sábado, 4mayo, 2024
27.4 C
Seville

Francia muestra a Pedro Sánchez lo que ocurre cuando se gobierna desde la incoherencia

Los resultados de la primera vuelta de las elecciones francesas son un serio aviso que el presidente español debería tener muy en cuenta: las clases medias y trabajadoras se están yendo hacia la extrema derecha por la incoherencia de la izquierda cuando llega al gobierno

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

El crecimiento exponencial de la extrema derecha en Francia no es un fenómeno que haya surgido de repente. Lleva décadas cocinándose y sólo hay una respuesta que responda a la pregunta «¿Por qué?»: la inoperancia y la incoherencia del Partido Socialista de Francia cuando ha gobernado.

Tras la crisis de 2008, el centro de gravedad de la política en Europa ha cambiado y los diferentes pueblos son muy críticos con lo que sus representantes políticos hacen cuando llegan al poder. La ciudadanía se ha dado cuenta del poder de su voto y ha decidido utilizarlo. Por esta razón, los partidos tradicionales que configuraron las democracias modernas tras la II Guerra Mundial, sufren en castigo constante de los votantes porque, al fin y al cabo, han gobernado durante décadas en un turnismo casi perverso que ha llevado a los viejos partidos socialistas a una socialdemocracia que no es otra cosa que la versión «medio progre» del centro derecha y del neoliberalismo.

La crisis económica de 2008 y la provocada por la pandemia han generado tanta desigualdad que la sociedad se ha vuelto a polarizar desde un punto de vista político y ante esa polarización los viejos partidos socialdemócratas del centro y del norte de Europa y los socialistas del sur no hacen más que perder relevancia.

Los partidos socialdemócratas tuvieron su mayor éxito durante el periodo que va desde el final de la II Guerra Mundial hasta la llegada al poder de Ronald Reagan y Margaret Thatcher porque suponían una opción progresista cuya ideología podía ser aprovechada por las élites económicas, financieras y empresariales como contrapeso del comunismo soviético tras la renuncia de la Internacional Socialista del marxismo y la aceptación de la convivencia del ideal socialista con el capitalismo.

Sin embargo, el recrudecimiento del liberalismo impuesto por el norteamericano y la británica, el relajamiento ideológico buscando el voto de las clases trabajadoras de rentas medias siguiendo la creencia de que la llave de la puerta del poder está en ese invento del centro, la coincidencia Grupo Socialista en el Parlamento Europeo con el Grupo Popular o al grupo liberal, el gobernar en coalición con partidos conservadores, y, sobre todo, la incapacidad demostrada para afrontar las distintas crisis sin atentar contra la ciudadanía ha hecho que ésta vaya abandonando poco a poco a los partidos socialistas/socialdemócratas. En algunos países, como Grecia, el PASOK desapareció del mapa en favor de la confluencia de izquierdas Syriza. Ahora ha ocurrido en Francia en favor de Marine Le Pen.

Los ciudadanos ya ven en los partidos socialdemócratas una parte más del frente neoliberal y han perdido la credibilidad necesaria para que aquéllos lo vean como una opción válida para resolver sus problemas.

El golpe dado a las democracias por las élites económicas ha provocado que la ciudadanía que no quiera grises, o blanco o negro, porque en los extremos es donde ven las soluciones. Los ciudadanos ya no quieren centros políticos que no son más que la coartada para que los poderosos siempre ganen la partida mientras el pueblo se empobrece y pierde derechos. Los viejos partidos socialdemócratas o socialistas no han entendido esto y se han presentado con líderes que se mostraban como la solución progresista cuando, en realidad, eran más neoliberales que los originales. Nombres como Manuel Valls, Matteo Renzi o Pedro Sánchez son la personificación de lo anterior.

Si a este abandono de las opciones tradicionales de la izquierda se suman los discursos de quienes se están beneficiando de ello, en los que el pueblo escucha precisamente lo que quiere oír, o lo que espera de sus representantes políticos, entonces se entenderá un poco más lo que está ocurriendo en Europa.

Tras la crisis de 2008, no en todos los lugares el comportamiento de las bases que antes apoyaban a los socialdemócratas/socialistas es el mismo.

En el sur de Europa surgieron multitud de movimientos, plataformas o partidos nacidos de la indignación de las gentes ante las consecuencias de la crisis y de la falta de respuestas que la clase política daba a sus problemas, además de la sumisión de ciertos gobiernos a las condiciones impuestas desde instituciones supranacionales que no habían sido votadas democráticamente.

Era el tiempo de las intervenciones por parte de la Unión Europea a países como España, Grecia, Portugal o Irlanda. En España coincidió con el incremento del desempleo derivado de la explosión de la burbuja inmobiliaria creada por el Partido Popular y de la falta de reflejos del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero para paliar los efectos de la crisis con políticas eficaces.

Organizaciones como Podemos, el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo, el Bloco portugués de Catarina Martins o la Syriza de Alexis Tsipras ganaron apoyos sobre todo de los antiguos votantes socialdemócratas y, sobre todo, de las nuevas generaciones que se incorporan al censo con derecho al sufragio y que no ven en los viejos partidos socialistas la solución a sus problemas.

Esos partidos, populistas y radicales supuestamente de izquierda, fueron más allá en sus propuestas de lo que irían las formaciones con mayor tradición y experiencia política.

Mucho de lo que defendieron esas nuevas organizaciones, muchas de sus propuestas, ya estaba dentro de los programas de los socialdemócratas/socialistas y la traición a esos principios ha llevado a la ciudadanía a decidirse por apoyar a lo nuevo porque ya saben cómo va a funcionar lo que conocen.

No obstante, cuando estas formaciones populistas o de extrema izquierda han tocado poder han demostrado ser inútiles y han provocado la decepción absoluta del votante progresista que, por desgracia, en vez de retornar hacia los tradicionales se han marchado al populismo de extrema derecha. Eso es lo que ha pasado en Francia y pasará en España.

Este hecho es muy peligroso porque la historia nos ha demostrado cómo estas opciones suelen gestionar los Estados cuando llegan al poder. España, Francia, Austria, Holanda, Alemania, Hungría o Polonia ya tienen sobre sus cabezas la espada de Damocles de los partidos de extrema derecha que defienden valores totalmente antitéticos a los democráticos por mucho que en sus discursos muestren otra cosa.

Como ya ocurrió en la década de los años treinta del siglo XX tras una grave crisis económica, estos partidos se visten con la piel de cordero para lanzar un mensaje a los ciudadanos en los que ofrecen todo aquello que han perdido a causa de la crisis: empleo, seguridad, orden, etc.

Entre esos mensajes que son bien recibidos por colectivos que en otras condiciones hubieran sido votantes de las opciones representadas por los partidos socialdemócratas y de izquierda, incluyen su adoctrinamiento contra la inmigración, contra los refugiados, contra el propio sistema democrático o contra las instituciones europeas y a favor de un nacionalismo exacerbado que lleva implícito un autoritarismo dictatorial.

La falta de respuestas de la izquierda es la gasolina que alimenta el motor de la ultraderecha ya que los ciudadanos se han visto desamparados por quienes deberían defender y garantizarles la defensas de sus intereses reales.

Se pudo comprobar en las elecciones americanas de 2016, con la victoria de Donald Trump, un hombre absolutamente nefasto pero que despertó esperanzas para romper con el stablishment y las élites. Esto es lo que puede pasar ahora en la segunda vuelta de las Presidenciales francesas. Nadie tiene la seguridad de que los votantes de Jean-Luc Mélenchon o del viejo Partido Republicano vayan a votar a Emmanuel Macron.

En España se está en un momento similar aunque los analistas no quieran verlo o vean que el crecimiento de Vox, de momento, no es suficiente para alcanzar el poder. Ya, de momento, están el gobierno de Castilla y León y de la Región de Murcia (en este caso oculto en tránsfugas). Ya, de momento, cuentan con el apoyo de más de 3,5 millones de ciudadanos que les votaron en las elecciones generales de 2019. En los sondeos siguen creciendo a costa, no del Partido Popular o de Ciudadanos, sino de los ciudadanos defraudados por Pedro Sánchez y por Unidas Podemos.

La extrema derecha puede llegar al poder en Francia porque el viejo Partido Socialista no fue fiel a sus principios y no profundizó en la aplicación de los valores máximos que marca su ideología. El resultado, apenas 600.000 votos.

En España se va por el mismo camino porque no es sólo un problema de indefinición o traición ideológica por parte de Pedro Sánchez sino que el verdadero inconveniente es su falta de soluciones ante este ataque contra todo lo que tiene relación con la protección de las clases medias y trabajadoras.

El viejo socialismo o la socialdemocracia tradicional (no la 2.0 que no es otra cosa que una rama más del neoliberalismo) no han sabido entender que las élites están masacrando a las democracias. Los antiguos modelos o estrategias de redistribución de la riqueza o de los beneficios del capitalismo ya no sirven. Ahora es el momento de frenar a esas élites y de saber generar riqueza desde la riqueza de las clases dominantes que garantice el mantenimiento del Estado del Bienestar. ¿Alguien piensa que Pedro Sánchez sabe cómo hacerlo? Sus actos demuestran su ignorancia también en este aspecto.  

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído