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La censura se impone otra vez

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análisis

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El Ateneo La Maliciosa, que dirigen la librería Traficantes de Sueños y Ecologistas en Acción, ha cancelado el acto que  tenía programado la “Asociación Española de Afectadas por Essure” contra el anticonceptivo fabricado por la empresa farmacéutica Bayer, porque yo participaba. Con un mensaje de email alegaron que uno de los participantes en el debate no les gustaba, sin especificar más, y posteriormente por teléfono una tímida secretaria reconoció que era yo la que molestaba, no se sabe a quién. Por la trayectoria de ese ateneo sabemos que defienden la doctrina queer y la regulación de la prostitución, objetivos ambos hoy motivo de una ofensiva cada vez más agresiva por parte del lobby trans. Que el acto programado fuera contra la multinacional Bayer, por la fabricación de un anticonceptivo que ha causado innumerables daños a las mujeres, no ha impresionado nada a los dueños del Ateneo. Se trata de perseguirme a mí, no de favorecer la lucha de las damnificadas por los productos de esa empresa.

El lobby trans realiza una campaña continuada, haciéndose notar ante la opinión pública como víctima de la persecución de las feministas, mientras son sus activistas quienes se introducen en muchos espacios públicos para acosar a quienes nos atrevemos a manifestar opiniones contrarias a su credo. Y especialmente a mí, a quien persiguen con saña y sin pausa desde hace dos años. Desde que por la publicación de un comunicado del Partido Feminista de España, que yo firmaba en su representación, criticando el proyecto de ley que se pretende aprobar en el que se permite el cambio de nombre y sexo registral sin requisito alguno médico, amén de aceptar que los menores de edad puedan realizar también dicho cambio, un personaje que se hace llamar Mar Cambrollé presentara una denuncia en la Fiscalía de Odio, estoy siendo víctima de toda clase de ataques escritos en las redes sociales, de querellas criminales, de expedientes judiciales, de prohibición de actos, de censura de artículos, de despido de medios de comunicación, de cancelación de encuentros y debates a pocos días vista. El último el mencionado en el Ateneo La Maliciosa.

La penetración del lobby trans y sus secuaces, los dirigentes y militantes de Podemos, en las asociaciones cívicas y culturales, en los medios de comunicación, incluso públicos, en actos institucionales y electorales, es cada vez mayor. Deben de estar financiados y apoyados por entidades económicamente fuertes, y desde luego por ese sector de la llamada “izquierda” que ha hecho suya la causa de esa secta mutante, que defiende los disparates de que el sexo no existe porque la corporalidad humana no es inmutable y las funciones fisiológicas propias de cada sexo se cambian según el deseo del sujeto.

La campaña que están difundiendo especialmente contra mí, al no haber logrado el propósito de procesarme, y mejor encarcelarme, por mis opiniones, es continua y pertinaz. Y aparte de que esté más o menos respaldada por el tímido movimiento feminista, el drama es que esta política de imponer a la sociedad mediante leyes las exigencias del lobby trans nos llevará a causar verdaderas tragedias. Su influencia empieza a ser tan importante que se están imponiendo en las escuelas clases de “género”, sin que nadie explique ni entienda que sea eso del género, para alumnos desde la primera enseñanza que inducen a niños y niñas que solo tienen 6 años a plantearse si han nacido en un cuerpo equivocado; en la Universidad se organizan simposiums y cursos para teorizar sesudamente que las leyes de la fecundación no existen, y medios de comunicación que antes tenían mucho prestigio, difunden continuamente entrevistas, reportajes, debates y artículos en defensa de semejante monstruosidad.

En esta última agresión los dirigentes del Ateneo La Maliciosa han ocultado taimadamente la verdadera causa de la cancelación del acto. Quizá porque empiezan a comprobar que su persecución contra las feministas es cada vez menos defendible. Pero lo que resulta evidente, en los tiempos en qué estamos, es que la censura a las opiniones de quienes no comparten su criterio se hace cada vez más frecuente, y ni el Movimiento Feminista, tan quieto, ni medios de comunicación, ni partidos políticos, ni filósofos ni opinadores de diversos pelajes, se involucran denunciando esta nueva Inquisición, que, para nuestra desgracia, se pretende situada en la izquierda.

Acostumbrada estoy –será por el tiempo que llevo sufriéndola- a la persecución de las diversas fuerzas de la derecha, y ya sabemos que su vocación es censurar, detener, apalear y si es conveniente matar, a todo aquel que se le oponga, pero esta ofensiva de quienes se presentaron como defensores del pueblo para cambiar el país, como Podemos, y otros adláteres, Comunes, Más País, Compromís, contra quienes no compartimos su ideario, es inadmisible que se presente como legítima.

Nuestro país ha entrado en una deriva peligrosísima. Abducidas y fanatizados ciertos partidos y organizaciones sociales por los voceros de la doctrina queer, están parasitando periódicos, televisiones, partidos políticos, filósofos ( o quienes se hacen llamar así), dirigentes y dirigentillos de variados pelajes, que se dedican a la persecución de quienes tenemos el valor de defender la verdad. La distopía de Gran Hermano se está haciendo realidad. Ni profesionales –psicólogos, psiquiatras, pediatras, médicos- de la sanidad, ni abogados, jueces, fiscales, defensores del pueblo y del menor están mostrando públicamente su rechazo a estas disparatadas doctrinas, con los argumentos científicos y jurídicos que deberían argüir. Como si las fuerzas ¿económicas? ¿políticas? que apoyan y sustentan al lobby trans fuesen tan grandes que no se atreven a contradecirlas, o recibieran sustanciosos beneficios de ponerse a su servicio.

Solamente 150 intelectuales estadounidenses, liderados por Noam Chomsky, publicaron un manifiesto hace unos meses contra la que llaman “cultura de la cancelación”, que definen como la persecución que se está librando por parte de fuerzas de izquierda contra todo opositor, utilizando sus influencias para censurar opiniones, eliminar artículos, despedir incluso a periodistas, y en resumen reprimir toda manifestación o actuación contraria a lo que ellos defienden. De tal modo hemos entrado nuevamente en la época de la censura, pero esta vez taimada e hipócritamente, porque los fascistas antiguos al menos eran sinceros y anunciaban lo que iban a hacer con los opositores. Hoy, los dirigentes del  Ateneo La Maliciosa, nos falsifican la información para, escudándose en la pureza de sus ideales, perseguirme y silenciarme.

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