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El valor de la Concordia y la unidad

Óscar Iglesias Fernández
Óscar Iglesias Fernández
Profesor de Sociología de la UNED
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análisis

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El año pasado, antes de la pandemia, en España, el 25,3 por ciento de la población estaba en riesgo de pobreza o exclusión social (tasa AROPE). En los hogares: el 7,4 por ciento de ellos llegaba a fin de mes con “mucha dificultad”; el 33,9 por ciento no podía afrontar gastos imprevistos; el 33,4 por ciento, no podía ir de vacaciones al menos una semana fuera de casa al año; y el 6,9 por ciento, tuvo retrasos en abonar gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, electricidad, comunidad…), según la Encuesta de Condiciones de Vida que realiza el INE.

Junto a lo anterior, había una tasa de abandono escolar del 17,3 por ciento y las familias con menos recursos eran las más afectadas. Incluso se calculaba que el abandono escolar entre los hogares en situación de pobreza era un 25 por ciento mayor que en los de nivel socioeconómico alto. Es decir, el fracaso y abandono escolar iba y va por barrios.

Aunque la desigualdad era alta, tras años de crisis y austeridad, las políticas que realizaba el gobierno estaban disminuyendo los porcentajes de manera efectiva. Dentro de un contexto político fragmentado, donde desde la oposición se incrementaba sin piedad la crispación por un puñado de votos.

Y en esas, estábamos cuando llegó la pandemia.

Después de tantos meses, hay que repetir, por enésima vez, que con la que está cayendo a nivel mundial y nacional con la pandemia del COVID-19, lo que menos necesita España es más crispación, división y enfrentamientos en las instituciones, con el fin, por parte de algunos, de conseguir unos futuros apoyos electorales ante unas elecciones que tardarán bastante tiempo en llegar.

Nuestros representantes institucionales, y especialmente los líderes de los partidos de la oposición, tienen que entender que frente al destrozo que están provocando estas quimeras futuras que envenenan el presente, es hora de ser valientes. De tener valor para tomar las decisiones más convenientes y arriesgadas a pesar de las incertidumbres y los peligros que puedan existir.

Un valor que debe tener por objetivo acabar cuanto antes con la pandemia, salvar el mayor número de vidas y lograr preservar e incrementar el bienestar de los españoles.

Necesitamos concordia, para de común acuerdo y consentimiento salir adelante en estos momentos, donde los miedos e incertidumbres de millones de ciudadanos se incrementan con el virus, la perdida y la falta de trabajo, la precariedad, la falta de cobertura de necesidades vitales básicas y la carencia de posibilidades con las que se están encontrando.

De esta colaboración y entendimiento de toda la sociedad, pero especialmente de nuestros representantes políticos, depende nuestro presente y nuestro futuro. Hay que poner todo el talento y la voluntad al servicio de los ciudadanos para superar esta situación, y abandonar una crispación y división que nos hace más débiles.

Esta crisis ha destapado las carencias de décadas de recortes de los servicios públicos, ha puesto a prueba las capacidades de nuestras instituciones y sus debilidades. Pero también, ha señalado el camino que habrá que seguir los próximos años, que no es otro, que el del fortalecimiento de los derechos de los ciudadanos y su bienestar en una sociedad tan cambiante como la actual.

Antes, ahora y en el futuro muchos son y van a ser los retos a los que nos enfrentamos. Y la mejor manera de afrontarlos es con unidad, con concordia y con responsabilidad.

El COVID-19 ha puesto a prueba al mundo, ha demostrado que el neoliberalismo como modelo social y económico no funciona y hay que cambiarlo. La responsabilidad de los gobiernos, pero sobre todo de los ciudadanos es señalar el camino de la libertad, de la igualad y de la fraternidad, por el que debe transitarse ahora y en el futuro.

Dennos esperanza

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1 COMENTARIO

  1. Tal vez el problema no sea el neoliberalismo sino el desbocado crecimiento del estado que se ha convertido en un depredador insaciable que exige pagar hasta por respirar.

    Hoy si alguien quiere trabajar de lo que sea debes pagar 400 euros de autónomos aunque ingresen 200 y si no pagas el estado te multa por trabajar. Actuando como la peor de las mafias exigen cobrar el primeros.

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