Toda reforma o ley o consecuencia que ha sido tomada para el bien de los ciudadanos tendría que permanecer lejos de la modificación o anulación del capricho de cualquier gobierno o mandatario. No puede el bienestar y toda pauta demostrada como mejoría en la convivencia, la salud y la humanidad, quedar al amparo de batallitas políticas.
La decisión de un juez de suspender la moratoria de las multas, y en ello, volver a proyectar Madrid Central, nos devuelve a una realidad más adecuada al presente en que residimos. Y es que, mientras Europa se mueve en la intención de expropiar los vehículos del centro de las grandes ciudades, y ya hay alrededor de 280 ciudades en esa pauta, España únicamente ha proyectado Madrid Central. Toda una ceguera por parte de la hegemonía que confiere las posibilidades para construir un modelo más sano y plausible de convivencia en las grandes ciudades de España.
Y como si esa ineficacia, esa falta de visión o esa dejadez no fuera bastante, el capricho de los nuevos mandatarios que han tomado el ayuntamiento de Madrid, y en base a un discurso ridículo y a una intención más cercana a un berrinche de un niño pequeño que, a consecuencias científicas y sociales, desahucian la posibilidad de Madrid Central, que puede ser plataforma para construir otras, tomando la decisión de caminar en dirección contraria a la que se dirigen la mayoría de los países de Europa.
Toda ciudad es un lugar común, un área para la convivencia. Un espacio que debe progresar en beneficio de sus habitantes, que debe generar nuevas posibilidades. En ningún caso, el juguete caprichoso de cualquiera. O por lo menos, no debe ser permitido en esa manera. Debe estar por encima de ideologías o meros dictados de gobernantes. La ciudad, tendría que ser exclusividad de toda mejora para la salud, la convivencia y la humanidad de los ciudadanos que la integran.