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Francisco Brines, vida elegíaca hasta sus últimas consecuencias

El Premio Cervantes 2020, fallecido el pasado mayo, trabajó durante décadas en el poemario Donde muere la muerte, testamento ejemplar de su poesía cercana y sencilla

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análisis

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No pudo llegar a corregir las pruebas de este poemario póstumo pese a que estuvo 25 años de su vida encima de los 24 poemas que componen el último legado del Premio Cervantes 2020, fallecido este mismo 2021 en su Oliva valenciana natal. Deja un magistral Donde muere la muerte (Tusquets), que sin duda se convertirá en un inestimable cuaderno de bitácora para nuevos pasajeros de su poesía precisa, sensible, cercana y sencilla, como solo un amante del soplo sincero de la vida como era Paco Brines pudo concebir. Porque su concepción de la muerte no está muy alejada de la vida en sí, como atestigua el comienzo del poema que da título al libro: “Donde muere la muerte, / porque en la vida tiene tan sólo su existencia”.

Fiel a sí mismo desde sus primeras composiciones recogidas en Las brasas, a comienzos de la década de los 60, el poeta valenciano de la prolífica Generación del 50 sobrevuela todos los temas que han hecho de su obra una de las más aclamadas de la poesía en español de las últimas décadas: la memoria de sus progenitores, su casa en Oliva, la infancia como recuerdo, la vejez como contrapunto inevitable, la siempre presente soledad… Y pese a su siempre presente tono elegíaco, la vida impone su presencia con toda su fuerza, a través de las señales de la naturaleza o de los propios seres humanos que acompañaron al poeta durante su vida.

Pese a su siempre presente tono elegíaco, la vida se impone con toda su fuerza, a través de las señales de la naturaleza o de los propios seres humanos que acompañaron al poeta

“Me llegan oleadas de amor, / acarician mi piel,/ y sé que es tu presencia / que me mira/ desde la ciega eternidad. / Te necesito, ven, / acerca mi cabeza hasta tus hombros, / mi cuerpo ya está anciano, / y si tú estás / lo miras como a un niño / que está creciendo aprisa, / como sube el rosal, / y son sus rosas bellas, / huelen y te acompañan.”, escribe en “Un aire en la terraza”.

Libro singular

Esta obra póstuma es un libro singular en su trayectoria poética, y marca sin duda un punto referencial que ilumina retrospectivamente toda su poética, iniciada allá por los sesenta del pasado siglo. Celebremos, en suma, este regalo que el poeta valenciano nos ha brindado poco después de su último adiós. Así lo querría él, un poeta sumamente vitalista que adoptó la muerte como compañera perenne de viaje para dotar a su poesía de un aire contradictorio pero iluminador. En “El vaso quebrado” canta: “Hay veces en que el alma / se quiebra como un vaso, / y antes de que se rompa / y muera (porque las cosas mueren / también), llénalo de agua / y bebe […]”. Así es Brines, pura luz.

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