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Hipatia de Alejandría resucita en Mérida

Jesús Cimarro recupera a la mujer-icono que reivindica sin tregua la vanguardia femenina en el 67 Festival Internacional de Teatro Clásico

Juan-Carlos Arias
Juan-Carlos Arias
Agencia Andalucía Viva. Escritor
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análisis

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El personaje de Hipatia de Alejandría es irredento. Palpita en nuevas versiones teatrales, audiovisuales y literarias con mayor o menor fortuna. El 67 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida la incluyó entre sus rigurosos estrenos. Jesús Cimarro, su exitoso director -también productor y empresario teatral- desde hace años, sabía que la mujer-icono reivindica sin tregua la vanguardia femenina.

La dramaturgia de Miguel Murillo plasmó con ortodoxia y aportes creativos la crónica de un icono que no deja de actualizarse. La Alejandría de Hipatia anticipaba el funeral de su estrella, de sus hoy sumergidos faro y biblioteca. El siglo IV allí estructuró la bondad y la maldad, la sensatez y el fanatismo. La lógica y el peor sectarismo.

Hipatia, según la historia, es tributaria del talento paternal. Teón fue un astrónomo y promiscuo autor. Editó y comentó, entre otras obras de su poligrafía, a pensadores de la talla de Euclides. Su hija se cultivó en la filosofía neoplatónica y militó en la genialidad del disenso del pensamiento humano. Se adelantó a Bruno, Copérnico, Galileo, Lutero u otros represaliados por la radicalidad de sus herejías a la ortodoxia de lo que  hoy conoceríamos como ‘pensamiento único’. 

Reportaje gráfico: Andalucía Viva.

El mejor escenario y reparto

El director de la obra, representada a teatro lleno varios días que requirieron distintos bises de fervientes aplausos, Pedro Antonio Penco llevó al teatro emeritense la mejor atmósfera para bucear en el alma de Hipatia. El vestuario, los efectos especiales, la música y el alto nivel del reparto, coro y figuración encajaron en ese mensaje subliminal que nos inspira Hipatia. Todo condujo a pensar que este evento emeritense nunca sale nadie defraudado, o por debajo de las mejores expectativas. 

Apreciamos una plástica sugerente en la obra. Se concebía compleja y poco ensayada por circunstancias. Pero la factura fue sobresaliente. A ello suman texto y los diálogos a la altura del personaje. El escenario era ideal para que los compartieran desde un obispo cristiano con acólitos, la autoridad en pleno y unos derviches-cantores en sus distintas apariciones. Soñábamos, el público que disfrutó de esta Hipatia proverbial, en un teatro que censuraba al humano si ofendía a los dioses. La alfombra roja se la mereció el elenco. El aplauso, repetimos, no se le regateó. Ese retorno, el feedback, funcionó.

Apreciamos una plástica sugerente en la obra. Se concebía compleja y poco ensayada por circunstancias. Pero la factura fue sobresaliente

Paula Iwasaki (Hipatia) afronta su papel con la entrega del profesional cuando tiene un reto sustantivo. Por sus venas corre sangre de artistas, pues es hija y hermana de creadores. El veredicto de tan modesto escribidor es un sobresaliente alto por el desafío que supera airosa.  Francis Lucas (Loco de Cirene) no va a la zaga de Iwasaki. Pleno e inspirado es soberbio representando un papel difícil. Pepa Pedroche (Zaira) arroja naturalidad y talento acorde a la época que le tocó vivir en la obra. Guillermo Serrano (Orestes) es actor en estado de gracia interpretativa. Lo intenta todo con Hipatia, a la que admira, pero ella está en otros menesteres. Así se lo reitera en diferentes momentos de la representación.

Los diálogos entre Hipatia y su progenitor (Teón, Alberto Iglesias) intercalan las inquietudes vitales y curiosidad intelectual. Son proverbiales y ajustados a estructurar a una científica que pagó cara su osadía mientras se acredita ese respeto al padre que honra. La hija sabe que es alguien importante, no sólo en la intimidad del hogar. Teón es trascendente.   

Quien oficia como Obispo copto Cirilo (Rafa Núñez) ilustra lo que hacía y hace el cristianismo con lo que se aleja del dogma que interpreta esa fe religiosa. De un lado, se lava las manos como Pilatos. De otro y si toca, se hace el sueco, se despide a la francesa o vende indulgencias a cambio del dinero que se reparten unos pocos. Los coptos sobreviven hoy hasta donde les dejan los yihadistas egipcios.   

Reportaje gráfico: Andalucía Viva.

Perenne Hipatia

Paula Iwasaki encarna casi todas las preocupaciones humanas, ese crisol que al cabo se interpreta por cada cultura y religión de cualquier forma. La vida plácida en Alejandría debatiendo, enseñando, aprendiendo y retando al saber para agrandar el talento se turba.

Ese peldaño se percibe con esta versión de Hipatia, con su reto a la ignorancia. La osadía femenina ilustrada nos recuerda lo sectario, el binomio bondad-maldad y la atalaya desde la que miran –y desde arriba- unos humanos a otros considerándolos inferiores. La historia floreció a posteriori así con la xenofobia, apartheid, discriminación, supremacismo e irrespeto por la diversidad, ancianos, niños, minorías o discapacitados…..

Según Luis Rojas-Marcos, el psiquiatra sevillano cultivado en Nueva York, la intolerancia es lo peor del humano. El psicoterapeuta lo repite, se sabe, pero nadie se entera. Hipatia lo sufrió mucho antes. Y Luther King lo revaticinó: “el hombre sabe nadar como los peces, volar como los pájaros pero no sabe convivir con sus hermanos”.     

El asesinato de Hipatia mata mucho, más de lo que asesina. La cruz se impone al librepensar de la mente. El deceso se conforma como parte de la moraleja de la obra, del legado de Hipatia. El clímax de la obra es el resultado de su narrativa, la que sigue los esquemas de la novela-enigma (planteamiento, nudo y desenlace). Hipatia poco a poco cuenta lo que le pasará en una Alejandría convulsa donde se instaló el caos del desvarío sobre un poder que sabía lo que pretendía para perpetuarse.    

Hipatia y Teón nos enseñan en estéreo; así es su didáctica: pasión científica y por la filosofía. Aquellas enseñanzas crearon una escuela finalmente disuelta. Pretendían conciliar el dogma cristiano, entonces emergente en esa parte de Egipto, con el talento aportado por quienes sucedieron a Platón. Pero la realidad fue cruda. A Hipatia la acusaron de bruja y hechicera por fanáticos cristianos y ortodoxos (coptos) que hoy son minoría en un Egipto de mayoría islamista. 

La Hipatia que vimos en Mérida se inspiró en el personaje que escribió la polaca María C. Dzielska. Recalca con inspiración que su afán es la búsqueda de la verdad tras plantarse sabiduría, pensamiento y concordia. Esa mujer es verosímil, creíble, puede entenderse en el siglo XXI aunque la versión de Murillo interactúe con personajes reales y ficcionados. El sempiterno silencio de la mujer habla por la boca de una inspirada Iwasaki a la que el futuro le depara cualquier desafío que superará. Agradecer, por último, la eficaz cooperación con Diario16 para hacer posible esta crónica de Toñi Escobero (Jefe de Prensa) y Esther Alvarado (Directora de Comunicación-Dircom Pentación) del festival emeritense.   

Reportaje gráfico: Andalucía Viva.

FICHA TÉCNICA:

PRODUCCIÓN: Festival de Mérida y De Amarillo Producciones. 

REPARTO: Paula Iwasaki, Daniel Holguín, Alberto Iglesias, Guillermo Serrano, Pepa Pedroche, José Antonio Lucia, Rafa Núñez, Juan Carlos Castillejo, Francis Lucas y Gema González.

CORO: Cristina P. Bermejo, Ana Gutiérrez Bravo, Elena Rocha, Jorge Barrantes y Sergio Barquilla.

FIGURANTES: Carmen Fernández, Nieves Mateos, Matilde Álvarez, Pablo Olmos, Raúl Mateos, José Guijarro, Julio Piñero, Pedro Álvarez, Pedro Galván, Francisco y Samuel Serrano.

Dramaturgia: Miguel Murillo.

Ayudante Dirección: Carlos Sañudo.

Dirección del coro: Cristina Silveira.

Diseño de escenografía: Diego Ramos.

Realización de escenografía: “El Molino”.

Realización de pinturas y escenografía: Alarife La Serena S.L.

Maquinista: Carlos Mohedano.

Vestuario: Rafael Garrigós.

Realización vestuario: Luisi Penco, Lali Moreno, Isabel Trinidad.

Composición musical: Mariano Lozano.

Técnico de sonido: Oliver González Amado.

Diseño de iluminación: Jorge Rubio, Fran Cordero.

Iluminación: Beatriz Lubián y Jorge Rubio.

Caracterización y maquillaje: Juanjo Gragera.

Atrezo: vistequienteviste.

Ayudante producción: Javier Herrera.

Producción: Gema González Garrido.

Dirección: Pedro A. Penco.

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3 COMENTARIOS

  1. Aquí non temos a sorte de poder contemplar tales exquisitas obras, e non obstante congratúlase un da chegada da cultura nesta forma, tanto emerxente coma irreverente ó xuízo do autor, ó cal eu felicito polo artigo y poñer en valor a figura desta muller lexendaria e sobre todo culta. A relevancia deste feito dá lugar a pensar nos tantos séculos de involución que teñen pasado as mulleres no que – díse- cuna de las culturas ou Europa.

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