viernes, 26abril, 2024
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La persona y el Reino

Volver al punto de salida

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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A Pedro Sánchez se le ha ido un poco la pinza, y no es un juego de palabras. Le ha bastado tocar esa silla de Presidente, qué no sé qué coño tiene, para perder toda noción de la realidad. Por un momento pensé que tenía más talento y visión de lo que aparentaba… y por dos motivos diferentes, veamos:

Primero porque se había dado cuenta de que el susanismo tono politburó del PSOE no se parecía ya en casi nada a la izquierda, territorio que le estaba siendo arrebatado en el flanco homónimo por Podemos. La prueba fue su peripecia y meandro dentro y fuera del partido, recordemos que ganó contra grandes grupos mediáticos y empresariales, contra grupos de intereses estructurales en el seno del Estado vinculados al mercadeo de la gestión, contra todo un lastre supuestamente dejado atrás de vicios, corrupciones, martingalas y ejercicio poco claro de los recursos públicos. Ganó contra el aparato, se decía; y de alguna manera, salvo a un puñado de fieles felipistas-para-siempre, parecía haber conseguido ilusionar de nuevo a unas bases históricamente desencantadas.

Segundo porque, habiéndose dado cuenta de que el peor enemigo de Podemos eran sus propios dirigentes, había conseguido acercar ese ascua a su sardina, parecer otra vez progresista y conseguir la atención de eso que llaman los estrategas “voto útil”, de tal manera que sabiendo que el dúo Montero-Iglesias no tocaría bola jamás: consiguió que le tuvieran en cuenta electoral hasta recalcitrantes huidos del PSOE en busca de la izquierda regeneradora de Podemos…

Primero: pero a Pedro Sánchez cada vez le gusta más la pose de Felipe y de Prisa, y en vez de limpiar el partido y refundarlo con sigilo y cálculo y detenimiento ha querido subir al Monte Tabor ansioso de su luz sobrenatural, apoyándose en el aparato que casi se lo carga… es decir, que como buen iniciado: ha dado una enorme vuelta para terminar igual, en el punto de salida.

Segundo: pero Pedro Sánchez no ha sabido capitalizar el regeneracionismo progresista al que parecía llamado, ha vuelto a alejarse de la calle, de esa mayoría progresista que no cena con Borbones, se ha distanciado de esa mayoría que trabaja como puede para vivir en un mundo disociado de la Historia y de la soberbia responsabilidad de determinar las vidas de los otros, vamos: que ha traicionado a estos socialistas militantes o ideológicos que tienen claro que ser Borbón, Botín, Polanco o Villar Mir no son cuestiones esenciales selladas por Dios en la Historia de la Nación Española sino un juego de dineros y poderes en el que las víctimas son (somos) la mayoría sin suerte…

A Pedro Sánchez se le ha subido a la cabeza el Reino y ya ha dejado de ser persona, ha olvidado toda su (la) Historia reciente y ya es un sacrificado más que lo ha dado todo por España, Jerez y sus vinos, y nosotros sólo somos ya el pueblo ingrato que no entiende que lo hace todo por nosotros… fatídicamente.

El PSOE ha tenido el apoyo electoral mayoritario pero repartido del electorado progresista, no del PSOE, y lo ha tenido gracias al río de papeletas de podemitas que terminaron persuadidos de que votarles era un mal menor y la coalición sería inevitable…

Pedro Sánchez se colocó su elegante traje, eso sí, gracias a su figura inmejorable, y desde entonces, habiendo llegado legítimamente pero sin elecciones al cargo se creyó inexpugnable, más allá de lo malo y de lo bueno. Y sus razonamientos hechos al calor del olvido de un partido que llegó a echarle le podrían costar caro, todo su trabajo, el respeto granjeado en su lucha contra Goliath para al final asomarse sobre sus hombros le puede desgastar y hacer que el PSOE vuelva al agujero del que ha salido, porque el votante puede recuperar la memoria de repente… y se lo harán pagar por todas las partes.

Esto no significa nada respecto de Podemos, que tiene en común con la Corona Española la afición a dispararse en un pie. Podemos no va a recuperar nada significativo, porque el votante de izquierdas espera y desespera, mientras el reaccionario se reafirma constantemente en sus autoengaños disfrazado de patria y tradición.

El acuerdo, en los términos que fuera, no tenía que ver con la solemnidad del partido, la configuración de los hechos a narrar ni ninguna gilipollez de ésas en la que viven estos profesionales de crear discurso en los medios de comunicación; el acuerdo era la única forma de redimir a la izquierda para que, en cuatro años, pudiera cada cual rendir cuentas ante los suyos.

El nivel cultural determina el ético, dicen los psicólogos expertos, es necesaria abstracción para poder valorar las consecuencias de los hechos más allá de tu propia nariz. Saquen conclusiones.

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