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Iván Redondo vive en la realidad paralela del Doctor Strange

El experto en marketing político y ex jefe de Gabinete de Pedro Sánchez afirmó cosas que no eran ciertas, dejó muchos asuntos muy importantes sin tratar y planteó una realidad paralela más propia de una película de Marvel que de un asesor político

Manuel Domínguez Moreno
Manuel Domínguez Moreno
Periodista, escritor, sociólogo, politólogo y perito en procesos de paz a nivel nacional e internacional
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análisis

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Iván Redondo se mostró a la ciudadanía española tal y como es en realidad: un vende humos, el típico vendedor puerta a puerta que quiere colocar una línea telefónica, aunque las condiciones que tenga la persona sean mucho mejores que la oferta. En ese sentido, la entrevista de Jordi Évole estuvo muy certera porque enseñó quién es, en realidad, Iván Redondo, lo que representa y, principalmente, que es el responsable de muchas de las cosas que han pasado en este país.

Como buen vendedor marketinero, el asesor se presentó a España con palabras grandilocuentes, con mucho anglicismo (fue penoso el «in my opinión») y, sobre todo, haciéndose responsable de los aciertos y separándose de los errores. Además, mucho tirar de efectos, mucho hacer ver que él era el inteligente y que el resto de la humanidad somos idiotas, como se pudo comprobar con la escenita de las piezas de ajedrez, un elemento que, por cierto, ya ha utilizado en el pasado. ¿Así le vendió a Pedro Sánchez su proyecto, con un alfil y una dama?

Lo cierto es que lo importante no es tanto lo que dijo sino lo que ocultó o no se le preguntó. Lo primero que resulta extraño es la explicación del modo en que llegó a Pedro Sánchez y a través de quién. Esto es fundamental. Hay que tener en cuenta que, en teoría, Redondo fue quien preparó la estrategia de campaña de cara a las primarias que le enfrentaron a Susana Díaz y que terminaron con la victoria que le devolvió la Secretaría General que perdió en 2016 por los propios deméritos de Sánchez. Otra cosa diferente fueron las formas y lo que ocurrió en los meses de la Gestora, pero en aquel momento lo mejor que le pudo ocurrir al PSOE fue la salida de Sánchez.

Si seguimos ese planteamiento temporal, Redondo en aquel instante estaba defenestrado y alejado del PP, el partido al que había servido siempre (Albiol en Badalona y Monago en Extremadura), ¿quién le acerca a Sánchez? ¿Fueron personas o dirigentes del Partido Popular las que le llevan al entonces militante Sánchez? ¿Fue el inicio de una estrategia para eliminar la amenaza de los nuevos partidos (en aquel momento Podemos y Ciudadanos) para volver a instaurar el bipartidismo a través de un pacto de alternancia en el poder? En relación a esto, Redondo no hizo mención alguna a que la moción de censura ¿pudo ser una parte más de esa estrategia común entre el PP y Sánchez? A este respecto sólo utilizó frases y expresiones grandilocuentes tan propias de los marketineros para vender su obra y, en consecuencia, su éxito.

Por otro lado, Iván Redondo tampoco mencionó los acuerdos a los que pudo llegar en la reunión secreta que mantuvo, junto con personas muy cercanas y allegadas a Pedro Sánchez, con los representantes del IBEX35 y que fue descubierta por Diario16 en enero de 2019. Este medio pidió explicaciones sobre esa reunión. Han pasado más de dos años y medio sin que se haya recibido ninguna respuesta ni sobre el contenido de las conversaciones ni sobre si Pedro Sánchez acudió finalmente a la cita, tal como esperaban los empresarios. Tampoco se explicó si la idea de que el presidente del Gobierno se reuniera con los todopoderosos financieros españoles partió o ha sido otra de las ideas maestras de Iván Redondo, esas que él cree que siempre son geniales.

En cualquier caso, todo ello lleva a pensar que si Moncloa no informó a los medios de comunicación es porque sencillamente ha considerado que el contacto no debía trascender a la opinión pública. Esto supone siempre un grave error democrático.

Tampoco explicó su futuro en Estados Unidos, tal y como publicó Diario16, y la posible vinculación de su nueva empresa tanto con el IBEX como con Sánchez. ¿Le está allanando el camino profesional al presidente de cara a su más que probable derrota electoral? Eso no lo contó tampoco.

Ayer tuvo una buena oportunidad para resolver esta intriga palaciega con los poderosos del país, pero Redondo no se anticipó como sí hizo para afirmar, sin venir a cuento, que él no tenía ningún problema ni enemistad con Carmen Calvo. Esto es mentira. Las tensiones con la exvicepresidenta han sido una constante desde que Redondo pisó el Palacio de la Moncloa. Calvo sabía que el asesor se estaba convirtiendo o autoproclamándose el camarlengo monclovita que estaba creando una especie de gobierno paralelo que pretendía llevar a Sánchez hacia un pragmatismo absoluto a la acción del Ejecutivo. Eso, cualquier socialista que se precie de respetar la frase de Pablo Iglesias que se encuentra en el dorso de los carnets, no lo podía permitir.

Carmen Calvo no fue la única que tuvo enfrentamientos con Redondo, sino que otros ministros y ministras socialistas, que seguían sintiendo como suyas las promesas de Pedro Sánchez, por ser adecuadas a la ideología que defendió en el 39 Congreso, también tuvieron sus choques tanto con el asesor marketinero como con su departamento.

Todos estos y estas socialistas estaban viendo que la mano de Redondo se cernía, no sólo en la acción del gobierno, sino que llegaba, incluso, al propio PSOE, que fue vendido a Sánchez como una especie de herramienta puramente electoral sin tener en cuenta ni la ideología ni la historia que lleva detrás. Para Redondo, no hay que olvidarlo, el único objetivo es ganar elecciones. Ese es su fuerte. La gestión del día a día, desde luego, es su verdadera debilidad, tal y como reconoció en una cena celebrada en una localidad de la provincia de Girona, ante importantes editores (como los de La Vanguardia), un importante dirigente del Partido Popular que había trabajado con Redondo: «Es un buen profesional para ganar elecciones y un desastre para mantener a un líder», fueron sus palabras, según han confirmado a Diario16 fuentes que presenciaron esta escena.

La ideología es la némesis del marketing político. El objetivo de éste es ganar en los procesos electorales, se haga o se diga lo que haga falta para lograrlo. Se trabaja con ideas, que pueden ser buenas o malas, pero que no tienen la profundidad del entramado filosófico que contiene cualquier ideología política. Por eso Redondo necesitaba convertir al PSOE en una factoría electoral, el back office que le diera las herramientas necesarias para culminar con sus estrategias en las elecciones. Nada más que eso, una filial de sus intereses profesionales, la subcontrata perfecta que ya dispone de un engranaje perfectamente engrasado por la experiencia acumulada de tantas contiendas electorales vividas.

Por otro lado, Redondo tampoco explicó cómo se cerró el acuerdo con Pablo Iglesias Turrión ni cómo, cuando el recuento de las últimas elecciones generales aún no había alcanzado el 40% le dijo a Pedro Sánchez que tenía que hablar con Iglesias para cerrar el pacto de gobierno para garantizarse la mayoría suficiente para poder gobernar.

Habló de Yolanda Díaz como un referente si se presentaba a las elecciones al margen de Podemos, en una plataforma diferente. Esta apreciación es la muestra de cómo se está buscando la atomización absoluta de la izquierda en 4 opciones (PSOE, Podemos, Más País y la nueva plataforma teóricamente liderada por Díaz), lo que favorecería, evidentemente, al Partido Popular, a Pablo Casado, a Vox y a Santiago Abascal. ¿Para quién trabaja realmente este hombre?

Redondo, en realidad, trabaja con la misma estrategia política que cuando se acercó a Sánchez: crear el escenario perfecto para un pacto de gran coalición entre el PP y el PSOE. Esto explicaría los últimos acercamientos entre Felipe González-Pedro Sánchez y Pablo Casado-José María Aznar. Los dos expresidentes han sido defensores a ultranza de un gran pacto de Estado entre los dos grandes partidos y generar una situación en la que se alternarían en el poder en base a los resultados electorales, pero con apoyo parlamentario para sacar adelante iniciativas recíprocas que, como Redondo quiere, estén plagadas del pragmatismo que sólo beneficiará a las élites y sepultará al pueblo.

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