Los reclusos condenados por delitos de violencia sexual y de género tendrán la opción de continuar el tratamiento terapéutico fuera de la prisión en centros de salud mental. El trabajo que realizan con los agresores los equipos terapéuticos consiste en intentar que se responsabilicen de su conducta y las consecuencias que esta provoca; hacerles revisar sus justificaciones para mantener una actitud violenta; que empaticen con las víctimas; y, por encima de todo, que prevengan las recaídas.
Tasa de reincidencia
En Cataluña hay, según el departamento de Justicia, 1.755 personas que cumplen condena por delitos de violencia contra las mujeres. Durante 2019 fueron cerca de 800 el número de estos internos que pasó por los programas de tratamiento especializado. La tasa de reincidencia en este perfil de internos está entre un 19% y un 25%. Se considera reincidir, además de a volver a cometer una agresión sexual, el quebrantamiento de la condena (desobedecer alguna de las medidas impuestas por el juez) y el no respetar las órdenes de alejamiento que les han sido dictadas para protección de las víctimas.
Cuatro de cada diez agresores tienen problemas con las drogas
Consumo de drogas
En los casos de violencia machista también aparece uno de los factores más comunes en las personas que acaban siendo condenadas a ingresar en prisión: el consumo de alcohol y de drogas. Cuatro de cada diez condenados por violencia de género presenta problemas de adicción a este tipo de sustancias.
Volver al entorno
En el interior de las prisiones los equipos de tratamiento trabajan con los internos condenados por delitos de violencia de género a través de terapias de grupo y entrevistas individuales. El objetivo es hacer disminuir los factores de riesgo que les pueden llevar a volver a utilizar la violencia. Los esfuerzos de la administración van dirigidos a evitar que al volver a su ambiente habitual desconecten de las herramientas terapéuticas que les sirven de soporte para la reinserción.
Reinserción
La reinserción es uno de los propósitos de condenar a la privación de libertad a un individuo. Paralelamente al aislamiento social, una serie de medidas orientadas a reconducir los comportamientos humanos garantiza nuestra confianza en la especie. Incluso con aquellos más peligrosos o que cometen delitos que generan un fuerte rechazo social. Siempre sin olvidar, claro está, el trabajo con las víctimas.
