El pasado 26 de octubre de 2019, estuve en la manifestación que ANC y Òmnium habían convocado junto a otras entidades y asociaciones, algunas de ellas, incluso, no independentistas.
La Guardia Urbana cifra la asistencia en 350.000 personas, a pesar de que otras fuentes la cuantifican en 700.000 personas. Hay prensa que ya ha hablado de bajada de afluencia. Bajada de afluencia tras dos semanas de constantes manifestaciones y concentraciones, y teniendo en cuenta que hace justo una semana se congregaban en Barcelona más de medio millón de personas, reivindicando la libertad de los presos políticos, la unidad y la democracia para poder ejercer el derecho a la autodeterminación. La visión que más objetiva es precisamente la contraria. Es realmente sorprendente, significativo y gráfico, el hecho de que miles de personas sigan saliendo a la calle, a pesar del cansancio, aun sabiendo que el Gobierno Español está cerrado en banda, a pesar de estar sufriendo el hecho de que cuerpos policiales estén ejerciendo extrema dureza… Y ahí siguen, las sonrisas, las pancartas que hablan a través de las bromas y chistes, los niños subidos al cuello de sus padres, la prensa abarrotando cada rincón del acto, como si de trabajadoras hormigas se tratasen.
He vivido una manifestación transversal, donde las distintas generaciones se entremezclan en las calles, para gritar a una que quieren LIBERTAD, UNIDAD Y EJERCER SU DERECHO A DECIDIR.
¿Y si jugamos al mítico juego de “Buscando a Wally”? ¿Alguien en alguna de estas imágenes, y de todas las que se han publicado a lo largo de la tarde, podría mostrar un solo gesto violento o, simplemente, desagradable?
Yo sólo veo personas, miles de personas que sueñan con un futuro mejor, miles de personas que no se van a rendir fácilmente, sólo hay que ver sus rostros sonrientes, su determinación intacta.
La sociedad catalana está en la calle. ¿Y ahora qué, señor Sánchez?.
