Entrevisto a Oswald Aulèstia, considerado el «gran falsificador» de obras de arte de la Historia. Un pintor, que según los que le describen, ha sido capaz de realizar trabajos geniales, mejorando incluso a los propios autores que supuestamente, eran suplantados.
Una vida de película, en la que Oswald ha tocado el cielo, pero también, ha llegado a estar preso once meses en Chicago. Eso sí, la condena, pactada con la justicia estadounidense, fue por delito electrónico. Y es que nadie le ha denunciado jamás por otra cosa relacionada con las obras de arte, según nos cuenta. Eso sí, todos hablan del «gran falsificador».
Guarda el secreto sobre la paternidad de las obras que, posiblemente, vemos en exposiciones como realizadas por otros autores de renombre. Pero seguramente nunca sepamos cuáles son.
Nos muestra la imagen canalla, la del pirata, ese que se pierde entre las drogas, el sexo y el rock and roll. Pero despejada esa primera capa, Aulestia es mucho más. Un gran conocedor del arte, capaz de crear piezas que los expertos no consiguen confirmar quién ha pintado. Su don, su genialidad, nos abre la puerta a preguntarnos por el arte, por el valor y el precio, por la gran estafa que está, según él, «en todo, salvo en el amor de una madre por sus hijos».
La película sobre su vida que ganó un Goya
Adentrándonos en la persona, más allá del personaje, aparece un hombre sensible. Ansioso por vivir. Por beberse la vida a tragos sin pensar cuánto queda en la botella. Amante del conocimiento, de la filosofía. Una persona que, a pesar de haber sido perseguido por el FBI, la policía italiana, española, nunca se escondió. Encontrarle fue una misión casi imposible, e incluso, en la película documental que cuenta su historia, dirigida por Kike Maillo (ganador de un Goya), se puede ver el reconocimiento al genio de la pintura entre quienes buscaban su detención.
Su vida ha servido también para una serie de tres capítulos. Y para un libro.
Sus obras aún están colgadas en los pasillos policiales italianos.
Madonna, Al Pacino, Ricky Martin
Vivió la noche entre Madonna, Al Pacino (que además le compró un cuadro muy especial), Ricky Martin… y aprendió a pintar como pintaba Miró, Picasso. No solamente desde la técnica, sino desde el conocimiento de la persona.
Hablo con Oswald del arte, de lo auténtico, del miedo, de la libertad. De la vida, del amor, de Dios y de la muerte.
Ahora que se ha convertido en leyenda viva, las obras firmadas por él, las que por fin llevan su nombre, tienen por fin el reconocimiento merecido. Y pueden verse desde el 1 de abril hasta el 21 en la Mrs. Toolip Art Galleri, en Barcelona.
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