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La quimio podría ser sustituida por un tratamiento menos agresivo

Antonio González Aguayo
Antonio González Aguayo
Licenciado en Historia, Escenografía teatral y con estudios de periodismo. Escribo en diferentes medios digitales.
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análisis

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Según un estudio llevado a cabo por el grupo académico internacional SOLTI, la quimioterapia podría ser sustituida en algunos cánceres de mama por un tratamiento biológico. La investigación, denominada CORALLEEN, se ha presentado en el congreso mundial de cáncer de mama que se está celebrando en San Antonio (Texas, EE.UU.), y tras publicarse en la prestigiosa revista The Lancet Oncology. Podrían beneficiar de este avance las pacientes con un tumor hormonosensible con un alto riesgo de acabar en metástasis.

El doctor Aleix Prat, Jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínic de Barcelona, presidente de SOLTI y coinvestigador principal de la investigación, ha explicado para La Vanguardia que “la conclusión principal del estudio es que estas pacientes con tumores hormonosensibles que hoy, para prevenir que hagan metástasis, les tenemos que administrar quimio sí o sí, puedan tratarse con fármacos que son inhibidores de la proteína CDK4/6 que, junto con tratamiento hormonal, podrían conseguir eficacias similares e incluso superiores que la quimioterapia”.

Los fármacos usados, el ribociblib pero también el palbociclib y abemaciclib, ya se estaban administrando con gran éxito en pacientes que lamentablemente sufrían metástasis. “Nosotros hemos cambiado un poco el escenario”, asegura Prat. “Pensamos que estos fármacos podían tener un valor después de la quimio, pero nos preguntamos al mismo tiempo si contaban con la potencialidad de evitarla, algo que nadie había planteado. Y nuestro estudio demuestra que sí”, detalla.

En la investigación han participado hasta 106 pacientes de 21 hospitales de España y solamente enfermos con un cáncer agresivo y riesgo alto de metástasis. De estos 106, a un 50% se le administró quimioterapia y al otro 50% el tratamiento biológico. Después de la cirugía, los investigadores volvieron a apreciar el tumor, y lo que encontraron, según el doctor Prat, fue que en un 50% de los casos (tanto a los que se les administró quimio como los que recibieron tratamiento biológico) “aquel tumor que, inicialmente, tenía unas características de elevada agresividad, pasaba a tener unas particularidades a nivel de biología muy buenas, volviéndose un tumor hormonosensible de bajo riesgo”.

Pero el éxito de este estudio no solo radica en que es pionero en el uso de datos genómicos en tiempo real, así como en la elección de pacientes con tumores de alto riesgo, sino también en el examen de los resultados tras el tratamiento. “No se trata simplemente de decir que el tumor ha pasado de un tamaño de dos centímetros a uno, que también lo hemos hecho, sino que hemos ido más allá estudiando la biología del tumor después del tratamiento y hemos demostrado que, a nivel biológico, estos fármacos son igual de eficaces, sino superiores, a la quimioterapia”, afirma el Jefe de Servicio de Oncología Médica del Clínic.

CORALLEEN también ha servido para comparar toxicidades, llegando así a la conclusión de que las pacientes que recibieron quimio padecieron una mayor toxicidad grave, “mientras que con los inhibidores, esa toxicidad era menos de un 5%, tres veces menor”. Es mucho más inocuo –“aunque evidentemente no es agua”, puntualiza Prat– y llevadero. Para empezar, se trata de un tratamiento oral, lo que significa que el paciente no tiene que ir al hospital de día a recibir un tratamiento intravenoso durante horas; no da náuseas ni vómitos, y aunque sí comporta alguna toxicidad asociada, “no da demasiados síntomas, por no decir casi ninguno”. “Para el enfermo es un cambio muy importante”, afirma Prat.

Estos resultados abren la puerta a una nueva estrategia terapéutica. “Ahora, sin embargo, estamos buscando financiación para un estudio con 600 pacientes, que sería un estudio mucho más definitivo”, aclara Prat. “Y si los resultados de estas investigaciones son positivos [se calcula que los primeros podrían ver la luz a finales de 2020], estos fármacos se aprobarán para ser utilizados en enfermedad precoz para prevenir la metástasis. Este es un paso que se tiene que dar para que, en dos, tres o cuatro años, estemos ante un escenario donde una gran proporción de pacientes con estos tumores que deberían recibir quimio sí o sí, la puedan evitar utilizando la estrategia de este tratamiento biológico”, concluye Prat.

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