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Las condiciones laborales del Santander dan miedo

Las exigencias exageradas a los trabajadores de Santander Private Bank y las condiciones de los empleados que trabajan en los espacios Work Café demuestran que el banco presidido por Ana Patricia Botín se está convirtiendo, en contra de lo que dice la propaganda de la entidad, en un pasaje de los horrores donde los abusos ya superan a los beneficios laborales

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Tal y como hemos publicado en Diario16, trabajar en Banco Santander no es lo que fue hace décadas. Un ambiente laboral hostil puede ser demoledor para los trabajadores. Eso es lo que pasa en muchas empresas del mundo donde los resultados se convierten en un hacha que va destrozando las cabezas. El caso de France Telecom, donde se produjo una ola de suicidios, fue una alarma a la que nadie hizo caso, incluidas aquellas compañías que presumen que son los mejores lugares donde trabajar, como es el caso del Santander.

Crisis de ansiedad, depresiones y otras consecuencias mucho más graves son las que sufren los empleados del Santander por las condiciones de trabajo denunciadas por los trabajadores y sus representantes sindicales, así como el elevado volumen de medicación que la plantilla del Santander toma contra el estrés, la ansiedad o la depresión.

Esa presión constante llevó a un incremento de las bajas laborales por de carácter psiquiátrico y psicológico, presión que se ejemplifica en el estupor con que la plantilla ve cada año cómo se está produciendo una subida drástica de los objetivos y convirtiendo las evaluaciones de desempeño, de las que dependen los bonus de los trabajadores, en armas de doble filo y llenas de trampas.

En el último mes denunciado cómo miles de empleados del Santander se ven obligados a vivir en la incertidumbre, el desasosiego y la inquietud por la decisión de la entidad presidida por Ana Patricia Botín de traspasar las cuentas de clientes a grandes Centros de Empresa. Esta política afecta a los miles de gestores de empresa de la red universal que se encuentran en una situación de no saber qué va a ser de ellos en un futuro cercano.

Además, esa reubicación de las cuentas de empresa de la red de oficinas a otras sucursales más especializadas afecta al cumplimiento de objetivos de directores y empleados, dado que, a pesar de la pérdida de esas cuentas, Santander no revisa los objetivos de las oficinas afectadas y, en consecuencia, a los variables de los trabajadores. Por tanto, se podría estar poniendo en peligro una parte importante del salario variable de estos empleados.

Santander Private Bank

De esta situación no se libran ni siquiera los trabajadores responsables de las grandes cuentas del Santander. Según ha denunciado UGT en una circular interna, a la que Diario16 ha tenido acceso, la entidad presidida por Ana Patricia Botín no aporta a este nombre tan lustroso el brillo merecido a sus portadores, es decir, los empleados de Santander Banca Privada (SPB).

Éstos están sometidos a la misma problemática que sufre la red comercial. «Presiones y seguimientos continuados que se suman a un trato especializado que requieren sus clientes», afirma la circular.

Las exigencias en este negocio de cara a los clientes VIP del banco son enormes, tanto en atención y seguimiento comercial como en prestaciones operativas, pero el reconocimiento por parte del Santander a esta labor diferenciadora no está a la altura de lo que se ha denominado como la «marca Santander».

Estos trabajadores, que tienen que defender una cartera de clientes que precisan un trato exquisito sin horarios ni miramientos, a menudo se ven forzados a renunciar a la desconexión digital en pro de dicha atención y mantenimiento del cliente VIP.

No obstante, esta gran dedicación no se ve compensada con algo de flexibilidad horaria, ni con una desconexión digital porque tienen que mimar esas carteras de las que dependen sus objetivos y la parte variable de su salario. Una desconexión prácticamente inexistente que, según sus responsables, «va a la par con el ambiente VIP».

Además, según denuncia UGT, los empleados de SPB, al igual que el resto de los trabajadores del Santander, tienen unos objetivos inalcanzables que se van incrementando, «con llaves de cobro de Bonus lejanas a la realidad, usan su coche personal permanentemente para atender a los clientes especiales donde y cuando sea necesario, con un kilometraje que, debido a la crisis internacional que estamos sufriendo, se ha quedado obsoleto y cuya subida estamos, desde UGT, reclamando al banco. Todo ello sin olvidarnos de que hay muchísimos Banqueros de SPB que durante años y años no ven revisadas sus nóminas en el apartado de Nivel de Convenio, ni de Complemento Voluntario, que tal y como dice el ET se absorbe habitualmente, cuando la empresa tiene la potestad de no hacerlo para que sus profesionales puedan beneficiarse debidamente de las subidas generales. Tienen el mismo problema que cualquier empleado en lo que a subida salarial se refiere, y ahora más que nunca en el contexto que vivimos, con un IPC disparado. Una compensación y absorción que tiene menos sentido aún después de los enormes beneficios obtenidos y celebrados por nuestra entidad hace tan solo unos días», denuncia UGT.

Work Café

En el año 2018 nació una de las «criaturas» de Ana Patricia Botín: Work Café, una red creada como un espacio innovador tanto para clientes como para no clientes del banco. Según la web del Santander, «los revolucionarios espacios Work Café son un ejemplo más de nuestra apuesta por la innovación, la evolución y el progreso de las personas y las empresas. En este modelo de oficina, los empresarios, emprendedores y clientes son los que deciden cuándo y cómo hacer sus gestiones.  A simple vista puede parecer una cafetería, pero nuestros Work Café son mucho más que eso. Son nuestra manera de aportar innovación y tecnología a la experiencia de acudir a una sucursal bancaria. Consiguiendo, como señalaba la presidenta de Banco Santander, Ana Botín, que los clientes no ‘tengan’ que ir a la oficina, sino que ‘quieran’ ir a la oficina».

Sin embargo, el Santander instauró este modelo, condiciones laborales incluidas, de manera unilateral, sin negociar con los representantes legales de los trabajadores. Esto ha tenido consecuencias.

Según ha denunciado UGT, «a causa del horario ampliado ininterrumpido de atención al público de 8:30 a 19:00 horas de lunes a jueves (con tan solo un mes de jornada de verano intensiva) los compañeros no pueden vivir con normalidad su horario que coincide totalmente con el de apertura al público porque, aunque los empleados tienen 2 horas para comer, casi nunca disfrutan íntegramente (o no disfrutan del todo) de este descanso para cubrir debidamente la atención de unas oficinas que nunca cierran durante el día».

A esto hay que añadirle el hecho de que cuando en uno de estos «espacios revolucionarios» se celebra algún evento, los empleados están obligados a quedarse hasta que finalicen, aunque se sobrepase el horario de trabajo. Eso sí, al día siguiente a las 8.30 tienen que estar allí.

Sorprende sobremanera que un banco como el Santander tenga una política de vestuario con los trabajadores de Work Café cercana al surrealismo. Los uniformes «se piden ‘a ciegas’, no pudiendo cambiarse la talla si ‘no se atina’ a la primera, y en el caso de necesitar arreglar algo, el arreglo corre por cuenta del empleado, cosa increíble pero cierta. ¿Acaso en Santander hay que enmarcarse en unos estándares corporales con medidas exactas?», denuncia UGT.

Además, en una entidad presidida por la presunta feminista Ana Patricia Botín, a las trabajadoras se las obligaba a utilizar, en determinados días, falda tubo ajustada, hecho que ya ha sido denunciado.  

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7 COMENTARIOS

  1. Si en lugar de suicidarse optaran por eliminar a sus jefes la cosa iría cambiando. Supongo que harán un buen proceso de selección para elegir suicidas en los puestos bajos.

    • Totalmente de acuerdo. La cosa cambiaría si de repente empezaran a desaparecer misteriosamente jefes psicópatas de la noche a la mañana y sobre todo empleados de rrhh recursos humanos, mientras tanto en las oficinas se repiraría un ambiente de alivio y de sosiego, de alegría y de vuelta a la normalidad

  2. En mi juventud aprobé unas oposiciones del Banco Santander para trabajar en esa empresa. Solamente duré dos meses, eran las condiciones de trabajo tan largas y duras que presente mi dimisión. Había que hacer horas extraordinarias sin que te la pagasen. El ritmo de trabajo era digno de la esclavitud de los faraones, aún pienso que en Egipto serían más humanos.
    Ahora bien, es por todo sabido que la única lógica de los capitalistas es la explotación humana; por tanto no es de extrañar que los trabajadores para ellos no sean más que un elemento para su explotación, como las vacas en una explotación ganadera.

    • Teco mentó que los ganaderos cuidan de sus vacas las dan de comer reciben atención veterinaria eso es lo que mi tío hacia haya por los años setenta cuando yo iba al pueblo los veranos en Cantabria los ganaderos cuidan de sus animales ya que son su beneficio
      pero engendros como el Santander solo saben robar estafar son una lavadora de dinero sucio proveniente de el narcotráfico la prostitución de mujeres niñas y niños y solo dios sabe que mas

  3. He estado trabajando 30 años en Banesto y después por su absorción en el Santander. Pedí irme aprovechando el ERE y la oleada de despidos de hace dos años. Tuve suerte y me largue. Aquello ya era insoportable, no era un trabajo, era una agonía. Cada dos horas dando reportes de lo que llevabas vendido, con reuniones interminables de las que no sacabas nada. Compañeros con los nervios destrozados, en fin, no es el mejor lugar para trabajar, os lo aseguro.

  4. He estado trabajando 30 años en Banesto y después por su absorción en el Santander. Pedí irme aprovechando el ERE y la oleada de despidos de hace dos años. Tuve suerte y me largue. Aquello ya era insoportable, no era un trabajo, era una agonía. Cada dos horas dando reportes de lo que llevabas vendido, con reuniones interminables de las que no sacabas nada. Compañeros con los nervios destrozados, en fin, no es el mejor lugar para trabajar, os lo aseguro.

  5. Eso del work café es una de las mayores gilipolleces que le ha permitido la botina al moro ése que trabaja a sus pies, que se cree una lumbrera por sacar la tarjeta 123, que era otra mierda. A estafar al fisco y a robar a los clientes por la opción 45 del sistema general de operaciones. Éso sí que se les da bien.

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