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Los straussianos, el poder en la sombra

Isabel Bailo Domínguez
Isabel Bailo Domínguez
Profesora de educación infantil, técnica fitosanitaria cualificada, técnica medioambiental y forestal, madre a tiempo completo, actualmente estudiante de grado de historia y Rebelde con causa.
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análisis

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Una secta fanática estadounidense conformada por los seguidores del filósofo Leo Strauss ‎controla hoy el Departamento de Defensa y el Departamento de Estado. 

Pero quién era Leo Strauss y que representan sus tesis y filosofía, hoy , en el siglo 21?

Los straussianos, esta desconocida logia de hombres de negocios, políticos, banqueros y actores muy influyentes de la política norteamericana, son los discípulos del filósofo de origen judío y político germano-estadounidense, ‎Leo David Strauss (1899-1973), quien se refugió en los Estados Unidos en pleno auge del nazismo. Su pensamiento se define como, “esotérico, elitista y belicista”, respondiendo a la tesis de “La Noble Mentira” que ya fue expresada hace 2.500 años por Platón, en su obra sobre la República. 

No debe confundirse con la mentira política, entendida como aquella mentira con que el gobernante engaña a sus gobernados.

Así, puede entenderse como  la decisión de un gobierno de ocultar un suceso o incidente para evitar males mayores, como las consecuencias origina del pánico colectivo.

Por el contrario, la «‘mentira política»‘ persigue un fin concreto ajeno al bien común. Por ejemplo, la guerra de Irak bajo el pretexto que Hussein poseía armas de destrucción masivas, (que resultó ser mentira].

Leo Strauss, filósofo alemán judío, fue profesor en la universidad de Chicago desde 1949. ‎Rápidamente se rodeó allí de un pequeño grupo de discípulos judíos seleccionados entre sus ‎alumnos y les impartió enseñanzas orales muy diferentes de lo que él mismo escribía. Leo Strauss ‎consideraba que las democracias habían sido incapaces de proteger a los judíos frente la Solución ‎Final concebida por los nazis. Según él, para evitar que aquel drama se repitiese, sus discípulos ‎tendrían que construir su propia dictadura. ‎

Los llamaba sus «hoplitas» –como los ‎soldados de la antigua Esparta

Además, los alumnos y alumnas seguidores se iban casando entre ellos, creando lazos que les permitirían infiltrarse en la administración pública. Estos se fueron filtrando en la administración norteamericana a altísimos niveles y pertenecen actualmente a los más influyentes thinks tanks (laboratorio de ideas de Estados Unidos). Varios miembros de esa secta –a quienes hoy denominamos “straussianos”– lograron establecerse en ‎altas funciones en Estados Unidos y en Israel.

Desde un punto de vista ‎sociológico, Leo Strauss da lugar a un fenómeno sectario para nada representativo de la cultura ‎judía. Sin embargo, en 2003, los «sionistas revisionistas» de Benyamin Netanyahu hicieron un pacto con los straussianos estadounidenses en presencia de otros dirigentes israelíes, aunque siempre reinó la mayor discreción sobre la existencia de esa alianza.

Una de las cosas que caracterizan a los straussianos es que están dispuestos a todo,  por ejemplo, ‎querían hacer que Irak regresara a la Edad de Piedra y lo lograron. Consideran que cualquier ‎sacrificio es posible, incluso para ellos mismos, con tal de seguir siendo los primeros. Precisión ‎fundamental: ¡No se trata de ser los mejores sino de ser los primeros! 

En el contexto de la disolución de la Unión Soviética, desarrollaron una estrategia para ‎mantener la hegemonía de Estados Unidos sobre todo el resto del mundo y en 1992, el straussiano Paul Wolfowitz, consejero del secretario de Defensa, redactó el ‎documento,

«Defense Planning Guidance»

 Fue ese el primer documento oficial estadounidense que ‎reflejó el pensamiento de Leo Straus. En dicho documento oficial se menciona un nuevo «orden mundial […] respaldado a fin ‎de cuentas por Estados Unidos». En ese nuevo orden mundial la única superpotencia tendría sólo ‎alianzas coyunturales, en función de los conflictos. La ONU e incluso la OTAN serían cada vez ‎más marginadas.

Por eso se hizo que los europeos incluyeran en el Tratado de Maastricht una cláusula que ‎subordina la política de defensa de los miembros de la Unión Europea a la de la OTAN. ‎El informe del Pentágono estipula además, que los nuevos estados del centro y del este de Europa ‎deben integrarse a la Unión Europea y llegar a un acuerdo militar según el cual Estados Unidos los ‎protegerá contra un eventual ataque ruso.

 Y este, es el documento cuya aplicación ha venido orquestándose durante 30 años.

 En el año 2000, Paul Wolfowitz se comprometió a ‎respaldar la Ucrania independiente, a provocar que Rusia entrara en guerra contra ella y, ‎finalmente, a financiar la destrucción de renaciente rival de Estados Unidos.

Los straussianos irán hasta las últimas consecuencias. Ya han aprovechado la decadencia de ‎Estados Unidos para apropiarse del verdadero poder. Un drogadicto que nunca ha participado en ‎una elección viaja en aviones oficiales cuando le viene en ganas para hacer negocios por ‎el mundo,

mientras que los straussianos se han instalado ‎discretamente en el poder a la sombra del presidente Biden y gobiernan en su lugar. ‎

Mientras, los dirigentes de la Unión Europea no hacen más que aplicar las directivas que los ‎straussianos les imparten desde Washington. Y al hacerlo, esos dirigentes europeos sabotean la ‎industria europea en detrimento de sus propios conciudadanos.  Están totalmente ciegos o demasiado comprometidos para ‎detenerse, reconocer sus 30 años de errores y, sobre todo, tratar de enmendarlos. 

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