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“Franco es hoy carne de sensacionalismo y meme, nadie lo reivindica”

El historiador Javier Rodrigo recorre el periplo vital del dictador en ‘Generalísimo’ a través de sus denominaciones, de cómo lo llamaron y de cómo se autodenominó

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análisis

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Las denominaciones que lo acompañaron a lo largo de su temible existencia dan buen norte de quién hablamos: Paquito, Comandantín, Caudillo, Generalísimo, Su Excelencia el Jefe del Estado… El historiador Javier Rodrigo (Zaragoza, 1977) sigue el rastro de cada uno de estos apelativos para desglosar por épocas la evolución de uno de los dictadores más sanguinarios del pasado siglo XX en el mundo: Francisco Franco. El autor de Generalísimo. Las vidas de Francisco Franco 1892-2020 (Galaxia Gutenberg) es en la actualidad uno de los mayores expertos en las guerras civiles europeas y la guerra civil española. Ha publicado una decena de libros sobre estos temas. Doctor en Historia por el IUE de Florencia, es además investigador en ICREA Acadèmia y catedrático acreditado en la Universitat Autònoma de Barcelona.

El subtítulo es ya en sí toda una declaración de intenciones, ya que sitúa “las vidas” del dictador hasta nuestros días, 2020. ¿Por qué?

Porque el libro trata no solamente de la biografía de Franco, sino también de cómo ha sido narrada, de cómo se han construido diferentes biografías, de cómo se han levantado arquitecturas narrativas míticas alrededor de su biografía tan potentes cuanto la vida real de Franco. Por eso lo llamo una “metabiografía”: una biografía de biografías.

De Paquito a Criminalísimo pasando por Comandantín, General, Su Excelencia o Caudillo. ¿Un hombre tan pequeño de estatura para una vida tan larga dan para tanto nombre?

Y para más. El uso de los nombres me ha servido como hilo conductor, porque a cada época se le puede atribuir una denominación de Franco, con sus mitos adheridos: el niño tímido pero determinado y predestinado para el poder, el militar invencible de Marruecos y de Asturias, el disciplinado general de la República o el apesadumbrado conspirador cuando según él no queda más remedio que dar un golpe de Estado, el “jefe natural” tocado por Dios, el padre de la paz, el garante del bienestar… para cada época al menos un nombre, y para cada nombre una batería de mitos. Aunque me haya dejado unos cuantos en el tintero.

Incluso sus hagiógrafos lo elevan infinitamente más en sus denominaciones. ¿Por qué su ominosa sombra es tan alargada?

Ser la clave de bóveda del régimen que ocupa la mitad del siglo XX español, el referente europeo en la contrarrevolución internacional, el único fascismo resistente a 1945, el hombre puesto por la providencia para salvar a los españoles, según la propaganda y sus biógrafos… si no Franco, ¿quién puede proyectar una sombra más alargada?

¿Qué circunstancias concretas se dieron para que Paquito se convirtiera en Criminalísimo con el paso de los años?

Muchas y de diferente índole. Sin duda, una fabulosa ambición. También mucha suerte en determinados momentos clave de su ascenso al poder. Por supuesto, una -reconocida por todos- capacidad inusual para el sacrificio, propio y ajeno. No pocas dosis de desempatía hacia su entorno, lo cual no quiere decir que fuese un desalmado sin sentimientos, sino que tenía muy claros los fines que perseguía y no paraba en mientes hasta conseguirlos. Eso es lo que lo convierte, en la nomenclatura antifranquista, en “criminalísimo”, pese a que quepa discutir mucho su agencia omnipotente -así lo muestran por igual críticos y panegiristas- a la hora de la aplicación de las políticas de violencia en su España.

“De mi propio cuño, he creado la denominación de “Ejército de un solo hombre”, una especie de traducción literal de la expresión inglesa One man’s Army. Creo sinceramente que Franco lo fue”

¿Fue Franco un ‘producto’ del convulso tiempo que le tocó vivir con unas características made in Spain muy sui generis?

Por supuesto que es un resultado de un contexto histórico determinado, pero ni muy sui generis, ni exclusivamente español. La suya es una guerra personal de diferentes estratos, la del orgullo nacional y las colonias, la contrarrevolucionaria, la de la lucha contra la antiEspaña, la del anticomunismo, la del nacionalcatolicismo de base providencialista cercana a una suerte de teocracia fundamentalista, en la que Franco no está solo. Es el resultado de su tiempo y su lugar, pero también es un hijo del siglo XX.

¿De qué fuentes primigenias bebió para ostentar el papel de criminal que la Historia le ha reservado en un lugar de honor a nivel universal?

En esto los biógrafos de Franco parecen tener una práctica unanimidad con la que yo no estoy de acuerdo. Se le muestra siempre inhumano y cruel desde las guerras de Marruecos, cual si esa crueldad se trasladase después por obra de su interiorización a las prácticas de violencia en la Península a partir de julio del 36. Pero yo creo sinceramente que su rango de detentor y ejecutor de un modelo de política de masas como el desplegado en el territorio de su control durante la guerra civil (el Sur hasta octubre del 36; España desde el 1 de octubre, cuando es elevado al rango de Jefe del Estado y Generalísimo) no está predeterminado ni teleológicamente inserto en su código genético, más allá de algunas determinadas visiones sobre el valor de la vida de sus soldados o de sus enemigos. Creo que toda esa praxis de violencia -asesinatos, políticas de ocupación, campos de concentración, trabajos forzados, cárceles, etc- son el resultado contingente de un contexto muy determinado, en el que Franco erige y construye su poder, su figura carismática y su naturaleza supuestamente irremplazable e irrepetible, pero que no necesita de fuentes. Es el resultado de una experiencia, y por tanto, algo perfectamente contingente.

Como recuerda en su libro, Franco no fue un suicida como Hitler ni murió ante un pelotón de fusilamiento como Mussolini. Falleció prácticamente un cuarto de siglo después entre cables en una cama de hospital. ¿Hasta para morir fue un dictador peculiar?

Sin duda, al menos comparado con sus compañeros de viaje de la contrarrevolución en Europa. Y eso nos habla mucho del grado de poder que generó y que le rodeó, de la idea providencialista de su caudillaje, de la importancia simbólica de mantener ese cuerpo con vida. Para Dalí, Franco era un santo, y creo que, para muchos españoles, su figura estaba ungida de santidad. Su hermana Pilar lo dirá un año después de su muerte: a Franco le dejaban peticiones de milagros cerca del ataúd.

Los restos del dictador ya no están en Cuelgamuros pero su estela sigue muy presente en cierto modo en la España de 2022. ¿Qué factores alimentan su ‘presencia’ actual?

No creo que su estela siga tan presente en la España de 2022. Franco es hoy carne de sensacionalismo y meme, nadie lo reivindica, y quien lo reivindica se expone a ser considerado una antigualla, un anacronismo, como la Fundación Nacional Francisco Franco. Otra cosa son los elementos de la cultura política del régimen. En una acertada analogía de Juliana, es como los isótopos radioactivos, que tardan más en desaparecer del aire que el foco emisor de radiación.

Su libro analiza la figura del dictador desde sus denominaciones. ¿Se atreve a añadirle una más a su interminable lista con la cual resumir a grandes rasgos qué supuso su paso por la historia de este país? ¿Cuál?

De mi propio cuño, he creado la de “Ejército de un solo hombre”, una especie de traducción literal de la expresión inglesa One man’s Army. Creo sinceramente que Franco lo fue. Y que para felicidad de muchos y desgracia de España, que no fue derrotado en su guerra personal.

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