Ha comenzado otro año, cargado de esperanzas y anhelos para millones de personas, pero también de guerras y conflictos que causan dolor, desesperanza, destrucción, muerte y millones de damnificados. Miles de rostros que no tienen nombre y apellido, ni cara, seres anónimos que huyen de unos dramas cuyas causas muchas veces no conocen, pero que sufren y padecen en primera persona.

Casi una cincuentena de contenciosos y enfrentamientos permanecen abiertos en el mundo al inicio de este 2016

Los principales focos de tensión del mundo siguen estando entre Africa, Asia y, sobre todo, Oriente Medio. En Africa, hay numerosas guerras en plena erupción, tales como las de la República Centroafricana, Nigeria, Camerún, Mauritania, Somalia, Kenya, Sudán y Uganda. Los hay en clave religiosa, como los de la República Centroafricana, donde se enfrentan musulmanes y cristianos, y Nigeria, donde actúa el temido grupo islamista Boko Haram.

Pero también el norte de Africa, sobre todo tras la tormentosa «primavera árabe» que no trajo ni la paz ni la democracia, asistimos en los últimos años a un pulso violento entre los grupos radicales islámicos, muchos de ellos apoyados por Al Qaeda o ahora por el Estado Islámico, en Argelia, Egipto, Libia y Túnez. La inestabilidad creciente en Oriente Medio se ha visto alimentada tras la emergencia en escena del Estado Islámico, la pervivencia del conflicto en Israel y la destrucción de Irak tras la ocupación por parte de los Estados Unidos, sin dejar de lado con el comienzo de las hostilidades entre chiíes y suníes.

ORIENTE MEDIO, UNA REGIÓN EN PLENA RECOMPOSICIÓN POLÍTICA

Al tiempo que sigue perviviendo la herida abierta del conflicto entre israelíes y palestinos, generada por el auge terrorismo palestino y la división en dos entidades políticas (Gaza, a cuyo frente se haya Hamas, y Cisjordania, controlada por la Autoridad Nacional Palestina), la situación regional es cada día que pasa más preocupante. La guerra civil siria ha causado, por ejemplo, entre cuatro y cinco millones de refugiados -repartidos en una veintena de países-, unos 300.000 muertos y la destrucción económica y material de un país que hasta hace apenas unos años era un modelo de modernidad y desarrollo en el mundo árabe. Ahora está fragmentado y repartido entre numerosos grupos políticos que rivalizan entre sí, y que tienen como principal objetivo derrocar al gobierno de Damasco de Bashar al-Assad.

Pero la principal fuente de inestabilidad en esta región es el ya citado Estado Islámico, una entidad creada a sangre y fuego por fundamentalistas islámicos y que pretende instaurar un Califato musulmán que se extienda desde el Magreb hasta Oriente Medio. Por ahora, domina, según fuentes bien informadas, unos 100.000 kilómetros cuadrados en una mancha que se expande entre Irak y Siria y que llega hasta las fronteras de Turquía y Jordania. Pese a haberse creado una gran coalición internacional para derrotar a esta entidad política, al día de hoy el Estado Islámico ha logrado consolidar sus posiciones territoriales y muestra la capacidad de organizar atentados terroristas indiscriminados en Europa y en casi todo el mundo musulmán.

Por otra parte, Irak se ha convertido en el nuevo tablero de ajedrez entre los chiítas que apoya Irán y que controlan -con matices- la administración pro-ocidental de Bagdad y los sunitas apoyados por Arabia Saudí. La creciente tensión entre Irán y Arabia Saudí, tras la ejecución de un conocido clérigo chiíta por los saudíes, ha llevado a un escalamiento de las tensiones entre ambas comunidades y una recrudecimiento de la guerra en Yemen. Irán extiende su influencia por esta región desde Irak hasta el Líbano, donde el potente grupo político-militar Hizbulá alarga sus tentáculos hasta llegar al gobierno, pasando por Gaza, controlada por otro aliado de Irán, Hamas, y Siria, cuyo ejecutivo cuenta entre sus principales apoyos con Tehéran y Moscú.

ASIA, CONFLICTOS DE TODO SIGNO

Fronterizo con Irán, se encuentra Afganistán, otro Estado fallido y que a merced de la intervención occidental contra el régimen de los talibanes sufre una cruenta guerra civil de incierto final. Los talibanes, aliados con otros grupos fundamentalistas, controlan algunos territorios del país, ha conseguido cometer atentados terroristas en Kabul y ha logrado desestabilizar esta zona del mundo, llevando los combates hasta la frontera con Pakistán.

Pakistán, aparte de este frente de batalla en la frontera afgana, tiene también un contencioso territorial con India por el control de Cachemira, donde frecuentemente hay atentados terroristas y choques armados entre ambos países. Pero toda Asia está plagada de conflictos y enfrentamientos. Hay grupos terroristas armados de todas las ideologías en casi todos los países del continente. Se detectan actividades de estas organizaciones armadas en Bangladesh (Islamistas), Birmania (nacionalistas e islamistas), China (nacionalistas figures), Filipinas (independentistas), India (nacionalistas, maoístas y separatistas), Irak (religiosos y nacionalistas), Irán (nacionalistas kurdos), Nepal (grupúsculos maoístas) y Tailandia (islamistas). Sin salir de Asia, más bien en su periferia del Cáucaso, las malas relaciones entre Armenia y Azerbayán por el control de la República de Nagorno Karabah -no reconocida más que por Yereván- han creado una gran tensión en la frontera entre los dos países y esporádicamente se producen enfrentamientos militares en la misma. Y el contencioso nuclear, siempre presente, con Corea del Norte.

En lo que respecta a Europa, se detecta una menor intensidad en los movimientos nacionalistas que pretendían la secesión de sus respectivos territorios, tal como ha ocurrido en el País Vasco, Escocia, Bretaña, Córcega e Irlanda del Norte. No ocurre lo mismo en Cataluña, donde es predecible en los próximos meses un choque de trenes entre las autoridades de Madrid y los nacionalistas que conducen un proceso de secesión tras haber llegado al gobierno de esta región. Ni con Moldavia, que desde el año 1991 sufre la ocupación por parte del XIV ejército ruso en el Transnistria, una entidad política supuestamente independiente reconocida por Rusia y donde parece haberse detenido el tiempo. Finalmente, si consideramos por su parte europea a Turquía hay que reseñar el conflicto abierto entre el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y las autoridades de Ankara, un contencioso que hunde sus raíces en la dispersión del pueblo kurdo en varios Estados y en sus aspiraciones históricas por tener una entidad nacional de su apellido étnico.

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