Procedente del mundo de la publicidad y del trabajo como guionista de ficción, el escritor murciano Agustín Martínez deslumbró con su carta de presentación, Monteperdido, una novela de misterio que ya ha sido traducida en más de diez países, entre ellos, Francia, Alemania, Italia o Reino Unido. La prueba de fuego de su continuidad llega con La mala hierba (Plaza Janés), con todos los ingredientes necesarios para atrapar al lector en una trama absorbente con un ritmo trepidante. Agustín Martínez parece haber sido tocado con una varita mágica entre los elegidos para hacer del ‘thriller’ un género literario no solo digno sino también prestigioso.


 

Después de Monteperdido parece que no hay quien le pare con su nueva propuesta literaria. ¿Dónde se pone su propio límite creativo?

No me pongo límites a la hora de enfrentarme a una nueva historia. Sólo busco sentir la necesidad de contarla. Luego, la trama me obligará a ir a determinados lugares. No creo que existan temas intocables ni fronteras que no haya que cruzar.

 

¿Puede ser el éxito internacional cosechado por su anterior novela y la proyección que augura La mala hierba un buen termómetro para calibrar hasta qué punto ha recibido el calor de los lectores?

Sin duda es una buena señal que Monteperdido vaya a ser publicado en más de diez países y que La mala hierba lleve un camino parecido. Aparte de las buenas críticas que ambas novelas han recibido, creo que lo que sí demuestra es que una historia contada en España puede interesar más allá de nuestras fronteras. Que los temas que tocan tienen un carácter universal.

 

La duda de inicio que plantea La mala hierba lleva a un intenso debate incluso legislativo: “¿se puede considerar a una niña de catorce años responsable de un asesinato o es solo una mala hierba que basta con arrancarla de cuajo?” ¿Encontrarán respuestas sus lectores o, por el contrario, se darán de bruces con nuevas dudas?

Creo que hay un debate pendiente en nuestra sociedad: no sólo en cuanto a la responsabilidad que un menor puede tener en un crimen, sino también en cómo tratamos un caso en el que hay un menor implicado. Cómo lo enfocan los medios de comunicación y cómo nos posicionamos ante algo así. Pero La mala hierba cuenta una historia concreta, la de Jacobo, Irene y Miriam. Es el lector quien debe sacar sus propias conclusiones. Mi objetivo no es dar respuestas sino lograr que surjan determinadas preguntas.

“El equilibrio del ‘thriller’ está en que la trama sea orgánica”

 

¿Dónde está el equilibro del thriller? ¿quizá en no rizar más de la cuenta el rizo?

Creo que el equilibrio está en que la trama sea orgánica. Cada descubrimiento en la novela debe ser lógico y, también, sorprendente. Esa es la balanza que uno debe manejar. Llegado al final, aunque el lector no se lo espere, debe tener la sensación de que no había otra solución posible al misterio.

 

El ritmo. Otro vértice fundamental para que una novela de intriga reciba el aplauso y la acogida de los lectores. ¿Es innato en el escritor o se puede domar y controlar con el tiempo y la práctica?

Creo que es una combinación. Hay una habilidad natural a la hora de crear atmósferas, de elegir tramas y personajes que favorezcan el suspense, pero también hay mucho trabajo. La novela de suspense es, en parte, una obra de ingeniería. En mi caso, la experiencia de más de quince años escribiendo guiones de televisión me ha resultado muy útil a la hora de enfrentarme a las novelas. Después de cientos y cientos de páginas de guión, uno adquiere cierta seguridad a la hora de montar una estructura como la de La mala hierba.

 

Hacer que nada de lo que parece sea lo que parece. Es una máxima al que todo thriller debe rendirse. ¿Cierto, o no es para tanto?

Para mí es más importante conseguir que el lector se sienta dentro de la historia. Tengo muy presente cuando escribo que alguien va a leerlo después. Lograr que ese futuro lector tenga la sensación de formar parte de la historia es clave. Desde ese momento, el lector se hará preguntas, querrá resolver ciertos enigmas, conocer más a los personajes, hará sus propias teorías sobre lo que está pasando… Y esa actitud del lector es lo que hará que la novela tenga más ritmo, ya que se ha creado la necesidad de resolver un misterio.

 

Para mantener la atención del lector en la trama de una intriga, ¿es indispensable ser honesto con el lector cueste lo que cueste o no viene mal despistarlo de vez en cuando para al final lograr sorprenderlo?

Intento ser completamente honesto. Como lector me molesta cuando me doy cuenta de que el autor me ha mentido. En mis novelas no hay “pistas falsas” colocadas por mí. De hecho, una de las cosas que busco es que el lector no note yo estoy ahí detrás, ordenando todo. El suspense, en realidad, consiste en saber manejar la información. No se trata de contar mentiras, se trata de elegir qué cuentas y cuándo.

 

Y después de La mala hierba, ¿más misterio o nuevos derroteros literarios?

Me siento muy cómodo en el suspense. Como género me parece que es una estructura desde la que se puede abordar cualquier tema. Así que, de momento, seguiré en el misterio. ¿Hablando de qué? Eso ya lo veremos.

La mala hierba
Agustín Martínez
Plaza Janés
416 páginas
17,90 €

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