viernes, 26abril, 2024
18 C
Seville

Expectativas, las madres de las frustraciones

Gonzalo Osés
Gonzalo Oséshttp://www.gonzalooses.es
Soy abre puertas, se me da bien conectar necesidades con soluciones. Me rijo por tres frases: la de mi madre “la vergüenza pasa y el provecho queda en casa”; la de mi padre, “la persona más feliz es la que menos necesidades tiene”; y la mía, “para crear valor hay que tener valor”. En plan profesional, soy FEO (Facilito Estrategias Operativas), cofundador de Xaudable, conecto innovación con el mercado, mentor y docente en @eoi y @SEK_lab. Emprendedor con mi startup de comida rápida saludable. Autor libro “abre puertas, cómo vender a empresas”. Miembro de @Covidwarriors. En otras décadas organicé en IFEMA la feria Casa Pasarela y fui gerente de un concesionario oficial en Madrid de motos Honda. Licenciado en Dirección y Administración de empresas por CEU San Pablo, diplomado en diseño industrial por IED (Instituto Europeo Di Design), master de comunicación aplicada en Instituto HUNE.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

A las 00:05 del día 1 de enero recibía la primera videollamada de este año con mis padres. En ella, mi padre me preguntaba qué expectativas tenía para el primer trimestre, con más razón de lo habitual, teniendo en cuenta lo recurrente que es esa forma de medir el valor de una startup. Mi respuesta fue clara: «¿expectativas? ¡Ninguna! Tan solo hacer».

Sé a dónde voy y qué vericuetos transitar y puentes crear para llegar, pero, como buen optimista, sé la frustración que se siente cuando llegas y nada es cómo lo habías imaginado. De hecho, al emprender te topas con sorpresas diarias de lo más variopinto y aprendes a relativizar y a ser resiliente.

La frustración es una consecuencia derivada del hecho de ponernos objetivos inalcanzables, heredados tanto del modelo educativo basado en el lema «si sacas tal nota, estudiarás la carrera que anhelas», como en el modelo económico tipo «si consigues ese empleo, podrás pagar la hipoteca».

En la misma línea que las expectativas de las vacunas contra la Covid19 han hecho que la bolsa de Nueva York cierre en positivo, mientras los seres humanos nos relajamos y, probablemente, en dos semanas, volveremos a frustrantes restricciones. Por no hablar de que es más fácil manipular a personas frustradas, como demuestran los populismos, que a las que están en paz consigo mismas.

Y pienso yo, ahora, a los 45: para expectativas, las que tenía la primera Nochevieja que salí de fiesta con 15 años, pensando que iba a descubrir un universo nuevo, y lo que descubrí es que el alcohol aguanta más que yo y al día siguiente no vales para nada.

No sé si éste es un atisbo de madurez, pero es la primera vez que me he quedado una Nochevieja solo en casa, sin necesidad de que me adoptaran una familia o unos buenos amigos, como me ocurrió en Nochebuena y Navidad. Por primera vez en mi vida, he pasado de año tranquilo, en paz conmigo mismo, disfrutando de mi profunda, alegre y digital soledad.

Cociné con mimo, cené en chándal, vi una peli, me tomé las uvas con Ana Obregón, disfruté de la videollamada de mis padres y de otra llamada con una persona cercana, whatsappeé y aproveché que mis vecinos tiraron fuegos artificiales para enviar un mensaje de paz en mis redes sociales. O sea, estuve disfrutando de la alegría contenida de mis familiares y amigos.

Sobre los propósitos de año nuevo, como me dijo Ana Lorenzo para la columna de Lo positivo del coronavirus, citando a  Viktor Franz, el autor de El hombre en busca de sentido: “la vida no se hace insoportable por las circunstancias, sino por la falta de propósito”.

Mi propósito, desde hace un año y medio, es comercializar un tipo de comida que no existía. Puesto que esto ya es una tarea indómita, carece de sentido crearme expectativas. Prefiero anticiparme al problema, recordando las palabras de Javier Iriondo en su libro La vida te está esperando: «si quieres cambiar algo, primero acéptalo tal como es».

En paz, 2021.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

1 COMENTARIO

  1. ¿y si no tienes ninguna expectativa para que hacer nada?
    Parece un contrasentido no esperar nada y hacer algo, porque siempre que se hace algo se espera algo: por lo menos que salga bien, guste, de dinero, etc.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído