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Legalización a debate, de besugo

David Márquez
David Márquez
Escritor de artículos y ficción. Colabora con diversas publicaciones periódicas y ha publicado: ¿Y? (microrrelato) y DAME FUEGO (el libro) (microrrelato, poesía y otros textos), ambos trabajos inconfundiblemente en línea con el pensamiento y estilo que manda en sus artículos, donde muestra su apego a la libertad total de ideas, a lo humano y analógico, siempre combativo frente a cualquier forma de idiotez. amazon.com/author/damefuego
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análisis

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Anónimos expertos enmascarados de bata blanca y ágil prejuicio previenen ante la llegada de un posible debate de legalización, así como del consecuente aumento de patologías psiquiátricas en caso de tal cosa. Se refieren, supongo, a graves episodios de abandono laboral, directamente relacionados con despertares cannábicos, epifanías satívicas gracias a las cuales drogados de todo linaje y peso tomarán conciencia de la mierda de vida y trabajo que hasta el momento liberador arrastraban. Así, lejos de las acostumbradas masoquistas obligaciones, los enfermos hallarán nuevos y sugerentes motivos para vivir y disfrutar de lo que les gusta. (¡Qué asco!)

De igual manera apuntarán los expertos enmascarados a esa paulatina vinculación de ciertos fumetas con el pensamiento crítico, las artes en general y el buen gusto, quizir: humanidades que el drogado sativo adoptará como substitutos de la obligada tele, las convencionales y decentes aficiones, necesidades, guerras, abusos, falsificaciones, adulteraciones y toda la batería de básicos mecanismos que rigen las sociedades occidentales de este bonito mundo. El drogado cesará de rendir pleitesía a la OMS, de tragar pastillería industrial a puñados, retomando el educado saludo de contacto y reduciendo al máximo la “distancia social”. Y buscará el drogado, drogadisssto o vicioso incontables formas de satisfacer sus proclividades epicúreas, naturófilas, revocando todas aquellas inhibiciones que hasta la fecha su rígida, buena salud mental instituyó con objeto de mantenerlo sano, seguro, empleado, conforme y conectado por solo veinticinco euros al mes.

Pero, ya en serio, o más seriamente si cabe, mis queridos expertos enmascarillados, colocados de anestesia y Orfidal, ¿no conocen ustedes ya, de sobra, la afición a los porros de miles de usuarios profundamente normales (algún experto también le da, ¿eh? ¡Ay, pirata!) ex agobiados, ex amargados, integrados a la perfección en el sistema productivo, competitivo, gracias, precisamente, al consuelo reseteador del canuto de naturaleza lúdica? La marihuana es aliada del sistema, forma parte de él, hasta el punto de que todos disponemos, de fábrica, de un sistema endocannabinoide. Abandonen la cruzada, pues. No se presenten a la opinión pública tan rancios y anticuados, que no antiguos, como son los múltiples usos conocidos de la marihuana: unos cinco mil años en los cuales se han registrado CERO defunciones asociadas.

Epílogo: Más valentía y menos bombas.

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