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Los monos de feria, la cadena de mando y la banalidad del mal

César Maltrago
César Maltrago
Estudiante de filosofía, fotógrafo, escritor y músico.
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análisis

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Han dado mucho de comer personajes como Enrique Bunbury o Miguel Bosé debido a su oposición hacia la opinión dominante y la moral del rebaño. Y es que el sistema en su totalidad fomenta el gregarismo y las posiciones acríticas. Se trata de algo meramente funcional. Sin esta condición sería imposible que un trabajador se levante todos los días a las 6.00 A.M para percibir un salario mísero y vivir en un zulo alquilado, mientras paga impuestos desorbitados para luego vivir sin ningún tipo de garantía pública en un régimen de esclavitud total.

Y es que vivir en la dogmática es más fácil que mantener una oposición crítica (esto lo sabe muy bien el ministerio de Educación). Es más cómodo vivir sin responsabilidad moral, sin el miedo de poder errar a ser tragado por el embudo de la “espiral del silencio”. Vivir de acuerdo a la moral dominante y cumpliendo las órdenes establecidas por la jerarquía y la cadena de mando es mucho más fácil que vivir atormentado por el linchamiento público como cualquier mono de feria.

La espiral del silencio es una teoría sociológica de la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann donde se estudia la opinión pública como forma de control social y como el individuo sondea el “clima de opinión” de manera casi conductista. Se le cohibe si se acerca a la opinión minoritaria o se le refuerza si se acerca al “núcleo duro” (por tendencia mayoritario). Esto lo vemos en los medios de comunicación constantemente. Se reviste a la autoridad de cientificidad, humor, estadística y falacias de todo tipo (ad nauseam, ad baculum..) de manera funcional, instrumental y estructural. Goebbels es uno de los mayores exponentes en este campo. Sería interesante también mentar aquí al primo de Freud: Edward Bernays. Un experto en ingeniería social, propaganda y publicidad. En internet es fácil de encontrar su libro “Propaganda”.

Me gustaría resaltar parte del contenido del libro para ser más clarividente: “En teoría, cada ciudadano toma decisiones sobre cuestiones públicas y asuntos que conciernen a su conducta privada. En la práctica, si todos los hombres tuvieran que estudiar por sus propios medios los intrincados datos económicos, políticos y éticos que intervienen en cualquier asunto, les resultaría del todo imposible llegar a ninguna conclusión en materia alguna. Hemos permitido de buen grado que un gobierno invisible filtre los datos y resalte los asuntos más destacados de modo que nuestro campo de elección quede reducido a unas proporciones prácticas.”

Creo que este pequeño fragmento nos puede iluminar por donde van los vericuetos marcados por medios y tramoyistas. En la modernidad y posmodernidad radica un sentido completo de despersonalización e irresponsabilidad política. Y es falso que la posmodernidad deje paso al sujeto con la caída de los grandes relatos y meta-relatos, pues esta falsa acentuación y autenticidad del individuo radica en la condición infraestructural del neoliberalismo integrador; una falsa autenticidad del sujeto promovida por la sofisticación del mercado y su progresiva especialización. Delante del velo de Isis todo es apariencia y sombra.

Pues parece que Miguel Bosé o Enrique Bunbury entre muchos otros han metido el dedo en la llaga. Y este hecho a los propietarios y accionistas de medios de comunicación, big-pharma y big tech no les ha gustado nada. Se han procurado de distorsionar el relato, infantilizándolo para desprestigiarlo.  (Creo que no hace falta mentar ejemplificaciones).

Hasta hace poco, que te pidiesen un certificado digital con tu información médica y personal resultaba terriblemente aberrante y conspiranoico; pero con cierto esmero, normalización e ingeniería social se obran milagros, como muy bien señala la teoría de la ventana de Overton.

Estamos hablando de que el mismo Estado-nación (garante del Estado de Derecho) incumple su marco legislativo para subyugar todos los derechos fundamentales en pro de una eventualidad excepcional. Algo sencillamente aberrante, pues los derechos fundamentales o de primera generación como se les denomina en teoría política son inalienables y sustentan la base para los derechos de segunda generación o colectivos. Son los pilares de la civilización occidental desde las revoluciones liberales.

No solo desde una perspectiva nacional resulta aberrante sino que desde el mismo derecho internacional o la perspectiva de los derechos humanos la situación es sencillamente ignominiosa y deleznable.

Véase el caso del primer ministro canadiense: Trudeau. Un “liberal” que asegura estar pisoteando los derechos fundamentales con total alevosía. O el caso de Macron; que sencillamente amenaza sin tapujos con “emmerder” a la ciudadanía no vacunada (con el beneplácito de los tecnócratas de la UE). Sencillamente aberrante y grotesco.

Y en este aspecto la culpa no es solo de los políticos, sino del misma ciudadanía.

Y es que la gran mayoría de la población debería pedirle perdón a Miguel Bosé cuando se reían abiertamente de su posición “negacionista” pues la empresa DSruptive de Hannes Sjöblad ya ha sacado el primer microchip implantable. Pero esto no es nada nuevo; Novartis y Microsoft llevan mucho tiempo trabajando en el proyecto ID2020 bajo la excusa filantrópica de proporcionar una identidad digital a todas las personas que por cuestiones socio-políticas carecen de ella. Detrás de todo filántropo altruista se esconde un montón de estiércol. Las inversiones en este sentido son millonarias (ej: quantum dots)

Lo curioso es que la mayoría de la población acepte su propia sentencia de muerte tras una continuada inoculación de MIEDO. Ese gran fármaco suministrado a diario por medios de comunicación y gobiernos. Supongo que en este aspecto entran en juego las tesis de Hannah Arendt sobre la banalidad del mal, Eichman, la cadena de mando, la “conciencia selectiva” etc

“…cuánto tiempo le toma a una persona promedio superar su repugnancia innata al crimen y qué es lo que le sucede exactamente una vez que ha alcanzado este punto” (Hannah Arendt)

“Su conciencia [la de Eichmann] quedó de hecho sosegada cuando contempló la dedicación y el entusiasmo con el que la «buena sociedad» reaccionaba en todos lados como él lo hacía. No tuvo necesidad de «cerrar sus oídos a la voz de la conciencia», tal como se dijo en el juicio, no porque no tuviera ninguna sino porque su conciencia habló con una «voz respetable», con la voz de la sociedad respetable que estaba a su alrededor (Arendt, 2006a: 126).

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2 COMENTARIOS

  1. Mil gracias Felix. Es una gran motivación escuchar algo así. Sin la espada utilizaré la pluma. Pronto preparé algo nuevo desde una visión antropologica

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