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La chirigota de los salvapatrias

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análisis

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Hace poco, algún amigo gracioso, o amiga, con ganas de echar unas risas a mi costa, me ha agregado a un par de grupos de Facebook, concretamente a un grupo  llamado “Fans de Isabel Díaz Ayuso” o algo así, y al de “Amigos de Vox”. Al momento intenté suprimirlos, sacarlos de mi listado de grupos, salirme de ellos porque poco o nada podían aportarme, más bien algún dolor de cabeza o de estómago y malestar general. Pero todos los intentos fueron, en vano porque las nuevas tecnologías me cogieron ya mayor, y además nunca me han gustado, y por lo tanto no he aprendido, por lo que vivo prácticamente en la indigencia informática. Debido a mi torpeza en estas lides, todavía no he conseguido que estos grupos dejen de mandarme su irracional, disparatada, furiosa y agresiva  propaganda y los no menos furiosos, agresivos, disparatados y entusiastas comentarios aunque, acordándome del NO-DO cuando retransmitía desde la Plaza de Oriente, mejor cabría decir “enfervorizados”.

Alguna vez, tengo que confesarlo,  he echado un vistazo, siempre de soslayo, a las publicaciones y comentarios de estos grupos y, además de su ya conocida chulería y prepotencia en sus formas, me llamó la atención su agresividad, su odio a todo y a todos los que no comulgan con ellos, si no estás con ellos estás contra ellos, su feroz intolerancia, su radical patriotería, su total intransigencia y, sobre todo, su incondicional adoración por sus respectivos líderes, que no solo roza sino que en muchas ocasiones cae de cabeza en el fanatismo. Lo que más me llamó la atención fue ese increíble fanatismo, esa exaltación de los líderes como seres superiores. Y ese odio y agresividad hacia todos los que no se postran ante la Ayuso y Abascal.  Uno creía que, a estas alturas de siglo, ya estábamos vacunados de esos arrebatos casi religiosos, de esas entusiastas y apasionadas adoraciones hacia los líderes, a los que le otorgan unos poderes casi sobrenaturales.

Unos líderes, sobre todo en el caso de Ayuso, que por su nula capacidad para el diálogo y la negociación, por sus declaraciones sin pies ni cabeza, sus insultos, sus necedades, sus simplezas y desatinos, sus maldades, su ignorancia enciclopédica, su populismo / Trumpismo a la madrileña, no valdría ni para presidir una comunidad de vecinos. De Abascal no podemos decir nada porque todavía no ha gobernado, aunque por sus palabras ya nos podemos hacer una idea de por dónde va a ir la cosa.

Tanto en el grupo de Ayuso como en el de Abascal, del  interminable listado de entusiastas comentarios, lo que más ser repite es su nombramiento, su entronización como “Salvadora de España” a Ayuso y “Salvador de España” a Abascal”. De los cientos de intervenciones de los miembros de estos dos grupos, la inmensa mayoría sostiene, con frases mejor o peor construidas y con más o menos odio y furia, que los “rojos” una vez más, parece que los rojos no saben hacer otra cosa, ni tienen otra cosa que hacer, han destruido España. Y la Ayuso, IDA para los amigos, y Abascal, han sido, por algún designio o providencia divina, los llamados a salvar a esa España destruida.

Mucho se habla en estos foros de esa entelequia de “salvar a España” pero nadie, ni menos Ayuso y Abascal dicen qué es exactamente lo que piensan hacer para conseguir salvarnos de la condenación eterna a la que nos quieren llevar, si es que no nos han llevado ya, el presidente Pedro Sánchez y su trágico coro griego de brujas y demonios comunistas,terroristas, chavistas y bolivarianos.

Pero nada se habla ni se hablará, ni en un grupo ni en el otro, como si sobre este tema hubiera caído una terrible amenaza de excomunión, de esos sesenta y seis mil millones de euros, 66.000 millones, que Rajoy sisó del fondo de pensiones para  rescatar a la banca que la había cagado apostando por el ladrillo, cuando éste ya no reportaba los miles de millones de ganancias que dio al principio, antes de que se pinchara la burbuja inmobiliaria que durante unos años de vino y rosas hizo forrarse de forma espectacular a bancos y constructoras. Cuando la burbuja se pinchó, el señor Rajoy anunció el rescate de bancos y cajas, dejando bien claro que tanto los unos como las otras devolverían “hasta el último euro” recibido. La realidad es que no han devuelto nada, apenas un diez por ciento de lo que se les “prestó”, aunque muchos nos temimos que aquél “préstamo” era a fondo perdido. ¿Se imaginan ustedes que este “regalo”, ese dinero público a la banca y las cajas, ya felizmente recuperadas y engordando sus cuentas con enormes beneficios anuales, aunque siguen sin pagar su deuda,  lo hubiera concedido Pedro Sánchez?. Hubiera sido la causa, quién lo puede saber, de otro Alzamiento Nacional. ¿Y qué me dicen ustedes si Pedro Sánchez y su gobierno de coalición, todos ellos, naturalmente, con la idea de arruinar, hundir y acabar con España, hubieran vendido las empresas públicas que vendieron Aznar y González? Hagamos un poco de memoria: Endesa, Repsol, Renfe, Ferrovial, Telefónica, Aceralia, Iberia, Pegaso, Seat, Tabacalera, Coosur, Construcciones Aeronáuticas, Argentaria…. Unas empresas, sobra decir que las más rentables, y que  nunca deberían haber dejado de ser estatales sobre todo Endesa y Repsol, ahora tan añoradas con la grave crisis energética que nos trae a mal traer. Para hacernos una idea de la masacre de las empresas públicas, baste decir que en el año 1982  España, la querida España causante de los desvelos de Aznar y González, tenía 130 empresas públicas. De todas ellas, en el año 2016 solo quedaron 16. Los dos grandes timoneles las vendieron a precio de saldo, incluidas las empresas que prestaban servicios públicos imprescindibles. Esto nos convirtió en el país con menos empresa pública de toda la UE. Y no hace falta decir que desde que se vendieron esas empresas, la economía española no levanta cabeza. Teniendo en cuenta todo esto, quizás entendamos mejor algunas cosas como el estancamiento salarial, la subida desproporcionada de los precios relativos a consumo y vivienda…etc.  

Y qué me dicen ustedes si además de todo esto, Pedro Sánchez y su malvada coalición de rojos entregados en cuerpo y alma a la destrucción de España, se hubieran negado a subir los impuestos a las cajas y los bancos, ahora felizmente nadando en beneficios. ¿Y si  también se hubieran negado a subir los impuestos a las grandes empresas energéticas que están teniendo unos enormes beneficios? unos impuestos especiales destinados a arrimar el hombro, a ayudar a la recuperación de la grave crisis en la que actualmente nos encontramos. Unos impuestos especiales que sí se han practicado  en los países de nuestro entorno y sin protesta alguna por parte de la oposición.  ¿Y qué me dicen ustedes si Pedro Sánchez y sus socios se hubieran opuesto a la subida del salario mínimo? Algo que era y es de sentido común, habida cuenta de la caída en picado del poder adquisitivo de los trabajadores por la crisis, la enésima crisis de este sistema neoliberal que va de crisis en crisis como de oca en oca, y cada una de estas llamadas crisis se carga sobre los mismos de siempre, ¿de quién si no?. Si Sánchez y su equipo de arruinadores de España se hubieran opuesto a esta pequeña subida del salario mínimo, seguramente tales grupos de Facebook hubieran puesto el grito en el cielo. Y muchos de esos trabajadores miembros de estos grupos habrían pedido la hoguera para aquellos malvados que se oponen a una pequeña subida salarial imprescindible para mantener a duras penas su maltrecho poder adquisitivo. Pero amigo, los que se opusieron a esa modesta subida salarial, a la subida de impuestos a los bancos y cajas y a las empresas de la energía, fueron los suyos, los “salvadores de la patria”. Y como eran “los suyos” los que se opusieron a esas necesarias medidas, de puro sentido común,  tuvieron que bajar la cabeza y callar y otorgar de una manera vergonzante. Pero esta actitud de callar y otorgar cuando los que se oponen a toda mejora por el puro y duro cálculo político son los suyos, viene de lejos. Recordemos cuando los votantes del PP otorgaron y callaron cuando Aznar, ese tonto metido a estadista, nos metió en la guerra de Irak. Una guerra injusta e ilegal, según mantuvo en todo momento nada menos que la ONU.

Y además de, como hemos señalado antes, vender por prácticamente nada las más rentables empresas públicas, Aznar se atrevió, este hombre se atreve con todo porque al ser inequívocamente español, le está todo permitido y perdonado, a hacer unas jugosas concesiones a las empresas privadas que explotaban autopistas públicas. Y si estas concesiones eran deficitarias para las empresas adjudicatarias, no pasaba nada, Aznar les compensaba económicamente con unos miles de millones de nada. Y aunque hubiera vendido la mismísima España, no habría pasado nada, porque era Aznar, uno de los nuestros. Y por desgracia para este país, lo que hacen los nuestros, aunque sea el mayor de los disparates, la madre de todos los desatinos, está bien hecho. Y eso se puede ver a diario en el grupo de fans de IDA a la que sus incondicionales celebran y jalean cualquier delirio, cualquier barbaridad que se viene a la cabeza, o a la de su ventrílocuo Miguel Ángel Rodriguez, como si hubiera hablado el mismísimo Dios. 

Aznar, y de aquellos polvos estos lodos, llevó a la práctica su política de privatizar beneficios y socializar pérdidas, y esto sí que suena a arruinar España, mientras decía aquello de “España va bien”. Y efectivamente, había una minoría de españoles a los que les iba, les va y les irá bien, magníficamente bien. El problema estaba, y está, en la inmensa mayoría de los españoles, los trabajadores, los pequeños y medianos empresarios, los contribuyentes de a pie, a los que no les fue, ni les va, ni les irá tan bien. Más bien todo lo contrario.

Por tanto, habría que pedir a los exaltados que  dicen a grito pelado que todo lo malo que nos pasa es por culpa de Sánchez y su gobierno social comunista, terrorista, chavista, satánico… etc. que abrieran un poco el ángulo de sus anteojeras mentales, que valoraran otros puntos de vista, otras opiniones para contrastarlas con las suyas; que leyeran un poco de aquí y de allá y verían cómo en un poco tiempo su fanatismo, su culto a la personalidad iría moderándose hasta terminar desechando la idea de que una sola persona puede salvar a España. A España  solo la salvará el respeto, la educación, la democracia y los que creen en ella. Y desde luego, los que no van a salvarla, sino todo lo contrario, son los que se han servido de la democracia, en la que no creen, como vía de entrada para acabar con ella.

La “salvación de España”, más que por las declaraciones de unos iluminados e iluminadas salvapatrias, pasa por hechos que le dan credibilidad, dignidad, decencia y prestigio entre los países de nuestro entorno. La “salvación” de este país pasa más bien por la promulgación de leyes como la llamada ley de memoria democrática. Esta ley, en rigor, no trata de memoria, sino de justicia. Dice el profesor Álvarez Junco que esta ley “se enfrenta con las violaciones sistemáticas y generalizadas de los derechos humanos en situaciones de opresión y conflicto violento, guerras civiles, dictaduras, de las que se quiere salir hacia otras de paz, democracia e instituciones sometidas a normas”.  Esta ley de memoria democrática, que la derecha ha dicho que derogará en cuanto llegue al poder, no es un capricho del gobierno, como creen los salvadores de la patria, sino que se debe a una obligación internacional. Javier Cercas dice que “corrige algunas carencias: impide que la ley de Amnistía del 1977 pueda amparar delitos de genocidio y crímenes contra la humanidad; prevé una declaración general de condena del franquismo, que nunca se ha producido; declara ilegales los tribunales de la dictadura y nulas sus sentencias, y, sobre todo, obliga al Estado a asumir la exhumación de las víctimas. No entiendo que se pueda estar contra eso”. No lo entiende él y tampoco muchos de nosotros que aspiramos a una sociedad justa, limpia y transparente. Cercas remata el párrafo anterior con esta pregunta: ¿A alguien le parece mal que el Estado se haga cargo de exhumar y enterrar con dignidad al padre fusilado de una anciana, cuyo cadáver lleva más de ochenta años en una fosa común?. Pues parece que sí, que hay muchos a los que les parece mal, y se negarán a hacer este sencillo acto de justicia, lo cual les retrata exactamente como son. Recuérdese que al final de la guerra, el bando vencedor hizo lo propio, es decir, exhumó y entregó los cadáveres de sus muertos a los familiares y les rindió todo tipo de honores  y compensó a sus familiares con las correspondientes indemnizaciones. ¿Por qué unos tienen derecho a esa justicia y otros no? ¿Acaso la justicia no debe ser igual para todos?

Solo intervine una vez y muy brevemente y porque no pude sujetarme, en este grupo de “fans” o mejor sería decir avispero de fanáticos de la Ayuso. Fue para responder al comentario de una fanática admiradora de la presidenta madrileña, a la que consideraba algo así como una nueva “princesa del pueblo”. Hay que ver cuánto nos gustan las “princesas del pueblo” parece que las necesitamos hasta el punto de no poder vivir sin ellas. A esta adoradora de la diosa Ayuso se le calentó el pico de tal manera que dijo que todos los políticos, cuando  hablaba de políticos, naturalmente no se refería a la divinidad Ayuso, vivían muy bien de las arcas públicas, o algo así. A lo que no tuve más remedio que responderle que si creía que la Ayuso no era una política, y su familia de comisionistas no vivían del dinero público, y si  también creía que vivían debajo de un puente.

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3 COMENTARIOS

  1. Sencillamente no puede presentar ningún proyecto sobre como salvarían a España, porque en el seno de su ideología comparten la respuesta que Mussolini dio a un periodista cuando le pregunto por su programa: “su programa era gobernar Italia. En este caso España. Salvar España para este pensamiento es lo mismo que gobernarla. Es por eso, por lo que en repetición del modelo que se desprende de su conducta (recordemos que no hay nada malo en la defensa de un pensamiento tradicionalista y reaccionario y que el problema aparece en la forma de realizar estos fines) lo que ofertan son enemigos que, por un lado aprieten las filas propias mediante la descripción freudiana que refiere la posible identificación de un grupo en la hostilidad mutua hacia algo o alguien; y por otro, ofertar como solución la eliminación del supuesto responsable de todos sus males, “cuya desaparición les devolverá el equilibrio y la justicia”. Ya se ve, si esta descripción coincide con la realidad, -y solo tenemos que comparar lo dicho y los hechos-, donde está el origen de esta conducta.
    A pesar de todo da igual lo que se diga o se explique, que solo servirá para aquellos que aun no están insertos en un fundamentalismo que se relaciona por las vísceras; todo será reprochado con la certeza del delirio, que también Freud describe Piscología de masas…, sobre el comportamiento de las mismas frente a un leader carismático (cuyo modelo actualizado esta en Trump).
    La cosa no es nueva ni original. Se ha repetido en la historia de diferentes formas y esta de hoy, mutatis mutandis, nos llega, en lo particular, conservada entre las filas de una derecha reaccionaria que la mantuvo en “standby” durante más de ochenta años.

  2. ¿POR QUÉ NADIE SE ATREVE A LLAMAR ASESINOS A LOS ASESINOS? A LOS QUE LO FUERON DURANTE LA GUERRA Y DESPUÉS DE LA GUERRA. Y DE ESTA SRA., IDA, QUE, EFECTIVAMENTE, ESTÁ UN TANTO «IDA», HABRÍA QUE INVESTIGAR SI -NO CON ESCOPETA, CLARO; PERO PUDIERA QUE SÍ DE HAMBRE- HA ASESINADO A ALGUIEN. IGUAL NOS LLEVABAMOS UNA SORPRESA SI LA INVESTIGACIÓN SE CENTRARA EN LOS PUEBLOS Y BARRIOS DE LA ZONA SUR DE MADRID.

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