Nuestra amada patria siempre se ha adelantado históricamente a los grandes acontecimientos. Antes, de que imagináramos una guerra contra la Yihad, nosotros teníamos nuestra Reconquista pelayiana; antes de que los WASPs soñaran con ser USA, nosotros ya éramos los americanos; antes de que Adolfo decidiera una solución final, ya nosotros habíamos machacado y defenestrado a los judíos ibéricos; y, fíjense, porque es posible que les suene este Trump aunque en desaborido y protestante tedesco: ¡Donald Trump es el Jesús Gil de NYC!

Aclaro, no sea que me lluevan las acusaciones: yo no soy precisamente ni trumpiano ni gilista, tengo claro lo que estos prósperos empresarios han sido y son, pero tampoco ciego y algunas de las primeras decisiones de este Presidente (al que todo el mundo llama “Magnate”) incluso las he defendido por escrito y firmado en campañas para conseguirlas: por ejemplo la pelea contra los dos grandes tratados comerciales internacionales que querían vertebrar la liberalización de los mercados al estilo estadounidense, para mayor gloria de su Capital y de los aprovechados de turno en el resto del planeta; los motivos para él y para mí son diferentes. Y, prepárense para admitirlo, el tío pretende el Big Crunch económico que necesitamos… frente a la expansión: la contracción.

Aclaremos un poco; que Hitler fue un majara totalitario y asesino de masas es un pleonasmo; pero un tipo así se retroalimenta de unas circunstancias sociales, históricas, sin las cuales no es posible su eclosión, las causas y efectos lineales sabemos hace mucho que sólo sirven de explicación a los providencialistas que aún aspiran al Deus ex Machina que dé razón de todo, en el fondo es cantar la grandeza de una Historia construida por “titanes”… tanta simplificación no aclara nada en realidad, todo es complejo e impredecible (caótico).

Lo digo porque es fácil afirmar que Trump o los neofascismos antieuropeos coinciden con las aspiraciones de los movimientos izquierdistas, y que el liberalismo incólume se mantiene inocente de tan escandalosas derivas radicales… pero ésta (seré bruto) es una afirmación criminal porque el sufrimiento de las clases sin capacidad de inversión (que son mayoría social) lo han generado ellos (aquí el PPSOE): pobreza energética y explotación sin compasión por parte de las eléctricas (amparadas en un Mercado sin culpa), incremento del turismo en España sin repercusión ni en las cifras de contratos ni en el incremento patrimonial de los contratados (y el delito subyacente de malversación de fondos públicos empleados en la promoción turística), el incremento de la actividad en el negocio de la prostitución (esclavitud a veces inconsciente), desestructuración de la economía productiva y exaltación de la especulativa, suicidios, muertes por deterioro de la Sanidad Pública, analfabetismo funcional de generaciones abandonadas en un Sistema Educativo más encaminado a la generación de maquinaria y residuos sociales que de personas, deshaucios y pobreza sistémica de subsistencia… sin entrar en la colaboración internacional con crímenes de lesa humanidad, conocidos (e ignorados voluntariosamente) por todos.

Nuestros “listillos neocon” dicen que Trump se equivoca, que el proteccionismo económico impregnado de una cierta intención autárquica van a provocar la pérdida de beneficios de las grandes corporaciones y por tanto el freno de su capacidad para invertir; que el capitalismo financiero (esa burbuja global) va a seguir ejerciendo su fuerza; que obligarles a trabajar en su país es enfriar los negocios, y amparándose en esas leyes económicas (nunca se cumplen) que establecen una armonía entre crecimiento y creación de empleo: generará más paro…

Pero aquí viene nuestro Big Crunch; la única verdad liberal que yo me creo es que la economía sólo obedece al instinto irracional del egoísmo más infantiloide, esto es: ante la nada o los beneficios, elegirá los beneficios…. ¿se van a hacer chinos o hindúes los gerentes de las grandes corporaciones norteamericanas abandonando su país? Si Trump realmente impone aranceles e impide la vuelta de la riqueza especulativa a los USA: no tendrán opción, habrán de frenar la velocidad a la que les llegan las ganancias, estará pinchando esa burbuja de Monopoly y les forzará a atravesar una etapa de transición con alguna pérdida (ríanse de la ruina de los ricos) para volver a confiar en el consumo interno dando trabajo a los habitantes de su tierra; poco a poco esto devolverá la economía a la productividad, a la competitividad real, a la calidad y a la protección de los trabajadores, poniendo fin a esta locura desaforada del mercado global…

Llámenme loco, Trump es extrema derecha pero no gana las elecciones por eso, sino por usurpar el discurso de un progresismo desaparecido en combate que ha dado por perdida la batalla contra el Mercado. Quienes lo ponen de Presidente son 63.000.000 de votos que quieren soluciones para problemas reales y han visto cómo la política tradicional les traicionaba y los vendía a los postores mejores. Estamos a tiempo para aprender la lección en Europa: o construimos una izquierda de verdad o los ideólogos del fascismo tienen el camino expedito; y no porque ofrezcan las mismas soluciones (éste es el discurso que lo genera, al fascismo le abre la puerta el abandono del Estado del Bienestar), sino porque las condiciones históricas son iguales para todos, sea la izquierda sea la derecha.

Una globalización pensada sólo para el Capital, un “dejar hacer, dejar pasar” sólo para los mercados, está destruyendo el planeta y empobreciendo las zonas que tenían la oportunidad de ayudar a los que ya eran pobres, en una locura que sólo puede terminar con enfrentamiento. La única alternativa a esto es parar el crecimiento, volver a sistemas económicos menos expansivos (la contracción), volver a la regulación de los Estados o, por contra, a una desregulación real en la que las empresas no disfruten ni de ayudas ni de ventajas por parte de los Gobiernos y sus leyes (el dinero de los Estados se gasta de verdad en obras y gestiones que facilitan la creación de negocios que después arrasan con los beneficios).

O volvemos a las autarquías y al nacionalismo (Trump) o vinculamos los movimientos económicos a la promulgación de derechos humanos y ciudadanos (en todo el mundo) que eviten el abuso; la mentira según la cual la economía se regula sola de forma justa o que el crecimiento económico conduce a las democracias son la pesadilla de la que estamos despertando, el Capital por sí mismo sólo conduce al envilecimiento y a un discurso justificador que acoraza a un Poder disfrazado de Libertad, que nos controla y explota por nuestro propio bien.

Hace tres o cuatro años lo veíamos claro: si el euro sólo había servido para enriquecer a los ricos, si Europa sólo era un club de campo para una élite política y pseudointelectual, si la Monarquía era una gilipollez, si el Gobierno no respondía a las demandas ciudadanas, si el dinero público había de ser auditado absolutamente e impedir su dilapidación, si la profesionalización de la política era un cáncer de la democracia, si los servicios públicos se estaban desmantelando ante la estupefacción ciudadana, si todo esto estaba ocurriendo y muchos vimos la necesidad de devolver la ideología a la gestión pública por el bien de la mayoría… ¿qué ha cambiado? A tomar por culo todo.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre