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“Ha sido un callejón sin salida para los mayores , más de la mitad podría haberse salvado”

Guillermo Ponce, médico en cuatro residencias de la Comunidad de Ma-drid, habla para Diario16 sobre la crisis provocada por la Covid19

Gema Piñero
Gema Piñero
Licenciada en Ciencias de la Información en Periodismo. Es experta Universitaria en investigación privada. Experta en políticas de seguridad Uned Detective Privada. Licenciada en Arte Dramático. R.E.S.A.D de Madrid. Especializada en comunicación estratégica, fue pionera en la creación de contenidos digitales . En el 2005 dirigía “Son Ellas” para el canal TV del Instituto de la Mujer. Le seguirían infinidad de programas en canales generalistas. Candidata a Top100 en 2019 como revelación y emprendedora.En la actualidad promueve como periodista Womenmediachannel una plataforma que da voz, a la mujer en todos los ámbitos profesionales y personales desde un planteamiento womenplusmen. Preside la Asociación Ilusionmedia desde donde realiza contenidos de servicio y utilidad social. Es autora del libro “El Circo Rosa” (2004) un relato que describe la redacción de un programa de televisión y como el paso de la línea roja hiere la lealtad a la ética profesional. Combativa contra las fakes y la desinformación, ha sido reconocida con el Premio Sherlock Holmes Media 2019 del CODPCAT y APDPE'18 por su labor para visibilizar la profesión de detective privado desde su papel como periodista. Así destapó que Villarejo nunca había sido detective. En 2017 funda la plataforma de comunicación y conocimiento en torno a la investigación privada, el Detcamp, su objetivo el detective 4.0.
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análisis

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El doctor  Guillermo Ponce atendió a los mayores durante el peor momento de la pandemia a cuatro residencias de la Comunidad de Madrid. Es uno de los profesionales que solicitó poder ejercer su profesión como médico voluntario en los lugares que consideró más vulnerables y con personal de riesgo más desatendido: el de las residencias de mayores. En estos centros, donde la mayoría de los profesionales estaban de baja por posible COVID19 y no habían sido aún sustituidos. Eran los momentos más críticos de la pandemia en nuestro país. Según reconoce a Diario16,“Ha sido un auténtico callejón sin salida para los mayores , más de la mitad de ellos podrían haberse salvado”.

El doctor llegó a la conclusión de que “hay cuatro puntos que influyen exponencialmente en el desarrollo del virus y sus consecuencias: el tiempo de detección del virus, aislamiento del paciente afectado, suministros inmediatos de fármacos y personal sanitario y auxiliar suficiente”

Solo una de ellas, Cottolengo del Padre Alegre en Algete  afirma que fue “un ejemplo del trabajo bien hecho”, porque aunque cuando llegó no tenían personal suficiente y estaban colapsados, “habían detectado a tiempo a los contagiados y procedido a su aislamiento, cumpliendo las normas higiénicas de forma estricta y trabajando sin descanso todo el día,  en concreto el trabajo  excepcional de una única enfermera que había en el centro, la Hermana Laura , que contó con el apoyo de la Directora de los Centros en España la Madre Milagrosa pendiente de las demandas de esta Residencia en todo momento”

Ver morir

Desde su llegada a Cottolengo, este médico vio morir a dos mayores, dos más fallecieron en el hospital con edades comprendidas entre 85 a 95 años, entre más de 100 personas entre residentes y personal, lo que representa menos del 5%. En esta  residencia de origen italiano, se aseguraron de tener toda la medicación necesaria en sus almacenes,  más lo que les fueron donando, “todas las enfermas recibieron hasta en dos o tres ocasiones Ciclos completos de hidróxicloroquina, antibióticos, corticoide, suero terapia, oxigenoterapia, anticoagulante, etc.”

Pero ¿qué sucedió en los otros tres centros donde este médico también ayudó?  tristemente ha sido un auténtico, callejón sin salida para los ancianos, a los que no se me permitía trasladar al hospital, según la edad, no según su esperanza de vida y condiciones físicas como hubiera sido lo deseable”.

Primera línea de guerra

El testimonio del doctor Ponce nos acerca a la realidad de la primera línea de “guerra”, donde conseguir los medicamentos, “sobre todo antibióticos hospitalarios era un proceso largo y burocrático tardando varios días en poder inyectar a los pacientes, a algunos de ellos no llegaron a tiempo; a veces el propio médico o algún familiar ha tenido que ir a recogerlos al hospital”

En estas tres residencias de la Comunidad de Madrid cuando se aislaron a los enfermos, el contagio del resto de residentes era elevado; la falta de personal sanitario y auxiliar y escasez de EPIS fue crucial en el desarrollo de la enfermedad. Prefiere no decir el nombre porque  “se trata de una denuncia,  fallecieron más del 35% de los residentes por falta de asistencia médica adecuada y eso podría generar mucho malestar y son demandas en las que tendré que estar implicado; la cuarta residencia, la de Cottolengo, si me autorizó”

De un total de  372 residentes fallecieron 116 por causas relacionadas por  COVID-19,  más del 31% en tan sólo un mes,  Teniendo además en cuenta que no se contabilizaron los fallecidos con claros síntomas de COVID19 por no tener diagnóstico por PCR o test serológicos, cuando el Gobierno no los facilitó” razón por la cual fue aún más grave en las residencias, opina el médico.

Pero “para mí, igual que para el resto del personal, no son números, son pacientes a los que he visto morir y con la frustración de no haber tenido los medios suficientes para salvarlos, son más de 25 años de ejercicio profesional en urgencias, emergencias y como especialista en medicina Forense, no hay margen para derrumbarse, pero sentí la marcha de muchos abuelos y abuelas que de haber podido darle el tratamiento previsto en los protocolos, no hablo ni siquiera de los cuidados intensivos, se habrían salvado. Pienso que más de la mitad de los mayores podrían seguir con nosotros”.

En relación al protocolo sobre qué mayores podían ser llevados a los hospitales y si fue sólo en Madrid, el doctor cree que “fue una consigna extendida al parecer, según me informó uno de los geriatras adscritos al hospital Infanta Sofía el reducir los traslados de ancianos de las residencias con más de 65 años, moderado o alto grado de dependencia y con patologías múltiples,  fue siguiendo el protocolo de la Consejera de Sanidad”

El domingo 22 de marzo el médico intentó trasladar al hospital hasta seis enfermas que consideró que tenían buen pronóstico, en el 112 la doctora de guardia le explicó que por órdenes de la Consejería de Sanidad no podían enviar ambulancias a ninguna  residencia. “Lo de negar los traslados hospitalarios se produjeron por parte de los geriatras de zonas unas veces y otras directamente el 112” afirma Ponce.

Al no poder hacer nada comuniqué a todos los familiares lo que ocurría, para que ellos mismos llevaran a sus ancianos al hospital por Urgencias; tristemente sólo uno  fue a recoger a su madre.”

Esta pandemia ha puesto al descubierto muchos agujeros negros en nuestras residencias, que recordemos no son hospitales. Depurar responsabilidades debe ir de la mano de reconsiderar sus sistemas de trabajo de manera urgente; seguimos en riesgo de rebrotes y las residencias siguen estando desprovistas de recursos.

Sin personal médico y de enfermería las 24 h y sin el tratamiento médico específico o recomendado, no se pueden salvar vidas,  eso solo  sucede en la ficción. Los médicos son salvadores profesionales pero necesitan los recursos. “No puedo dejar de hacerles un homenaje porque sin su compromiso el desastre habría sido aún mayor. Esos trabajadores tienen nombre propio, Nacho, Ani, Laura, Nieves, etc.”

Además por la escasez de EPIS se contagiaron algunos de ellos., el mismo fue asintomático y lo supo a los 45 días de estar atendiendo a los ancianos.

Para el doctor Guillermo Ponce es imprescindible medicalizar las residencias.  “Deberían establecerse unos protocolos específicos de coordinación entre Asuntos Sociales y Sanidad para estos casos, que no excluyan a ningún sector de nuestra sociedad, y que entre otras cosas, faciliten el acceso farmacológico hospitalario a estos centros de forma inmediata tras las indicaciones del médico responsable, sin que se alarguen los procesos”

El testimonio del doctor Ponce nos da una bofetada de realidad como testigo de excepción,  de una tragedia que entre el 20 de marzo y el 15 de abril llegaba a su pico más alto, y que ha provocado más de 19.400 muertos con Covid-19 o síntomas compatibles en nuestras residencias.

Madrid puede ser sólo la punta del iceberg de la desatención,  abandono e ilegalidades  que han sufrido las residencias durante la pandemia, que está aún por controlar y a espera de medidas urgentes de prevención que se diluyen ante la crispación, sin respuestas concretas, que puedan evitar fatales consecuencias en un rebrote. 

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1 COMENTARIO

  1. Estimado Dr. Ponce
    Perdone mi atrevimiento al escribir estas palabras sobre usted.
    Sólo Dios sabe, al igual que todos los que hemos vivido y convivido con usted, su gran entrega y dedicación desinteresada en todo momento hacia los más necesitados.
    Algo que le identificaba a usted en todo lo que hacía, era su cariño y profesionalidad hacia cualquiera de nosotros, bien fuese residente, trabajador, religiosa o mi humilde persona que al coincidir con usted, en esos días fue para mí todo un honor.
    Su honestidad no le permite decir todo lo que llegó a dar y entregar por los mayores, sólo usted, Dios y como en una ocasión dijo a Madre Milagrosa, sus ancestros, serán todos ellos al igual que nosotros quien le estemos eternamente agradecidos por todo lo que hizo.
    No pretendo con estas palabras valorar su persona ni su labor, sólo doy testimonio de lo vivido junto a usted, como un humilde voluntario que no está para brillar sino para servir a los más necesitados de esta sociedad.

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