sábado, 27abril, 2024
16.9 C
Seville

La nefasta gestión del agua convierte la Región de Murcia en el gran desierto de Europa

El caso del Mar Menor, con su sopa verde y la extinción de cientos de especies acuáticas, es el paradigma de un modelo depredador agotado

- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

En los últimos años el Mar Menor se ha convertido en el paradigma de los males que sufre el medioambiente como consecuencia de los impactos descontrolados y desmesurados de la agricultura y la ganadería industriales. Lamentablemente no es el único lugar y cada vez hay más sitios contaminados por el uso indiscriminado de fertilizantes y excrementos animales, y nadie parece querer parar el problema con determinación, según un informe de la organización ecologista Greenpeace.

Desde años, en España se ha vivido una proliferación desmedida de regadíos y explotaciones ganaderas industriales que ha derivado en numerosas afecciones al medioambiente. Uno de los puntos donde más claramente se ha visto esta política ha sido en la cuenca del Segura y especialmente en la zona de influencia del Mar Menor. Allí, tras años de barra libre a la implantación de megainstalaciones de regadío y macrogranjas, la situación se ha vuelto tan insostenible que los vertidos derivados de estas actividades han prácticamente firmado la sentencia de muerte de la laguna salada más grande de Europa y la más representativa del litoral español. Sobreexplotación de acuíferos, despilfarro, robo de agua y prácticas clandestinas, incendios, contaminación de manantiales, vertidos contaminantes, plaguicidas, abuso industrial, todo ello asociado a un modelo capitalista depredador y al cambio climático general ha terminado por convertir el sureste español en el primer desierto de Europa.

En España, el sector agrícola es el principal consumidor de agua, con alrededor de un 84%. El resto se dedica para otros usos como el consumo de los hogares o el industrial. Este simple dato ofrece una magnitud real del problema y de su origen. Cabe además señalar que, de la superficie cultivada, el 66% se dedica a la producción de alimentos para animales, lo que revela que la ganadería consume la friolera de 48.000 millones de metros cúbicos de agua al año, lo que equivale a más de 14 millones de piscinas olímpicas.

Y todo esto en un contexto de crisis climática en el que cada vez, según la ciencia, habrá menos precipitaciones, más olas de calor y, por consiguiente, menos agua disponible para un sector que no puede prescindir de ella bajo ningún concepto.

Cuando hablamos de agricultura y ganadería tendemos a meter en el mismo saco a todos los modelos productivos y eso lleva a conclusiones erróneas. No todas las explotaciones agrarias y ganaderas son iguales. No se trata únicamente de si practican una agricultura ecológica o no, sino del tamaño, tipo y forma de cultivo. Normalmente caemos en ese error, pero no es lo mismo una finca de cinco hectáreas de olivo de secano que una de 30 ha de lechugas con regadío, por muy eficiente que sea el sistema de regadío, y lo llamamos a todo “el campo”. Y por supuesto no es lo mismo un agricultor o agricultora que gestiona ese olivar que la empresa, muchas veces multinacional, que gestiona la finca de lechugas, aunque también llamamos a todo el sector “los agricultores”.

En la cuenca del Segura, como sucede en muchas otras, muchos pequeños agricultores y agricultoras, así como las pequeñas explotaciones ganaderas en extensivo, se han visto abocadas a vender sus negocios o buscar agua cada vez más profundo, y muchas veces a incumplir la ley ante la imposibilidad de competir con las grandes explotaciones que acaparan los recursos.

La gestión del agua se hace mal en muchas partes de España, pero la Región de Murcia es un caso paradigmático, por ser una autonomía donde la agricultura tiene un peso significativo. Da empleo a más de 70.000 personas y, por ejemplo, el 40% de sus exportaciones (a la UE28) son de productos agrarios.

En 2021 había 316.818 ha dedicadas a la agricultura (13.000 más que en 2010), con un crecimiento sostenido en prácticamente todos los cultivos que requieren agua, como las hortalizas, como demuestra que más de la mitad de la superficie de cultivos en Murcia son de regadío (183.499) según la encuesta sobre superficies del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación (MAPA). Dicho de otra manera, el 16,21% de todo el territorio murciano está dedicado a cultivos de regadío, lo que indica que Murcia sigue siendo la región que más superficie porcentual dedica al regadío en España, cuya media es un 7,77%.

El sector ganadero vive un fenómeno parecido, donde la “estrella” es el sector porcino (seguido del de aves de corral) que ha experimentado un crecimiento sustancial en el número de cabezas de ganado, paralelo a una reducción en el número de explotaciones, lo que explica una concentración e “industrialización” del sector. Así, según la misma fuente (citando al INE), en el año 1997 había en la región 1.475 explotaciones de porcino con 811.624 cabezas de ganado, mientras que en 2020 (última fecha disponible) el número de explotaciones se había reducido a 419 (INE).

Según los datos más actualizados sobre cabezas de ganado de 2021 de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente, el número había ascendido a 2.483.667, el triple que hace dos décadas. Teniendo en cuenta que cada animal consume al día una media de 20 litros de agua, hablamos de un consumo aproximado diario de más de 40 millones de litros de agua solo en lo que consumen los animales en el sector porcino, sin contabilizar toda el agua que se utiliza en la producción de los alimentos para los animales, que se lleva la inmensa mayoría.

La Región de Murcia tiene un clima semidesértico, con precipitaciones irregulares que, cada vez con más frecuencia, se acumulan en cortos periodos de tiempo en forma de lluvias torrenciales, y un sector agrícola sobredimensionado y sediento que cada año demanda al menos 854 hm3 de agua, una cantidad que no para de crecer y que con el actual sistema resulta insostenible. Aunque el acueducto Tajo-Segura abastece a zonas de Alicante y Almería, la mayor parte del agua se queda en Murcia. Durante años, la región ha alimentado la necesidad del trasvase argumentando la existencia de un “déficit hídrico” de más de 300 hectómetros cúbicos anuales (otras fuentes lo suben a 400 hm3 para toda la cuenca), un agua que no sería necesaria, según los datos disponibles por Greenpeace, si se aprovecharan de forma racional las aguas subterráneas renovables; se paralizara la expansión descontrolada de los regadíos industriales, y se elimina las decenas de miles de hectáreas de regadíos ilegales existentes actualmente.

Como veíamos anteriormente, en las últimas décadas se ha producido una concentración de las fincas, sumada a un aumento de las hectáreas de cultivo y del precio de las tierras, especialmente de los terrenos de regadío, lo que muestra la “buena salud” de la que goza la “Huerta de Europa” a pesar de las quejas constantes del sector, que reclama más agua de Castilla-La Mancha (cuyas reservas de agua se encuentran este año a menos del 40%) para seguir con la maquinaria actual de riego sin tener que apretarse el cinturón del agua ni tener que realizar una regulación seria de los cultivos.

En ese proceso de concentración de la tierra, en los últimos años se ha vivido la llegada de numerosas empresas extranjeras o la entrada de fondos de inversión y capital de riesgo que ven una oportunidad de rentabilidad participando o comprando empresas agrarias de esta zona de mucho sol, agua para dar y regalar y facilidades institucionales sin límites y una legislación muy permisiva. Algunas de estas empresas están especializadas en los mercados de sus países de procedencia y exportan toda su producción para reconocidas cadenas de supermercados del Reino Unido o Alemania, entre otros muchos países.

Buena parte de las producciones están vendidas antes de ser cultivadas, por lo que no se puede depender del tiempo, de hecho, los grandes invernaderos de los oligarcas del campo están preparados para que no les afecte el agua de lluvia, ya que alteraría los ritmos de riego controlados y programados al milímetro que permiten optimizar la producción, y para ello, resulta muy interesante mantener siempre disponible el agua de calidad de Castilla-La Mancha.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído