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Los babyboomers lamentamos haber nacido, y pedimos perdón por ello

Julián Molina Illán
Julián Molina Illán
Psicólogo, Fisioterapeuta, Enfermero, Filólogo, e Historiador del Arte.
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análisis

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Hablaremos de las pensiones, aunque no lo parezca.

El fraude fiscal en España asciende, según unos u otros, a 25 mil millones anuales o 60 mil millones anuales. Quedémonos con la cifra menor. El dinero español que se calcula que hay en paraísos fiscales se calcula en unos 144 mil millones de euros. Ahora sumemos gasto superfluo (diputaciones, asesores, supersueldos, chiringuitos, gastos infinitos de representación, duplicidades, multiplicación de consejerías, embajadas autonómicas, mala gestión…) que no puedo ni imaginar a cuánto ascendería al año, aunque UPyD ya lo cifró en 15 mil millones anuales. Ahora pensemos en el 40% de paro juvenil. Después pensemos en la productividad, que se duplica cada 25 años. Acto seguido pensemos en la inmigración (que siempre ha existido y existirá) y en la robótica. Finalmente, analicemos la frase del ministro Escrivá “los hijos no podrán pagar la pensión de sus padres. No es justo, y tenemos que protegerles”.

Lo primero, el nivel de estudios, infraestructuras, oportunidades, desarrollo social, grado de protección que los padres proporcionan, ¿sí es justo? Tenemos a la generación mejor preparada porque los que ahora somos adultos (los “babyboomers”) nos lo hemos currado quitándonoslo literalmente “de la boca” para dárselo a las generaciones venideras. Además, cuidamos de nuestros mayores como es de recibo. Nos comimos “con patatas” el final del franquismo, los difíciles años de la transición, luchamos por conquistar derechos que los jóvenes disfrutan ahora, y que, por cierto, no luchan por mantener; tardamos décadas en poder sacar las oposiciones o situarnos en la vida precisamente porque somos muchos y este país no sabe generar las oportunidades necesarias (por eso hay un extraordinariamente alto paro estructural que en Europa no se entiende…). Ahora sostenemos este país pagando impuestos y trabajando, seguimos cuidando de hijos treintañeros que no se van de casa porque no pueden, y estudian y estudian (con nuestras perras…) a ver si por fin pudieran colocarse. Los que aún tenemos padres tenemos que apechugar y cuidarlos. ¿Hace falta que siga?

Lo segundo, se nos cambian las reglas del juego en pleno partido (nos alargan la edad de jubilación y nos penalizan si nos prejubilamos) y nos culpabilizan “por haber nacido”. Tanto es así que el plan es que trabajemos “hasta que nos muramos”, ya que somos una generación que, una vez esquilmada, sobra cuando se jubila. Es la trampa perfecta: explotar a la gente hasta que se muera para que unos pocos (los que toman las decisiones) puedan vivir por encima de las posibilidades de la mayoría.

Lo tercero, dicen que el sistema es insostenible, y mienten. ¿Cómo se puede decir que habrá poca gente para trabajar cuando hay un 40% de paro juvenil? ¿Y los robots? ¿Y los inmigrantes?

Lo cuarto, no se trata de cuánta gente trabaje, sino de cuánto se produzca. Y la productividad se duplica cada 25 años. Por lo tanto, es absurdo decir que el sistema de pensiones será insostenible dentro de 25 años.

Lo quinto, un gobierno tiene la obligación de hacer las cosas bien para proteger a la ciudadanía. Qué bien suena, y qué fácil es decirlo. ¿Conoce alguien algún gobierno así?  Si no se robara, si se legislara para contener el fraude fiscal, si se pusiera coto a las eléctricas, a la Banca, si se aquilataran los recursos, si se crearan nichos de negocio invirtiendo en Investigación y Desarrollo, no solo habría dinero para afrontar el gasto de las pensiones, sino para resolver el déficit público estructural que atesoramos.

Lo sexto, sobran los que dicen que el sistema es insostenible cuando se trata de darle a la gente lo que se merece y lo que se ha ganado con su sacrificio. Especialmente si al mismo tiempo sí consideran “sostenible” el aumento inasumible de los gastos básicos (luz, agua, alimentación, vivienda…), y si cuando la gente “no llega”, les dicen, encima, que “viven por encima de sus posibilidades”.

Lo séptimo, ¿nos extraña que los que no quieren cambiar las cosas y se limitan a “atornillar” más y más a la gente luego aparezcan en Consejos de Administración de grandes corporaciones?

Lo octavo, esto no tiene solución si la ciudadanía no toma “el toro por cuernos” de una vez y se niega votar en las siguientes elecciones. Si hubiera que anular las elecciones por una participación tan baja que no pudieran considerarse participativas, y acto seguido se pusiera en marcha una iniciativa popular con un partido nuevo, honrado, de consensos, de grandes acuerdos y sentido común, igual empezaríamos a arreglar algo. Pero, qué digo… estoy soñando. Eso es imposible. Por un momento se me había olvidado que somos babyboomers. Lo que tenemos que hacer es morirnos. Un saludo a todo el mundo, y perdón por haber nacido.

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