Gobierno imposible

El reciente acontecimiento político ocurrido, a través del cual se ha producido un “pacto” difícil de justificar entre el PSOE, Unidas Podemos y EH Bildu, en una primera fase, cambiando la abstención de los nacionalistas vascos en el debate sobre el Estado de Alarma, a cambio de cargarse totalmente la Reforma Laboral de 2012 de Mariano Rajoy. Este hecho ha estado seguido de una confirmación radical de Pablo Iglesias, pero, lo último, ha sido la declaración de Nadia Calviño afirmando que es absurdo ahora mismo abrir este frente, y todo ello, ante la mirada atónita de la CEOE, CCOO y UGT.

A partir de este momento, silencio oficial y carnaza tertuliana, siendo la opinión dominante, de forma más o menos dura, dependiendo del medio, la asunción de responsabilidades políticas que van desde la dimisión de Adriana Lastra, pasando por Pablo Iglesias y terminando por Pedro Sánchez. Mientras tanto, la derecha se frota las manos ante semejante regalo, como si no hubiera tenido nada que ver en este “affaire”.

Porque aquí nadie es inocente y todos son culpables, pero para mí, la diabólica composición del Parlamento que hace que no exista posibilidades para un gobierno de derechas, y sólo es posible que la izquierda sea la que dirija el país; eso sí, contando con solo 155 escaños, a 21 de la mayoría absoluta, hace que el gobierno pase un calvario cada vez que se somete a una votación importante. Además, tengo que añadir, que nunca me gustó que UP entrara en el ejecutivo: prefería el gobierno a la portuguesa o a la danesa para que UP no fuera cómplice de algunas decisiones que, ante o después, se tendrían que tomar. Pero bueno, eso ya es agua posada y tenemos el gobierno que tenemos con pocas posibilidades de cambio.

No sé si se podrá entender lo mal que lo tuvo que pasar el gobierno en la semana previa a la última petición de Estado de Alarma porque, ¿qué habría pasado si hubiera perdido la votación? Que se habría producido un desmadre total al no existir norma para seguir el proceso de desescalada, con el personal moviéndose con total libertad, los bares y restaurantes abiertos, etc. No sé si gente como los 13 diputados de ERC o el de Compromis, son conscientes de lo que suponía que se hubiera caído el Estado de Alarma, porque la derecha se habría quedado tan fresca, al darle a su gente lo que pedía: libertad para hacer lo que quisiera y para abrir las empresas sin cortapisas ¿y en caso de producirse un rebrote? Malo para la gente pero bueno para la derecha, a la que le importaría un bledo el sufrimiento del personal si con ello se desgastaba el gobierno.

Porque tristemente, con la extrema derecha no se puede contar para construir lo que sea, y con el PP tres cuartos de lo mismo: ha elegido el catecismo del Padre Aznar, elaborado en las factorías de FAES, y lo ejecutan los “moderados” Casado, García Egea y Cayetana.

Pero es que los socios de investidura tampoco lo ponen fácil. Primero Compromís, ¿qué tiene que ver el Estado de Alarma con la financiación de su Comunidad?, ¿y Gabriel Rufián y su ERC? Aunque no lo reconozcan, están condicionados por JxCat y, para que simplemente se abstuvieran, había que asumir cinco peticiones que nada tienen que ver con el Estado de Alarma, ¿alguien lo entiende? El Parlamento convertido en un mercado. Aquí reside el gran problema.

Pues bien, en este contexto, en el que un día le salían las cuentas y en el siguiente no, el gobierno entró en ebullición llegando a firmar un acuerdo con EH Bildu que, ni el fondo ni las formas, en teoría, y a toro pasado, no estaba justificado.