La muerte de George Floyd, un hombre afroamericano de 46 años, cuando un agente de policía blanco se arrodilló sobre su cuello hasta dejarlo sin respiración en Estados Unidos, ha devuelto a los titulares una realidad que nunca perdió actualidad y que siempre estuvo ahí: el racismo existente en la potencia americana y en muchos otros países hacia las personas racializadas.

Estados Unidos cuenta ya con más de 110.000 personas fallecidas por COVID-19, unas cifras que hablan de desigualdad, de precariedad, de brecha salarial y de género. Mientras la desinformación y las fake news campan a sus anchas, como lo ha hecho el virus en los últimos tres meses, los resultados de un reciente estudio realizado por el Laboratorio de Investigación APM en 40 estados constatan que la población afroamericana está muriendo a un ritmo tres veces mayor al de la población blanca. Así, el mismo informe muestra que los afroamericanos representan el 13% de la población en todas las áreas en EE.UU y los datos confirman que 21.878 personas afroamericanas perdieron la vida por COVID-19, a fecha de 26 de mayo.

Esta situación guarda una fuerte relación con el racismo institucional existente en el país americano. Tanto es así, que la asesora de la Casa Blanca, Kellyanne Conway, admitió hace unos días que “es absolutamente cierto que tenemos un racismo institucional y la falta de igualdad para todas las personas en este país”, y se refirió en términos de “asesinato” a lo sucedido con George Floyd. Asimismo, reconoció estar satisfecha con que “el Departamento de Justicia haya abiertos una investigación de derechos civiles a nivel federal”. La senadora Kamala Harris publicó en sus redes que “esa no son las palabras de un presidente. Esas son las palabras de un dictador”, refiriéndose a las declaraciones del presidente Trump, un xenófobo y racista confeso, en medio del revuelo por la muerte de Floyd, que desató protestas en 21 estados con manifestaciones en hasta 140 ciudades.

Al mismo tiempo, las redes sociales hicieron posible que la solidaridad se extendiese por todo el planeta. Ya no solo en el plano simbólico, sino también con un despliegue de material, estudios, artículos, documentales e informaciones de gran valor para acercar una realidad que, lejos de haber desaparecido, sigue denigrando y generando desigualdad en la sociedad. Como ejemplo, portales como Esracismo, acercaron datos estadísticos que aclaran informaciones sesgadas sobre la realidad de las personas negras en Estados Unidos y su relación con la abolición del esclavismo y los encarcelamientos masivos posteriores. Por su parte, la BBC explicaba, grosso modo, en un artículo los factores más vinculantes de la desigualdad racial entre blancos y negros en Estados Unidos, que guardaban relación con la diferencia de salarios, la tasa de muertes en enfrentamientos con las fuerzas del orden o la insuficiencia en la cobertura sanitaria, entre otros.

La muerte de George Floyd y el racismo en el mundo

Con las muestras de solidaridad por redes sociales, muchas personas, colectivos, personajes públicos y políticos han hecho una llamada para que la lucha y la denuncia no solo quede en el suceso de Floyd, sino que se haga extensible a todas las formas de racismo existente en el mundo. En el caso de España, por ejemplo, con los jornaleros de Lleida a los que el futbolista Keitá Baldé les buscó alojamiento durante los cuatro meses de trabajo, después de que 13 hoteles se lo denegaran o la presidenta del grupo parlamentario Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, que publicó en sus redes sociales que “el #BlackLivesMatter también sirve para los migrantes que trabajan el campo andaluz en condiciones de semiesclavitud”. Otro ejemplo lo encontramos con la revista Afroféminas que apela a la responsabilidad de madres y padres no racializados en una crianza antirracista comprometida.

Durante el periodo de estado de alarma hemos asistido a la llegada de personas migrantes a las costas andaluzas, donde colectivos como Emergencia Frontera Sur o la Asociación Pro derechos humanos de Andalucía (APDHA) han realizado una labor fundamental en la cobertura y en la presión institucional para que estas personas tuvieran una estancia digna. A comienzos de este año, por ejemplo, Diario16 publicó un artículo sobre las condenas al Banco Santander por prácticas racistas en sus sucursales en los Estados Unidos. El racismo está en los barrios, en las colas del hambre y la sufren las personas refugiadas que huyen de sus países por miedo al horror y la guerra.

En este contexto, la Comunidad Negra Africana y Afrodescendente de España (CNAAE) ha convocado una concentración el próximo domingo 7 de junio en diferentes puntos del Estado español en memoria de George Floyd, las vidas negras y contra el racismo.

En este hilo podrás ver las diferentes localizaciones

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