Los sondeos apuntan a que el expresidente, Luiz Lula da Silva, es el favorito para ganar la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Brasil. Sin embargo, la ciudadanía se está encontrando con que los poderes empresariales están a favor del populista Jair Bolsonaro y no están dudando en utilizar el juego más sucio: la coacción a sus trabajadores.
Las acciones van desde la petición directa del voto a Bolsonaro hasta estrategias por las que se pretende que los trabajadores que se sospecha que votarán a Lula puedan ejercer su derecho al sufragio. Determinados empresarios no han dudado en amenazar con despidos si no se vota por el actual presidente populista.
Las denuncias de coacción electoral interpuestas por los trabajadores contra sus empleadores se han disparado en Brasil. En concreto, respecto a los comicios de 2018 han subido un 670% y el número de empresas denunciadas se han incrementado en un 1.200%.
Las autoridades electorales y judiciales han lanzado una dura advertencia: la coacción electoral es un delito criminal. Sin embargo, las denuncias se están incrementando a medida que se acerca el día de la votación.
Por ejemplo, según han publicado distintos medios brasileños, el empresario del sector del transporte Adriano José Benvenutti tenía la intención de cambiar los turnos de trabajo del día de las elecciones para que estuvieran en la carretera los empleados que sabía que, supuestamente, iban a votar por Lula.
El mismo empresario, según publicó la Revista Piauí, no dudó en enviar por Telegram un vídeo a sus empleados en el que pedía el voto para Bolsonaro «para que las empresas sigan creciendo y en funcionamiento».
Una sentencia del Tribunal del Trabajo de Santa Catarina obligó a este empresario a retirar el vídeo y no aplicar esos cambios en los horarios de trabajo que impedían el ejercicio del derecho al voto.
Otros empresarios, directamente, han acudido a la amenaza de despidos si sus empleados no votaban por Bolsonaro. Según publicó Folha de Sao Paulo, una pequeña cementera de la región de Paraná lanzó un aviso a sus proveedores de que, de ganar Lula las elecciones, tendrían una importante reducción de su producción y de la plantilla. En concreto, la empresa dijo que despediría a un tercio de sus trabajadores. Este hecho fue denunciado y un juez ordenó a la empresa que se abstuviera de tales comportamientos.
Casualmente, las denuncias de los trabajadores se concentran en las regiones más prósperas de Brasil, las que están a favor de las políticas de Bolsonaro que favorecen la reducción radical de impuestos y las privatizaciones.
