia a preservarlas, a justificarlas por ser esencia original y legado. Es la gramática generacional en términos de N. Chomsky, que se despliega espontáneamente. Es una intensión en disimulo, dormida para tomar decisiones en automático.

G. Ascombe habló de una orden en la mente que la persona acata cada vez que una acción intencional es ejecutada. El individuo porta un saco de posiciones listas a practicar; esquemas, rituales, reglas, mitos, juegos, roles, gustos, embustes y vísceras muy difíciles de cambiar. Una lógica arraigada sea por la precariedad, el temor y la ignorancia. En consecuencia, su actividad cotidiana son repeticiones y sus decisiones mecánicas imitando conductas ajenas. Se puede decir que no escoge sus cursos de acción y de relación, a pesar de que cree que lo hace y defiende ante cualquier argumento. Esos primeros 4 mil millones de seres tienen libertad. Los primeros mil, atados a la necesidad cotidiana, al instinto biológico y junto con el resto no tienen el segundo requisito; alternativas para tomar decisiones de proyección más allá de su medio.

Hay un grupo de seres (entre clases medias y ricos, cerca 4 mil millones) que, gracias a la educación, a las técnicas y al trabajo, pueden adquirir una movilidad social ascendente, se plantea lo que desea ser, hacer, donde estar y pertenecer, que toma las riendas de su existencia en aquello que nutre su vocación. K. Jaspers «consciente de su libertad, el individuo quiere llegar a ser lo que puede y quiere ser«. Traza en su destino un modo de llenar su vida, de realizarse en algo que le da trascendencia. En J. G. Fichte “yo no soy un ser ya hecho, sino que soy aquel que yo, en mi mismo, me hago.

Para S. Kierkegaard la libertad no es absoluta, las decisiones no siempre se cumplen en la realidad porque el humano depende de los otros y de las cosas. Para J.P. Sartre ser libre no significa “obtener lo que se quiera, sino determinarse a querer elegir por sí mismo”. Si bien la libertad es una fortuna, no significa poder alcanzar esto y aquello, como ansiar ser astronauta donde ni se cursa astronomía. Desde M. Heidegger se le otorga importancia a ese proceso “proyectivo” del yo interno, del poder ser en el tiempo, de dibujar una posibilidad de existir en el mundo. A. Adler, A. Maslow y L. Bozhovivh hablan de tal proceso en la búsqueda del sentido de la vida del sujeto como producto de la interacción con su entorno social, coexistencial con los que le reconocen su existencia. Debe valerse de ellos y de las cosas para alcanzar sus fines. Igual las cosas y los otros pueden reventar su proyecto de vida. Para C. Rogers, V. Frankl, P. Lawton et al, tal proyecto parte de una motivación donde la; posición social, capacidad cognitiva, salud biofísica y mental y el sentido de la vida son partes que interactúan interdependientemrnte en su realización. Para O. D́Angelo en la construcción del plan de vida se afirman las decisiones claves de la persona que supo observar, interactuar y visionar. Del Corán “si no sabes a adónde vas cualquier camino te lleva allá”. Vuelvo a Sartre, “somos una libertad que elige”, que además de proyectivos somos estimativos, con una herencia conceptual que limita el pensamiento y a veces el conocimiento, por ende, al enriquecimiento de la capacidad lógica fruto de la racionalidad necesaria para la toma de decisiones, la acción y la reacción. De la información concluimos, decidimos una ruta de las posibilidades existenciales que ofrece nuestro medio social. De tales opciones preferimos las que den sentido a nuestra vida, porque “valen” para nosotros. Esta decisión es íntima, libre, a veces radical por el marco contingente o situacional de entorno.

El proyecto de vida

El proyecto de vida se gesta entre la adolescencia y la juventud temprana, en esa etapa los jóvenes deben desarrollar una habilidad para vivir de ella. La vida escolar auxilia y les ayude a tejer un sueño, de imaginar, de crear y diseñar opciones posibles. Dijo Hesíodo, la educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser. Debe quitar niñerías como la de querer ser millonario, o poderoso politico. En el sistema escolar debe haber una orientación vocacional desde la secundaria, fortalecerla en el bachillerato y en este nivel, presentar al educando horizontes posibles de vida, ayudarles a elaborar un proyecto. Actividad ausente en el currículo, porque en México en esta etapa no se analiza el repertorio de acciones que el sujeto dispone para confrontar profesiones saturadas, obsoletas y devaluadas en escenarios donde pretende explayarse. No se valoran los factores psicoemocionales del alumno relacionados a su posible ambiente laboral. Mucho menos como jeraquiza sus valores éticos que influirán en la calidad de su elección vocacional asociada a la posible aportación profesional. Las escuelas no practican la teoría psicogenética y la del conocimiento de J. Piaget; la sociocultural de L. Vigotsky y la del aprendizaje significativo de D. Ausubel. Hace falta más pedagogía que otra cosa.

El proyecto de vida se les deja a los padres, al vaivén de las de experiencias conocidas y a influencias de internautas. La juventud encuentra personalidades a emular de esos entornos donde las redes mass media juegan un rol determinante, conformando su identidad, superando a veces los esfuerzos de la vía educativa y familiar. Preocupa que entren a una vida sexual activa con secuelas de enfermedades o de procreación. Que se claven en las drogas, que sean víctimas de violación y de los cárteles dejando estudios truncos. Aunque la mayoría termina realizando su proyecto queriendo lo que hace, además de hacer lo que quiere. Sin embargo, varios pierden el camino por incapacidades somáticas, por accidentes de todo tipo, por dudas existenciales deciden mal, andan del tingo al tango de una escuela a otra, en bretes, perdiendo el tiempo y recursos. Para algunos, después de un tiempo, su carrera ya no es de su agrado, la vida laboral poco se apega a lo estudiado y observa decisiones sin sentido, entonces busca precisar su vocación. Por dicha existen los posgrados en auxilio para reformular su proyecto de vida. Otros logran armar uno alternativo que les otorgue una razón de ser, pensando retomar su proyecto original más adelante. Los que no pueden corregir terminan subempleándose, son los todoterreno y, varios se frustran, deprimen, caen en el resentimiento, la resignación o una combinación de estas patologías.

El auténtico proyecto de vida se ejecuta con regularidad por tiempo prolongado, pudiendo abarcar toda la vida con resultados positivos a satisfacción y felicidad. Un concertista, un pintor o un escultor activo a más de 65 años, si por algún motivo pierde una mano, se trunca su proyecto de vida mientras la mayoría a esa edad ya está jubilada. El proyecto es único, el ser va haciendo micro o subproyectos que confluyen en aquel y le ayudan a realizarlo. Una actriz puede participar en varios proyectos de actuación, pero su plan es la de ser artista. Son raros los sujetos con dos proyectos diferentes simultáneos, como vivir de tocar el piano y de las auditorías, ser tenista y magistrado, ser bailarín de ballet y chef reconocido. El político-empresario su proyecto real de vida, es el lucro o cosa parecida. Formar una familia es un proyecto que se plantea por la mayoría, en todas las culturas, tener un oficio con beneficio, es determinante para conseguirlo.
El proyecto de vida puede frustrarse, sufrir tropiezos o retardos, por causas imputables a la persona, a causa de los otros y de las cosas o, por accidente. Pero es la otredad quien afecta al sujeto en el aspecto psicológico, biológico, bienestar y cotidianidad, es la causante del daño que debe reparar. En esta última parte del ensayo trato de argumentar de cómo uno de cada dos seres del mundo que tiene la oportunidad de elaborar un proyecto de vida en libertad, con oportunidades, con un arreglo racional de decisión y sin amenazas latentes de los otros; se le trunca y revienta. La mitad de humanidad no logra hacerlo porque es víctima del sistema, de los Estados canallas que los considera residuos, no son su responsabilidad por ser migrantes o refugiados. Un delito de lesa humanidad, un crimen de Estado perseguido a veces por guerras o en masacres por gobierno envilecidos.

Hay casos donde no se reconoce ni dignifica a colectivos por la destrucción de su proyecto de vida; los Sem Terra de Brasil, los cocaleros y mineros de Bolivia, los piqueteros de Argentina y grupos de Perú, Chile, Ecuador, México, etc. etc. A grupos indígenas con voluntad de mantener tradiciones, saberes ancestrales en estrecho vínculo espiritual con su tierra que sobrepasa a la importancia productiva. El daño a las esperanzas, a su visión espiritual y a la imposibilidad a recurrir a sus medios materiales o inmateriales debe ser reconocido como un daño colectivo, ocasionado por empresas o por el Estado. La reparación del mismo a la comunidad afectada debe dignificarla en su totalidad. Igual los desplazados por la violencia en sus territorios, reventándoles el tejido comunitario, alterando proyectos de vida personales, familiares y comunitarios. Si uno de los pilares de una familia muere quemado en una estación migratoria, en una oficina o vehículo del gobierno, se daña al proyecto familiar. Los niños de la calle y jóvenes ejecutados por la policía y/o militares, los estudiantes encarcelados por sus ideas políticas, son casos trucados en sus proyectos de vida y de sus familias por un Estado que estando obligado a su protección, incurre en la omisión de brindarles condiciones para su realización, además no erradica prácticas sociales destructivas.

La discriminación por género

Hay un daño colectivo de género por estigmatización, discriminación, violencia sexual, desigualdad, inseguridad y por la reproducción de patrones socioculturales que ubica a la mujer en un estrato social desvalorado. Aquellas víctimas del machismo ancestral, del sicariato, por la trata, por las fuerzas de seguridad que pasan por el lugar. Mujeres asesinadas, desaparecidas, marcadas con ácido, con cortes, con fierros ardientes, vidas truncadas por feminicidios que impacta a una comunidad, a una región. La violencia sexual les crea una brecha entre lo que imaginaron y desearon, con lo que realizan llevándolas a permanente frustración, impactando su autoestima y percepción de la vida. Y si hubo un embarazo por tal violencia, el impacto negativo en el proyecto de vida es mucho mayor, aun cuando haya sido imaginada la maternidad como sentido a su existencia. Tal hecho genera culpabilidades propias y de la familia que se sostienen en el tiempo. Las que pueden migran de su comunidad por el estigma sobre ellas afectando sus vínculos, confrontan una violencia simbólica que las culpabiliza y expone a más violaciones. Desvalorización, que algunas internalizan, no logran reconocerse, ni visualizar su potencial a pesar de la experiencia traumática y la vida que llevan. El Estado deber hacer más, no solo dar apoyo psicológico para borrar la huella traumática de la víctima. Esta mirada gubernamental parcial, solo la revictimiza y la sigue violentando.

Tales afectaciones, individuales y grupales no son abstractas; deben ser reconocidas en el Derecho, igual la obligación del Estado de una reparación integral. Ricardo Flores Magón tenía entre sus ideas “hacer un ser más humano con derecho a gozar y a vivir, a romper los obstáculos que se oponen a tal derecho”. Igual citar y repetir a Walter Benjamin “únicamente por aquellos que no tienen esperanza, nosotros debemos tenerla”. Proteger el proyecto de vida, el destino de la persona en igualdad y con justicia es objetivo del Derecho. Los que crean, interpretan y lo aplican, además de reestablecer las condiciones normativas para la vida comunitaria, ya se ocupan en incorporar el “daño al proyecto de vida” al Derecho en referencia la jurisprudencia supranacional existente. Desde hace unos 30 años el daño al proyecto de vida es reconocido por las Cortes Internacional de Justicia, por la Interamericana de Derechos Humanos y por varios países. Surgió como doctrina (en los años ochenta) de las reflexiones al profundizar, desarrollar y regular el “daño a la persona”, nacido en Francia, que en Italia se dividió en 3 categorías: daño biológico (psicosomático), daño moral (flagelo) y daño existencial (de efectos no patrimoniales que no son daños morales). El “daño existencial” como tercera categoría se incorporó al iniciar los noventa gracias a la aportación de Paolo Cendon. El peruano Carlos Fernández Sessarego, el gran promotor del daño al proyecto de vida en las Américas, dijo que la noción de “daño existencial” es inútil, pues “en el fondo tiene el mismo contenido que el daño psicosomático”.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha dictado varias sentencias contra estados latinoamericanos por las violaciones a tal proyecto, estableciendo criterios que siguen unos países latinoamericanos (Argentina, Chile, Colombia, Perú, Uruguay y otros) reconociendo los delitos que impiden el logro de metas relacionados con la realización del individuo y de sus ideales. Que truncan el destino de la persona y le hace perder el sentido de su existencia. Las sentencias de La Corte alinean la jurisprudencia en la reparación por tal pérdida de medios existenciales que originan el menoscabo, la limitación o retardo en el desarrollo y despliegue del proyecto de vida. La CIDH asocia al concepto de realización integral personal sustentada en las opciones que el sujeto puede tener para conducir su vida y alcanzar lo que se propone. Estima que en tal proyecto están en juego los valores existenciales de ser, hacer y estar del sujeto dentro de, una expectativa razonable y accesible acorde a sus potencialidades. Señala que tal daño cambia drásticamente el curso de la vida, implica la pérdida difícilmente reparable de oportunidades de desarrollo personal y/o familiar.

Este daño radical infringido anula el proyecto de vida, puede crear un vacío existencial guiando a la persona a la depresión, a la adicción a las drogas, al límite del suicidio. Este truncamiento trae como consecuencia que no pueda vivir de los ideales que escogió para orientar su vida y se le condiciona injusta y arbitrariamente, incluso violando normas por el poder público, a tomar una vía descartada. La CIDH reconoce el daño al proyecto de vida como categoría autónoma de daño inmaterial contiguo al daño moral. Se trata de un daño que incide en «alterar la libertad y las condiciones de la existencia” en relación con diversos escenarios como; parar una carrera profesional, marcar la cara de una actriz, a cualquiera ocasionandole un daño estético, difamar a una persona con mentiras y argusias causando un daño psíquico, cortarle un pie a un joven futbolista no solo daña a su salud sino su proyecto, que un grupo asociado vete a alguien en el acceso a oprtunidades, no solo es daño moral. Estos y otros casos bajo el concepto de daño a la persona podrían repercutir en dañar el proyecto de vida de alguien, de un grupo o una familia. Así que pueden convivir varios de estos daños simultaneamente, pero ninguno sustituye el daño al proyecto de vida que suele prolongarse en el tiempo más allá del momento en que cesa la aflicción por la maldad ocasionada al sujeto.

El «daño moral» no tiene que ver con alteraciones de condiciones de la existencia sino con la aflicción subjetiva de la víctima indemnizada generalmente como perjuicio mediante el registro del precium doloris. Si bien se agravian los principios morales de alguien, las consecuencias de este daño, incluso puede robustecer y reafirmar las ideas de la misma, como ha pasado con ideólogos y humanistas. La noción de “daño moral” es utilizada como “cajón de sastre” para incluir ahí los daños a la persona, que la jurisprudencia y la doctrina de un país no consideran patrimoniales pero que inciden en su proyecto personal. Dicha noción, por comodidad o pereza intelectual, está muy arraigada en la cultura jurídica mexicana pero el ausente concepto “daño al proyecto de vida” espera su lugar. México tiene más escuelas de derecho y colegios de abogados que cualquier país latinoamericano, que superó la visión del daño moral, con tendencia a eliminarlo o sustituirlo por daño al proyecto de vida. Será porque en México solamente tres de cada diez egresados ejercen la profesión de abogado, el resto se dedica a otra cosa, obtiene una plaza en el servicio público o se hace funcionario en uno de los tres poderes y/o del gobierno a cualquier nivel. Algunos así crean imagen de juristas. De los tres que llegan a ejercer la abogacía, solo uno litiga (según I. Escobar y E. Cánovas) los otros tramitan, gestionan y negocian en los vericuetos de las leyes usando el influyentismo o aceitando la carreta de la corrupción y/o de la impunidad. En tanto, varios tratan de resolver los problemas y laberintos burocráticos que ellos crean. Uno que otro hace aportaciones al Derecho y a la Justicia.

El daño al proyecto de vida no corresponde a la afectación patrimonial derivada de los hechos como sucede en el «daño emergente». Ni en relación al «lucro cesante» que alude exclusivamente a la pérdida de ingresos económicos futuros. El daño al «proyecto de vida» afecta la realización de una persona, de su familia o de su comunidad; trunca la trascendencia espiritual, afecta sentimientos y aspiraciones; orilla a discernir otras rutas, tomar caminos sinuosos, a coartar sus ideas y expresiones (cognoscitiva-intelectual-creativa), afecta libertades y por lo anterior, afecta la salud biopsicosocial y revienta expectativas. Para que se reconozca la reparación debe tratarse de una maldad que trastoque a fondo; la libertad, el marco afectivo y espiritual de la persona y/o su familia, que trunque evoluciones profesionales, que imponga restricciones, discriminaciones y limitaciones de acceso a oportunidades, o se impidan ejercer talentos.

Hay casos en que a la víctima se le frustra completamente su proyecto de vida; en otros hay graves perjuicios que lo retardan significativamente o no podrá realizarlo tal como lo planeó y decidió. Y habrá algunos que, sufriendo un daño su proyecto encuentran otro alternativo que le da un nuevo sentido a su existencia. En cualquier caso el daño existió y debe repararse de alguna manera. Las medidas dispuestas por La Corte IDH a los estados, aluden a una reparación integral, sumando categorías de daños: primero, el daño material; segundo, el daño moral; y tercero, el daño al proyecto de vida. Y de ser imputable al Estado, se le obligue a reparar porque está comprometida su responsabilidad jurídica internacional dado haber consentido y firmado tratados internacionales al respecto, aunque en sus leyes internas no contemple el caso del daño al proyecto de vida y apele a su Derecho interno para no cumplir con tal obligación.

En México es difícil que se reconozcan daños extrapatrimoniales, los jueces consideran improbable su comprobación y vigencia. Y en caso de haber responsabilidad se analiza en mayor medida por la vía civil o administrativa. Y la mayoría de los abogados en estos casos cobran por escoger la vía fácil de la disculpa, sea porque fue un error judicial, de procedimiento y con supérelo está usted vivo, dan el carpetazo. Y el respeto a los derechos humanos sigue cuestionándose. En México y en varios países latinamericanos hay muchos proyectos de vida reventados pendientes de reparar por: la privación ilegal de la libertad a líderes estudiantiles, de líderes indigenas, de luchadores por la tierra y la ecologia; a las familias por el asesinato de sus hijos, de periodistas, por los feminicidios; a los niños y a los jóvenes por eliminación de oportunidades, por movilizacion forzada, por violaciones a su integridad, por desapariciones; a los académicos y talentos que se les impide realizar sus proyectos y vocaciones; a los migrantes y refugiados desterrados de su comunidad, obligados a cambiar de actividad; a comunidades de indígenas por la pérdida de sus valores y aculturación.

Las sentencias de La Corte Interamericana de Derechos Humanos han sido precedente para que en varios países se responsabilice al Estado, a empresas, a grupos y/o a sujetos que con acciones mafiosas individuales o grupales truncan proyectos de vida. Aquel que quemó con ácido la cara de la saxofonista Malena Rios además de intentar asesinarla, también dañó su proyecto de vida. La jurisprudencia existente en muchos casos ya señalados proveen de argumentos para demandar reparación de daños a proyectos de vida diversos. Igual es una vía para luchar contra la impunidad en las violaciones a los derechos humanos, de los feminicidios, de la violencia y del abuso de la autoridad que dañan la existencia individual, familiar y/o comunitaria, solo así se tenderá al destierro de la cultura de la muerte, de la maldad en regiones donde la vida vale menos que nada.

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