viernes, 26abril, 2024
13.6 C
Seville

Escudo social y verde, para proteger a la gente y defender la paz

- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Si con la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus, se estableció un escudo social, las consecuencias de la guerra, por la invasión de Rusia a Ucrania, deben hacer saltar los resortes institucionales necesarios, para que el Gobierno despliegue una batería de medidas que protejan a la ciudadanía; porque España se enfrenta a una nueva crisis justo cuando las familias comenzaban a superar las peores consecuencias económicas y sociales derivadas de la emergencia sanitaria.

Durante la COVID-19 se demostró que se pueden aplicar políticas públicas valientes para proteger a la ciudadanía en tiempos de crisis y, ante la incertidumbre que provoca el actual escenario, es necesario aprobar un nuevo escudo social y verde que proporcione certezas a la gente, proteja su bienestar reforzando los servicios públicos y avanzando en nuevos derechos, y acelere las transformaciones profundas que nuestro país lleva años postergando, en opinión de la secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra. Ha advertido de que los efectos económicos del conflicto pueden golpear de manera muy dura a las familias, sobre todo a las más vulnerables, y ha desgranado cuáles son las medidas propuestas por su partido para evitar que las consecuencias sean catastróficas.

El escudo social y verde que propone Podemos, se basa en cinco grandes ejes que contienen diferentes acciones: Plan de Emergencia Energético. Pacto de derechos feministas y sociales. Proteger el tejido productivo, especialmente a las PYMES y al sector primario. Apostar por la Paz y construir una Política de asilo y refugio alineada con los Derechos Humanos. Frente a la involución de la guerra, avances democráticos

El nuevo escudo social y verde representa una oportunidad para responder a la involución democrática que propugna la derecha con nuevos avances que mejoren la vida de la gente. Además de un pacto energético, es necesario un nuevo acuerdo que amplíe los derechos feministas y sociales y apueste decididamente por un sistema estatal de cuidados, aprobar ayudas a las pymes y al sector primario para que afronten con certidumbre las dificultades económicas, avanzar en políticas públicas que reflejen que España es un país de acogida y profundizar en nuestra calidad democrática.

El primero de los ejes, consiste en desplegar un plan de emergencia energético que se base en varias acciones, como un duro recorte adicional de los denominados beneficios caídos del cielo de las eléctricas, así como la desconexión del precio del gas de la fijación de precios en el mercado mayorista eléctrico.

No es momento de parches, ni de volver a pedirle a la gente que posponga sus urgencias; es tiempo de abordar los problemas desde su raíz. No sirve, como ha hecho el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, pedir a las familias de la Unión Europea que bajen la calefacción en sus casas para consumir menos gas ruso.

Podemos considera que el coste de esta crisis no puede recaer una vez más sobre sobre la gente: es hora de que las grandes empresas y las grandes fortunas aporten lo que les corresponde. El nuevo escudo social y verde debe servir para aprobar una reforma fiscal progresiva que sostenga nuestro Estado del Bienestar y debe actuar con urgencia sobre los injustificables beneficios de las eléctricas, que en tiempos de guerra multiplican sus ganancias gracias a un mercado eléctrico diseñado a su medida.

Asistimos a un shock económico, social y político causado por la guerra y las sanciones económicas contra Rusia, que conllevarán a una reducción de las cantidades de gas y petróleo exportadas, un incremento de precios de los combustibles fósiles y una reducción de la oferta de otras materias primas (aluminio, cereales, fertilizantes, aceite de girasol, algunos semiconductores…), así como avance de los planteamientos políticos más reaccionarios, que siempre se hacen más fuertes en situaciones de conflicto bélico.

Todo esto, sumado al impacto del aumento de los precios de la energía que ya se venía produciendo, va a tener un impacto directo en nuestro sector primario, especialmente en las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas y ganaderas. La política económica española ante el reto que supone la crisis de la guerra en Ucrania debe ser económica, pero también es social y política. Hay que tomar medidas para proteger la economía, hay que actuar para evitar que las personas más vulnerables paguen el coste de la guerra.

Es necesario prorrogar las medidas del escudo social que se puso en marcha para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, como por ejemplo la prohibición de cortar los suministros básicos o la suspensión de los desahucios, y también recuperar algunas que han decaído recientemente, como las prórrogas a los contratos de alquiler para proteger a los inquilinos y evitar subidas abusivas. El incremento de los precios puede situar la inflación por encima del 6-7% en España durante el 2022, e impactaría a través de dos vías sobre los hogares y empresas.

El incremento de costes asociado a los mayores precios de la energía y otras materias primas, junto con la mayor incertidumbre, podría reducir el consumo de los hogares y la inversión de las empresas. Si esta reducción es profunda y duradera, se podría llegar a cortocircuitar la recuperación económica y la creación de empleo. La posibilidad de que los bancos centrales aumenten los tipos de interés con el objetivo de frenar la inflación también puede conducir a alimentar esta espiral. Las familias que tengan hipotecas pueden ver sensiblemente incrementada la mayor factura que pagan cada mes y las empresas tendrían muchas más dificultades para financiar sus operaciones. Por no hablar de que una subida en los tipos de interés podría tener efectos en el servicio de la deuda pública, dejando menos espacio a la inversión social, afectando a la capacidad de consumo de las mayorías sociales y contribuyendo al mismo círculo vicioso.

A los efectos macroeconómicos generales que tienen la capacidad de impactar en todos los sectores sociales y productivos, tenemos que tener en cuenta como afectan a sectores específicos de la economía. Ucrania es uno de los principales productores de cereales, oleaginosas y proteaginosas de Europa, y buena parte de los piensos animales que España importa para mantener funcionando su sector ganadero provienen de este país. Asimismo, Rusia es uno de los mayores productores de las materias primas necesarias para fabricar fertilizantes, los cuales dependen fuertemente del precio del gas.

La líder de Podemos Ione Belarra, defendió ante el Consejo Ciudadano Estatal de su formación, el NO a la guerra y el rechazo al envío de armas,, insistiendo en la necesidad de que la UE y los organismos internacionales se involucren en el diálogo entre Rusia y Ucrania. «Hemos vuelto a elegir el camino más difícil en un momento clave, pero creo firmemente que es el camino correcto. Hemos defendido las vías diplomáticas y pacíficas como medida más eficaz para acabar cuanto antes con la guerra en Ucrania».

Frente a la apuesta por el individualismo y el fervor belicista, la mejor política es aquella que nos cuida y nos permite seguir avanzando solidariamente. La solución a esta crisis no pasa ni por poner parches ni por aplazar una vez más los problemas de las mayorías sociales, sino afrontarlos de forma decida y desde su raíz. El Estado tiene que dar de nuevo un paso al frente, como lo hizo durante la pandemia, para construir un nuevo escudo social y verde que proteja a hogares y empresas.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

1 COMENTARIO

  1. El 80% del tejido productivo son pequeñas empresas y autónomos; el 20% medianas y grandes empresas.

    En los últimos 20 años España ha pasado de ser la 7 potencia industrial del mundo a ser la 14 y seguimos bajando puestos en el ranking industrial.

    Coincidiendo con este largo período de declive industrial el estado ha ido incrementando el gasto (financiándolo con deuda) de forma continua (en parte debido a las pensiones que hoy es la principal partida) y ha pasado de una deuda externa de 700 mil millones a 1,4 billones.

    El gobierno no tiene margen de maniobra para seguir aumentando la recaudación, ni puede aumentar la deuda pública por la que ya pagamos más de 30.000 millones de intereses anuales. (tres veces más que la partida de defensa).

    Aumentar los impuestos a las grandes empresas no conseguiría equilibrar las cuentas, y además podría provocar su huida (son las que lo tiene más fácil) perder más tejido industrial y recaudar menos.

    Los últimos gobiernos han venido cargando el peso de la economía sobre autónomos y pequeñas empresas a los han asfixiado con impuestos para nutrir las arcas. También han emitido leyes y normativas de todo tipo; unas sensatas y otras absurdas, para satisfacer a ecologistas, animalistas, feministas y hasta tierraplanistas.

    La gallina de los huevos de oro; las pequeñas empresas y autónomos (esas que están tomando la calle) están cada día más exhaustas y muchas corren el peligro de perecer si se les baja la ración de pienso y se les obliga aponer más huevos para satisfacer la exigencia desmedida del estado.

    Diez millones de pensionistas, algunos con 14 pagas de 2600 €, más tres millones de funcionarios unos y otros con salarios actualizables según la inflación, no puede ser mantenidos con los impuestos de las cada vez más pauperizadas empresas.

    Aumentar el gasto sin previamente hacer las debidas reformas para que los sectores que pagan los impuestos puedan seguir haciéndolo, sería matar a muchas gallina y en lugar de más huevos tendríamos menos.

    Ningún país puede vivir mucho tiempo por encima de sus posibilidades. España lo lleva haciendo demasiado y tiempo y eso a la larga puede resultarnos fatal. Si se hunde la economía quienes más sufrirán como siempre serán los más pobres.

    Hay que limitar el crecimiento de las pensiones, de los salarios de los funcionarios, recortar el despilfarro autonómico, y el de ONGS, embajadas, sindicatos y chiringuitos mil.

    Hay que racionalizar gastos público, y crear las condiciones para que las gallinas se repongan (están exhaustas) y puedan seguir produciendo huevos. De lo contrario como ocurre en todos los países con gobiernos populistas que solo se ocupan de recaudar, sin importarles quien va a producir la riqueza, al final lo único que quedará para repartir será la miseria.

    Con toda cordialidad; así es como lo veo yo.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído