Es una auténtica bestia, bella bestia, la nueva Ferrari F1-75. El rojo Ferrari se ha oscurecido, las curvas han cambiado y son una sinfonía de sugerencias, por no hablar de los toques en negro en la parte de abajo y en los alerones y en el halo.
Es una belleza, y al mismo tiempo tiene algo que asusta e intimida. La sensación que se tiene al ver el nuevo bólido creado por David Sánchez, que es un ingeniero francés como siempre se preocupan de recordar los galos a pesar de su nombre y apellidos, es de que se trata de una suerte de ciber-animal peligroso.
Dice Enrico Cardile, el responsable del departamento de chasis en Maranello, que la aerodinámica ha sido su absoluta prioridad en el nuevo diseño. Y nosotros le creemos, pero de momento solo podemos asimilar lo que nos entra por los ojos, lo que estamos viendo, y en verdad verdadera la Ferrari nueva parece el coche del Joker de Batman (si el Joker fuese también un millonario excéntrico y amigo de los sofisticados ingenios mecánicos, como Bruce Wayne).
Da miedo. El Ferrari F1-75 da miedo al mirarlo, y suponemos que esa es su función: intimidar a la competencia.
Claro que asustar a la competencia es casi nada, lo definitivo es superarla en pista. Pero en el deporte, en cualquier deporte, también en automovilismo, el factor psicológico es muy importante.
Si la Ferrari logra estar a la altura de su imponente apariencia lo más normal sería que Carlos Sainz y Charles Leclerc acaben luchando este año por ganar el campeonato del mundo.
Forza Ferrari
Tigre Tigre
