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El sur de Marsé sigue existiendo

Lumen rescata, 60 años después, ‘Viaje al sur’, a medio camino entre la narrativa de viajes y la denuncia política de la Andalucía olvidada de 1962

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análisis

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Hay escritores que se ganan a pulso la dignidad post mortem y otros colegas que la adquieren en vida pero la muerte se encarga de arrebatársela tras sucesivos juicios sumarísimos de los entendidos en la materia. Otros, como Juan Marsé, la mantienen en vida y la acrecientan con su salida de este mundo conforme nos adentramos en su legado con afán de cirujano, sin prisas y al detalle. “Es difícil escribir una crónica del sur sin cierta amargura y sin caer en la tentación de insultar a alguien. Las causas de la postración y del abandono son demasiado evidentes”, escribe sin ocultar su enfado el escritor barcelonés, fallecido el pasado 18 de julio, en el prólogo de 1963 para el libro Viaje al sur (Lumen), que ahora ve la luz después de casi 60 años escrito y olvidado en un cajón creyéndose durante mucho tiempo que se había perdido para siempre. Lo dicho, la dignidad siempre como norte, incluso en este difícil viaje al sur en tiempos no menos complicados. Mucho de aquel sur profundo de algunas zonas de la Andalucía de los sesenta sigue existiendo, no ya físicamente tal cual la vio el escritor barcelonés sino más bien en ese bucle incesante de lo pasado eternamente presente, ya sea por dejadez institucional, pasividad ciudadana o un bien absorbido complejo de inferioridad que gangrena cualquier intento de superación de sí misma. 

El retrato social y moral que realiza Marsé de aquella Andalucía atrasada y olvidada por todos tiene el marchamo indeleble de la dignidad, esa dignidad que nunca perdió un autor que la sigue acrecentando después de muerto

El sur de Marsé es el último regalo para sus fieles lectores. Bueno, más bien el penúltimo, porque la editorial Lumen también prepara la próxima publicación del libro en el que el Premio Cervantes 2008 trabajaba en el momento de su fallecimiento, Notas para unas memorias que nunca escribiré. Cuando los responsables de la mítica editorial Ruedo Ibérico, levantada con la ilusión que solo pueden tener los republicanos exiliados en Francia, encargan al ‘padre’ del Pijoaparte este libro que ahora ve la luz casi 60 años después pocos podían imaginar que su publicación sería poco menos que milagrosa.

Problemas financieros y la inevitable presión de la censura franquista abocaron a un cajón olvidado el texto de Marsé y las fotografías de Albert Ripoll Guspi, que junto a su amigo Antonio Pérez formaron el trío expedicionario que recorrió entre 1962 y 1963 las provincias de Sevilla, Cádiz y Málaga. Tanta fue la desconfianza en poder publicar el libro algún día que durante muchos años se creyó perdido. Pero no fue así. Dormía plácidamente en los archivos de la editorial en Ámsterdam hasta que Lumen lo ha rescatado.

Como recuerda Andreu Jaume, responsable de la edición e introducción de Viaje al sur, “hay que recordar que 1962 fue un año particularmente convulso y determinante en la política española”. El Gobierno franquista había decidido tres años atrás poner fin a la autarquía nacionalista que había imperado en el país desde el fin de la guerra civil y abrirse a los mercados, que provocó la eclosión del turismo y la emigración masiva al norte de Europa. A esto se sumaron huelgas en diferentes puntos del país y la cita del denominado por la prensa del régimen “contubernio de Múnich” de opositores de la dictadura. En este contexto, Ruedo Ibérico decide publicar un libro sobre la realidad que estaba viviendo el país y denunciar las manipulaciones habituales del régimen. Participaron autores como Blas de Otero, José Ángel Valente o Jaime Gil de Biedma. Se trataba de España hoy. “Sigue siendo un libro de obligada consulta para entender el franquismo”, apunta Jaume. Marsé fue invitado a participar e incluso envió un texto sobre su experiencia en el taller de joyería, que no llegó a ver la luz.

Andalucía, un amor perdido

Poco después, antes de abandonar París, Marsé acordó con Ruedo Ibérico la escritura de Viaje al sur, que hasta ahora no se publica al fin. A medio camino entre la narrativa de viajes, la denuncia política y el fotorreportaje, el retrato social y moral que realiza Marsé de aquella Andalucía atrasada y olvidada por todos tiene el marchamo indeleble de la dignidad, esa dignidad que nunca perdió un autor que la sigue acrecentando después de muerto. Hay muy pocos de esos. Marsé es uno de ellos. Por eso escribe cosas como esta ¡en 1963!: “Andalucía, para el extranjero que la visita, acaso pueda ser una grata sorpresa y un nuevo amor. Para España es, entre otras cosas, como un amor perdido, la nostalgia periódicamente renovada de una feliz y fecunda convivencia que pudo haber sido y que nunca fue”.

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