viernes, 26abril, 2024
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En la caída del atardecer se hace visible el amanecer

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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Lo de incitar al lector a leer un libro es un acto que no es indiferente ya que se reflexiona sobre los libros que a uno le importan. Esto obliga a practicar un tipo de lectura muy especial, que no se parece en absoluto a la del mero lector ocioso ni a la detallada y analítica del estudioso académico. Al contrario, se trata de una lectura deliberadamente absorbente, inescrupulosamente sesgada, concentrada en determinados aspectos.

En el prologo que escribe Jordi Amat en el libro “Tres periodistas en la revolución de Asturias” están las claves sobre el libro que nos ocupa “La conjura de los irresponsables”. En él escribe: “Gazíel observaba, meditaba y opinaba para influir. Y lo hacía como un auténtico intelectual, es decir, como una conciencia crítica de la de la actuación de las fuerzas políticas burguesas y liberales”. Amat tiene todas estas cualidades, además de ser un investigador sagaz, pero las utiliza de un modo más adusto. 

La obra de John Kennedy Toole “Una confabulació d’imbècils” le sugiere el título de su ensayo “La conjura de los irresponsables”. Como buen periodista sabe que la batalla de la información se gana siempre al principio. Así dicho, hay un pacto secreto que es lo que sugiere la conjura. La conjura es el resultado de la acción de dos o más personas, las cuales, se ponen secretamente de acuerdo para perjudicar a un tercero y además son irresponsables. Esta doble negatividad del título es imposible de revertir y quedas noqueado de entrada.

Aún así sigues leyendo porque Amat es garantía de buen hacer y merece el esfuerzo. Su objetivo principal se expresa en las primeras páginas.

De una manera acrítica se ha asumido que la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatuto de Autonomía fue el punto de inflexión que hizo mutar políticamente la corriente central de la ciudadanía de Cataluña. Una mutación que ha puesto en crisis el sistema político catalán y la estabilidad institucional española. Más que una verdad, es un tópico”. Y añade:

“Se trata de intervenir en el debate público desde la historia reciente, más para comprender que para tomar partido, porque es irresponsable legitimar esta explicación sin más”.

Lo fácil seria verlo así. Pero la palabra significativa es respeto: como la palabra indica significa volver a mirar o mirarlo dos veces y entonces percibes que lo que importa, no es la sentencia (quien tiene el poder es el que sentencia en última instancia) lo que importa como siempre es como se ha llegado a ella y lo que sabemos (la quiebra del tribunal) no puede gustar a ningún demócrata.

El consenso es otro punto básico del ensayo. Entiende la política como búsqueda del consenso. Sí claro, el consenso siempre es necesario, pero el que Amat sugiere es el de beneplácito. El consenso en democracia no puede ser de otra manera que como tensión. El pensamiento, el equilibrio, la armonía, el consenso sólo es auténtico si es el resultado de la tensión de contrarios. El consenso sin tensión es aparente. La tensión es el estado de perfección.

El tercer punto en importancia del que habla Amat es la necesidad, como él dice, de hacer política en lugar de relato. El relato nos aleja de la realidad, afirma, y la política es la misma realidad. Esto le impide ver gran cantidad de gente anónima movilizada. Con lo cual no puede percibir que el ciudadano es el ejemplo del triunfo de la esperanza sobre la experiencia, es decir, una pasión no relacionada con el éxito. No percibe la fuerza de las movilizaciones de los ciudadanos y su sentimiento de comunidad nacional.

Lo ideal de lo que hemos convenido en llamar “procés” hubiera sido conocerlo y vivirlo desde dentro y luego explicarlo desde fuera. Amat explica bien desde fuera y es en el epílogo, en el amanecer, por primera vez, que habla desde dentro. Cuenta que debido a un correo electrónico de un catalán de Mallorca en el que le dice: “si puedes votar por mí aunque sea en blanco, hazlo”. Amat el día 1 de octubre fue a votar.

Escribe: “No puedo compartir su ilusión porque dudo que el contexto posibilite la independencia postmoderna, pero tampoco puedo negar el dolor que se ha sembrado. La ola de indignación emocional va haciendo huella. Hay batallas en las que tú no estás de acuerdo, pero las cosas son tan importantes que yo debo de estar allí”.

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