Emergencia social y económica

En estos tiempos de emergencias y alarmas, tal vez sea conveniente recordar la situación en la que se encuentran numerosos conciudadanos, tal vez haya llegado el momento de subrayar y hacer bandera de las nulas perspectivas de presente y sobre todo de futuro de buena parte de los habitantes de este país llamado España.

En primer lugar conviene señalar que la tasa de pobreza severa, según datos de la propia AIReF, es la segunda más alta de Europa. Sólo nos supera Rumanía, y la tasa española, del 7 %, duplica la media europea, que se sitúa en el 3,5 %.

Para entender esta realidad, debemos recordar que el número de parados en España se sitúa por encima de los tres millones doscientas mil, que muchos de ellos son parados de larga duración, con especial incidencia entre los mayores de cincuenta años, y sobre todo que el empleo creado en los últimos años se basa principalmente en la precariedad y el subempleo. Y es que España es el país de la UE con mayor porcentaje de trabajadores pobres. Casi el 15 % de los hogares en los que hay al menos uno de sus miembros trabajando vive bajo el umbral de la pobreza según datos de la propia OCDE. Algo que se explica, además de los bajos salarios, por la lamentable realidad de que un 9,3 % del total de los trabajadores del país tiene un empleo a tiempo parcial no deseado, una cifra que triplica la media de la OCDE, y que implica que seis de cada diez trabajadores en España con un empleo a tiempo parcial desearía tenerlo a tiempo completo. Si añadimos que el sueldo más frecuente en España no llega a los 17.500 euros al año tenemos las principales pinceladas del lamentable retrato de la situación de nuestro país.

Además, debemos incidir en que, según un reciente informe de Caixa Bank, el 20 % de la clase media española, situada estadísticamente entre los que ingresan 13.500 euros y 36.200 euros al año por el INE (curiosa definición de clase media; ¿no habría que hablar mejor de clases medias bajas y bajas o de aquella palabra llamada proletariado?), tienen dificultades para llegar a fin de mes. Y uno de cada tres confiesa que difícilmente podría hacer frente a un gasto imprevisto. Y mientras, el número de ricos y su riqueza se ha disparado en España. Así, si el grueso de la población española se ha empobrecido, afronta el futuro entre la precariedad y la incertidumbre, resulta que desde el 2008 el número de millonarios ha aumentado un 76 % en nuestro país. Se dice pronto.

En esta perspectiva, tengamos presentes los recortes en Sanidad y Educación, los dos aspectos fundamentales que garantizan la igualdad de oportunidades, que tenemos unas tasas universitarias más caras que las de Francia y Alemania, las menguantes becas. Tengamos además en mente una reforma laboral que sólo ha traído pobreza, precariedad y desigualdad, la Ley Mordaza, o el pensionazo en toda regla que se prepara y que completará el ya perpetrado. ¿Hay o no hay motivos pues para la emergencia, para la alarma económica y social? ¿Hay motivos cuando además sabemos que la robotización afectará brutalmente al empleo de este país, que ya lo está afectando?

Y ahí tenemos a la élite española, a su establishment, cómoda con esta situación que ni le afecta ni le quita el sueño. Lo que al parecer le quita el sueño, a ella y a sus correiveidiles y estiralevitas, es que alguien intente hacer frente a este alarma social y económica, que alguien se crea que vivimos de verdad en una Democracia y que esta situación ni se puede ni se debe consentir.