No te perdono la falta de sed
cuando le pongo cadenas al mar.
Nada y derriba la cuarta pared
que se dedica a vagabundear
entre la fecha de dos calendarios,
que enfrentan en un duelo a vida o muerte
a mis testículos y a tus ovarios,
a mi azar contra tu falta de suerte.
No sigas ladrando con tus reproches:
ni tengo llama, ni creo en tu fuego,
ni se entienden mi libido y tus pecas;
no fumo desde la trágica noche
en la que perdiste a tu propio juego
y murió la estanquera de Vallecas.
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Que maravilla, me encanta!