“¿Quién inventó las frases hechas?”, se preguntaba el personaje interpretado por Ricardo Darín en la película El mismo amor, la misma lluvia. Pues si Juan José Campanella la dirigiera en 2019 en lugar de haberlo hecho veinte años atrás tal vez se le podría haber respondido: “Ha sido PETA”. La organización de derechos de los animales más grande del mundo (People for the Ethical Treatment of Animals), con más de cinco millones de miembros y simpatizantes según su página web, volvió a protagonizar una polémica la pasada semana al promover desde sus redes sociales que debía revisarse el refranero popular y las frases hechas para erradicar de ellos toda referencia que pudiese resultar ofensiva para los animales.

Si bien la nota informativa apenas pasó de algunos cuantos comentarios en redes, el tema cogió vuelo cuando el escritor y académico de la Lengua Arturo Pérez Reverte desafió a sus seguidores de Twitter a presentar propuestas siguiendo esas directrices de PETA.  La organización, de hecho, había acompañado su llamamiento con sugerencias como sustituir “Matar dos pájaros de un tiro” por “Alimentar dos pájaros con un pan”, “Coger el toro por los cuernos” por “Coger la flor por las espinas” o “Ser un conejillo de Indias” por “Ser un tubo de ensayo”. El reto del literato caló en sus lectores y no tardaron en aparecer alternativas a decenas de dichos populares, todas marcadas por la ironía y el sarcasmo.

Algunas voces reflexionan sobre los riesgos de estar juzgando continuamente y desde las posiciones más peregrinas una lengua como la española

La cuestión parecía haber quedado ahí, pero cinco días después Twitter sigue a vueltas con el asunto (con el hashtag #frasesprohibidasporpeta), con especial actividad entre usuarios de Latinoamérica. Como toda polémica de estas características en las redes sociales, la mayoría de los comentarios son de tono humorístico, aunque no han faltado voces que, más allá de la anécdota, reflexionan sobre los riesgos de estar juzgando continuamente y desde las posiciones más peregrinas –cuestión aparte es el más complejo debate del lenguaje inclusivo- una lengua tan rica y con tanto bagaje histórico como es la española.

Irónicamente, cuando la RAE presentó hace unas semanas su libro de estilo para Internet, muchos renegaban de la necesidad de atender a las normas básicas de ortografía y puntuación cuando se trata de escribir mensajes de texto o en redes sociales. Así que parece que interesa buscarle tres pies al gato a la lengua cuando se trata de cualquier colectivo ofendidos, pero a pocos les preocupa cómo emplearla correctamente.

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