La política democrática es muy diferente dependiendo del país en el que se ejecute. Nada tiene que ver lo que ocurre en los países del centro y del norte de Europa con lo que sucede en los del sur.

Tanto en el centro como en el norte de Europa la situación social es mucho más estable que en el sur. No hay los niveles de precariedad laboral y salarial, prácticamente no existe la figura del trabajador pobre, no hay pobreza infantil. En general, además, estos países no han sufrido la crisis como en España, en Portugal o en el sur de Italia.

Por esta razón, por más que haya personas, analistas y asesores que valoren por encima de otros factores la hipotética buena gestión de una gran coalición similar a la que se da en países como Alemania o Suecia, la realidad es que en el sur de Europa este tipo de pactos antinatura suelen fracasar, tal y como estamos viendo en Italia tras la moción de censura presentada por el partido ultraderechista de Matteo Salvini.

En unos momentos en que las negociaciones para formar gobierno en España están paralizadas entre los dos partidos de la izquierda, hay voces, sobre todo desde sectores socialdemócratas, conservadores, liberales y empresariales que pretenden que, precisamente, se genere un pacto antinatura entre la derecha y la izquierda, sobre todo PSOE – Ciudadanos.

Sin embargo, el pueblo habló el pasado 28 de abril y decidió que querían la continuidad de las políticas sociales implementadas por el gobierno de Pedro Sánchez y eso no es posible si el partido de Rivera o el de Casado estuvieran en el Ejecutivo.

Se ha hablado mucho en estas semanas pasadas de que una coalición del PSOE con Podemos provocaría el bloqueo del gobierno o una falta de estabilidad en el país. Sin embargo, ¿sería estable un Ejecutivo de Sánchez y Rivera o de Sánchez y Casado? Evidentemente, no, porque en cuanto en un Consejo de Ministros se trataran temas sociales que afectaran a las élites se produciría el encontronazo entre la izquierda y la derecha.

En España, por suerte, aún tiene importancia la ideología y ésta se aplica en el modo en que los partidos gestionan su modelo de interpretar la acción de gobierno: la progresista, con medidas sociales; la conservadora/liberal, en favor de las élites.

¿Cómo se puede pretender que en el Consejo de Ministros el Partido Popular apruebe la derogación total o parcial de la Reforma Laboral de Rajoy? ¿Cómo se puede pretender que Rivera esté de acuerdo en que se aprueben medidas como el impuesto a la banca o a las empresas cotizadas? ¿Acaso se puede aprobar una ruta de diálogo con Cataluña si en el Ejecutivo están dos partidos que lo que pretenden es la ulsterización de las cuatro provincias catalanas? Son sólo tres ejemplos pero, en realidad, un pacto antinatura provocaría una parálisis del país, a pesar de que hubiera gobierno y llevaría a generar aún más división entre los españoles de la que ya hay.

El problema de todo esto es que no sólo los sectores externos a los partidos de la izquierda son los que presionan para que se alcance una especie de bipartidismo imperfecto, sino que desde dentro del propio gobierno o del Partido Socialista también se está apostando por esa gran coalición.

Esto sería un error gravísimo y un paso atrás en la cada vez más imperfecta democracia española. Un pacto antinatura como el italiano dejaría al país en una inestabilidad política y social de tal calibre que bloquearía al país de tal forma que, por desgracia, abriría aún más la puerta a la expansión de la extrema derecha.

3 COMENTARIOS

  1. Ya hace años que el PSE decepciona decepciona y vuelve a decepcionar a las gente de izquierdas Y Pedro Sánchez ha sido incapaz de cambiar esa dinámica

  2. Señores Sanchez y Ribera, les ruego que sean inteligentes y coherentes con sus responsabilidades hacia los españoles, todos… Es decir, es hora de salir de un diálogo de sordos y FORMAR UN GOBIERNO JUNTOS. Por el interés superior de España.

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