viernes, 26abril, 2024
19.8 C
Seville

En una democracia consolidada

- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Todavía sigo algo paralizada por el resultado electoral de Madrid. Reconozco que me esperaba una mayoría de la derecha, era lo razonable, pero una parte de mí tenía ese puntito de, no sé, ilusión porque algo nos sorprendiera para bien a la gente de izquierda. Y lo digo porque más allá de que sería la opción política que yo habría elegido, de haber votado en Madrid, lo que me hacía sentir una chispa de ganas de ilusionarme significaba que se le iba a plantar cara de manera colectiva a los agravios que se han producido.

No es cuestión de ideología, o al menos, de entrada, no. Que seguramente eso es lo que sea, pero voy a pensar que lo del respeto al adversario, en lo personal; que la capacidad de entender que ante todo y sobre todo, somos personas, todos, y que una cosa es dar la batalla política, la de la ideología, la de las ideas, y otra muy distinta la de querer reventar personalmente a una persona concreta olvidando la educación, la ética, los principios más básicos.

Quiero pensar que en un lugar donde los que afirman que vivimos en una democracia plena, sean capaces de comportarse como se comportan los que viven y participan en la esencia de una democracia plena. Porque lo que se ha visto en la política española en los últimos tiempos no sucede donde hay una democracia plena y consolidada. Sucede donde o bien no se ha consolidado una democracia, o bien va camino de debilitarse -y mucho-.

Trato de pensar con ojos de ciudadana de un país europeo donde la democracia está consolidada y sé muy bien que estaría alucinando al asomarme a España. Un país de la Unión Europea donde el exvicepresidente del Gobierno, el Ministro de Interior y la Directora de la Guardia Civil reciben sobres con balas y es noticia de un par de días, que además se utiliza en una campaña electoral como argumento contra las víctimas. Un país donde la corrupción borbotea y se está produciendo un juicio, grabado, escandaloso y aquí nadie se está enterando de lo que ahí sucede. Solamente titulares lejanos entre ruido de declaraciones políticas absurdas y vergonzantes, captando toda la atención mediática. Donde se organizan campañas mediáticas de auténtico acoso y derribo en lo personal, hasta la nausea. Donde se está permitiendo y fomentando un debate sobre el fascismo, como si eso pudiera ser algo que debatir en ningún sitio que sea una democracia plena y consolidada.

Sinceramente, se están viviendo cosas en este país que son tan atroces, que duelen hasta los ojos de verlas. Un país envejecido, con una generación que había dejado de implicarse en la vida política, a la que se señalaba por no interesarse por nada. Un país que necesitaba regenerarse y ventilarse, y que en 2013 aceptó que era tiempo de fomentar un debate político en el que intervinieran, también los jóvenes. Pues bien, uno a uno, les (nos) devoraron a todos. Y me incluyo porque yo estaba ahí, y lo viví. No es que me lo contaran, es que lo presencié: desde dentro del PSOE, desde los medios de comunicación y desde el cainismo de la izquierda. Y esa generación «joven» ha sido pisoteada y machacada por la generación anterior que se resiste a dejar su espacio. Es como una foto que evidencia el salto cronológico de quienes «hicieron» la «transición» a los que toca llegar, y los intermedios. Y como quiera que fuera que algunos de aquellos habían mamado del régimen anterior, ahora han hecho aflorar los comportamientos más antidemocráticos. Como al contrario, quienes de alguna manera sí se creyeron que esto era una democracia y se podía intentar generar una mayoría por el bien común, también se irritaron. Polarización lo llamamos. Pues polarización.

El caso es que con lo que estamos viviendo, dudo mucho que la gente mejor preparada, con principios, ética y capacidad de pedagogía tengan el más mínimo interés en aportar un carajo en esta política. Que es macarra, que es hueca, que vive a golpe de titular y mensajito en lugar de ser discreta y aparecer únicamente cuando el asunto sea lo suficientemente trabajado. Que se dedica a intoxicar al personal que en el día a día, tiene problemas mucho más importantes que solucionar. Y en la mayoría de los casos, requieren de acción política para encontrar salida. Pero nada, aquí todo es cuestión de tumbar gobiernos, ponerse mociones-zancadilla para dejarse comprar y dejarla con las corruptelas al aire. Porque están a lo suyo, convocan elecciones cuando no toca. Y no regeneran otros órganos porque son los de los jueces y aquí por lo que se ve, algunos no quieren molestarles.

En definitiva, que todo esto que estamos viviendo, para quienes pensábamos que vivíamos en una democracia consolidada, está siendo un chasco. Porque no gusta que valga todo. Porque no, en el fondo sabemos que dejarnos de hablar con colegas o con familia por hablar de política no es sano. Porque en las democracias consolidadas la gente es mucho más consciente del papel y la responsabilidad de cada uno y no frivoliza con las cosas serias. A lo mejor porque el show televisivo alrededor de la política que se ha generado en los últimos años, y sus beneficios económicos, suponen una mercantilización de la política como producto en sí. Y se vive como quien vive un partido de futbol.

Se ha perdido la dimensión de la importancia de las cosas que necesitamos. Se le ha perdido el respeto a la democracia, y por eso lo poco que sea que haya de ella, para algunos ya es plena y suficiente. Ellos siempre viven bien, haya democracia consolidada o sin consolidar. Sin embargo, para otros, la existencia de una democracia nos garantiza poder sobrevivir trabajando y esperando tener unos servicios públicos de calidad. No ansiamos mucho más que vivir tranquilos, tener salud, trabajo y poco más.

Ganar o perder elecciones es el juego. Evidentemente. Y desde esa verdad, respeto los resultados. Y trato de entenderlos desde la incomprensión que parezca que el juego sucio ha triunfado. Esta democracia, para consolidarse, no puede permitirse el lujo de reventar, uno a uno a sus políticos.

A no ser que piense que, como todo lo demás, ocurre en las democracias plenas y consolidadas.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

3 COMENTARIOS

  1. Ahora, que habéis echado al que se atrevió a decir que el rey estaba desnudo, nos enteramos que esto no es una superdemocracia al 101%. Un poco tarde para todos pero, lamentablemente y como siempre, principalmente para las clases bajas de este desgraciado pais.

  2. MAGNIFICO ANALISIS. QUE PENA HABER PERDIDO EL TIEMPO -GRAN PARTE DE MI JUVENTUD- PEGÁNDOLE PATADAS A UNA PELOTA Y TRATANDO DE SUBIRLE LE FALDA A TODA LA QUE SE DEJABA EN LUGAR DE HABERLO DEDICADO A ESTUDIAR Y AHORA PODER ESCRIBIR ASÍ.

  3. Beatriz España es una democracia consolidada eso está fuera de todo debate; la 19 democracia 12 puestos puestos por delante de la Bélgica de Puigdemont.

    Las amenazas a políticos es lo más corriente y se da en la mayoría de países, (descerebrados hay en todas partes) lo que ocurre es que no se suele utilizar como arma electoral como ha hecho la izquierda.

    Partidos de extrema derecha también hay en todas partes; en Francia el FN, en Alemania la AfD en Bélgica el Vlaams Belang partidos todos de extrema derecha que votaron a favor de Puigdemont en el asunto del suplicatorio.

    Lo que no hay en otros países europeos son gobiernos socialistas que gobiernen con separatistas supremacistas y amigos de los terroristas. Eso solo ocurre en España.

    Quienes como tú apoyan a golpistas supremacistas que pretenden segregar a los españoles por grupos étnicos (eso y no otra cosa es una nación para cada pueblo) no tienen autoridad moral ninguna para hablar de democracia.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído