Hoy se ha iniciado el retorno al trabajo presencial de la clase trabajadora por la reapertura de las actividades empresariales no presenciales. Los representantes empresariales, junto a los partidos políticos de la derecha y de la extrema derecha, han estado presionando durante las últimas semanas para que se retomara la actividad porque la economía no se podía parar. La cesión por parte del Ejecutivo a estas presiones es el primer gran error puesto que se va a romper la tendencia de rebaja de los contagios y las muertes. Cientos de miles de personas llenarán en el día de mañana el transporte público y dejarán de respetarse las distancias de seguridad, con el peligro que eso conlleva, sobre todo por la transmisión que se producirá a través de los contagiados asintomáticos.

El propio New York Times, a través de las redes sociales, ha calificado de irresponsabilidad este relajamiento de las medidas de confinamiento.  

«España, el único país europeo golpeado más duro que Italia por la pandemia, permitirá a trabajadores no esenciales volver al trabajo el lunes. La OMS ha dicho enfáticamente “ahora no es el momento de relajar medidas”», indica el tuit.

Sin embargo, mientras hasta ahora se han seguido las indicaciones de la OMS y de los expertos sanitarios y los resultados de esas medidas han ido siendo positivos, se ha cedido a las presiones del sector empresarial y político neoliberal para poner la vida y la salud de la ciudadanía en riesgo de nuevos contagios, que es lo que ocurrirá. Ya se está viendo en China cómo, a pesar de que llegaron a alcanzar el número 0 de contagios y muertes, el relajamiento de las medidas de confinamiento y de paralización de la actividad empresarial ha provocado que se generen nuevos focos de contagio y, por tanto, de muertes.

En este momento lo único que importa es que el número de contagiados y de fallecidos se reduzca a la nada. Los beneficios empresariales o la facturación pasan a un segundo plano. En medio de esta pandemia, los sanitarios han estado dando la vida, arriesgando su salud para que las personas que llegaban a sus manos pudieran recuperarse. Son ya casi 30.000 sanitarios contagiados, varias decenas de muertos. Un nuevo repunte provocaría que el sistema sanitario se encontraría más mermado aún que estaba cuando se recrudeció la pandemia, todo ello gracias, precisamente, a las políticas austericidas y neoliberales de quienes ahora han presionado para el retorno al trabajo.

Actualmente, las cifras indican que crecimiento del número de curados es proporcional al de contagiados. Sin embargo, el número de muertos ya estaba bajando. Con el repunte que se producirá a partir de la cuarta semana de abril, los curados serán menos y los muertos más. Por tanto, las medidas del Gobierno deberían estar orientadas a hacer todo lo posible, caiga quien caiga y afecte a quien afecte, para frenar el número de contagios y esta medida irresponsable no hará más que provocar un retroceso que, finalmente, tendrá unas consecuencias más duras para los que quieren facturar de inmediato.

A última hora del domingo se publicó en el BOE una restricción a esta vuelta al trabajo: las obras en las que se pueda producir el cruce entre residentes y personas ajenas a la construcción. En concreto, el Boletín afirma lo siguiente: «El objetivo para el establecimiento de la suspensión de estas actividades es evitar el riesgo de propagación y contagio del COVID-19 en un contexto de necesaria prudencia. La limitación para la actividad alcanza a toda clase de obra que suponga la intervención en un edificio ya existente, independientemente de su alcance, así como la circulación de sus trabajadores o materiales, que no sea posible independizar por completo de los espacios en los que se encuentren, temporal o permanentemente, aquellas otras personas. Dicha restricción no alcanzará a aquellas obras en las que no se produzca dicha interferencia y las obras a realizar puedan ser sectorizadas o separadas dentro del inmueble al que afecten, así como a aquellas que tengan por finalidad realizar reparaciones urgentes de instalaciones, averías o tareas de vigilancia en el propio inmueble».

Es decir, una rectificación lógica que muestra dos aspectos muy importantes. En primer lugar, lleva implícito una afirmación del error de esta decisión, porque, si en las obras se pretende evitar el cruce con personas residentes para evitar el contagio y la propagación del Covid19, sobre todo en las personas de avanzada edad, es un reconocimiento de que el resto de trabajadores y trabajadoras que se han visto obligados a desplazarse a sus centros de trabajo también están en riesgo de contagiarse y de convertirse en propagadores del virus.

En segundo término, y teniendo en cuenta la tipología de obras en las que se mantiene la restricción, nos damos cuenta de que, en su gran mayoría, no afectan a los trabajos de construcción que desarrollan las grandes constructoras del IBEX35.

Los expertos dicen que no es un relajamiento, pero…, esto no es creíble. Doctores tiene la Iglesia y todo indica que nos volveremos a lamentar.

Estas decisiones son críticas y necesita de una explicación muy bien razonadas. No obstante, este razonamiento no ha llegado porque la medida es inexplicable. Los errores en política se pueden llegar a asumir, pero, en este caso, el error tendrá como consecuencia miles de vidas humanas. Si esta decisión se ha tomado para satisfacer a los empresarios, a los países del norte de Europa, al capital deshumanizado, esos gurús de la economía, esos chamanes de la desgracia, deberían quedarse metidos en sus madrigueras.

¿Cómo será de irresponsable la medida cuando ha habido presidentes de comunidades autónomas del Partido Popular, como el murciano López Miras, que han sido extremadamente críticos con esta decisión?

Por tanto, cuando dentro de 10 días repunten los contagios y las muertes, sólo habrá dos culpables de ello: los que presionaron y los que se dejaron presionar. 

Ahí, en esos momentos, podrán recuperar la asociación de abogados motivos para querellarse contra el Gobierno y el presidente con argumentos mucho más sólidos, porque habrá dependido de su decisión unipersonal. Los que ahora pretenden socavar al Ejecutivo a base de incitar al pueblo a demandar o a querellarse tendrán suficientes argumentos para culparles de «sabe Dios qué».

No es razonable que dentro de un gobierno progresista haya elementos defensores de los postulados neoliberales más radicales que antepongan los intereses económicos a las vidas humanas. La ministra Calviño no puede priorizar las quejas y las presiones recibidas de las élites empresariales y financieras a la salud y las vidas de la ciudadanía. Ni Hitler llegó a tanto. Si la vicepresidenta tercera no se siente a gusto con rodeado de progresistas, en Vox o en el Partido Popular siempre tendrá un sitio en el que se la reconocerá más su labor, como la tenían reconocida los austericidas de la Comisión Junker.

Quienes la impusieron para ocupar la Vicepresidencia Tercera ahora le pasaron la factura. Total, si, al fin y al cabo, el riesgo sólo serían unos miles de muertos más que como siempre pone el pueblo, posiblemente de los que ya cobran sin producir para las dictaduras privadas y el capital deshumanizado. ¡Qué más da! Estas élites no piensan en clave humana, sino en PyG y, por tanto, para ellos 10.000 muertos más que menos es absolutamente asumible. El problema está en quien representa al pueblo, pero defiende los intereses del capital.

Esta relajación incomprensible está dirigida por los que presionaron para aumentar la recaudación del Estado y, así, el capital tendría más subvenciones y podría dejar más tiempo para estar exento del pago de la Seguridad Social y otros impuestos.

Así, los fondos que ha aportado el Gobierno para la crisis serían mejor utilizados por los bancos, vía el ICO, a su favor y para dárselo a las empresas con créditos de dudosos cobros y que, en realidad, podrían no necesitarlos. Los bancos cambiarían garantías de empresas privadas y autónomos por garantías del Estado que el Banco de España podría liberar, posiblemente, de provisionamientos de riesgos y, vía el BCE, darles más liquidez y beneficios para que el capital que defendería la siga defendiendo la «terna de Vox». ¡Qué listos y qué peligrosos son!

4 COMENTARIOS

  1. Sr. Manuel art.bordado ,lo que sería importante es que Calviño como Montoro tuviesen que cojer el transporte público . La pena es que el presidente se piensa que así saldremos mejor (pero con más muertos) y ganará como ave fénix las próximas elecciones.salud y republica.

  2. Esta individua es una de tantas cancerberas del capitalismo financiero trans-nacional. Toda la razón de ser de su política es servir a los grandes poderosos. En fin, es hija de quien es hija.

  3. En todo este embrollo de comentarios de nuestros políticos y de los medios de comunicación ,los lectores muchas de las veces nos quedamos un tanto perplejos
    Si los empresarios y los partidos de la oposición ,incluido el señor Torra ,reclaman un retardo de las medidas adoptadas hoy ,quien presiona al al gobierno?

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