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El ‘New Deal’ de Pablo Iglesias es la única manera de superar la pandemia y la recesión que se avecina

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análisis

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Mientras la extrema derecha propone un golpe de Estado en medio de la pandemia, Pablo Iglesias trata de buscar soluciones para repartir la riqueza del país en medio del derrumbe catastrófico de la economía. En el mes de marzo el paro ha registrado la mayor subida de su historia (más de 300.000 personas han perdido su empleo), la mitad de los españoles no llega a final de mes y las UCIS de los hospitales están colapsadas, de tal manera que los médicos tienen que tomar decisiones durísimas, entre ellas dejar morir a los mayores de 80 años para que los más jóvenes puedan seguir viviendo. Quiere decirse que estamos en medio de una guerra con todas las letras, aunque muchos aún no se hayan dado cuenta o no quieran asumirlo y todavía confíen en que este verano estarán tomándose una caña en un chiringuito playero como cada año.

El futuro, lo que este país tiene por delante cuando todo esto acabe, no tendrá nada que ver con la crisis de 2008, que quedará como una simple anécdota en los libros de historia ante el terremoto de escala 9 que se avecina. Nos tendremos que adaptar a tiempos no difíciles, sino solo comparables a una posguerra, y ese escenario tendrá que ser gestionado por el Gobierno con los recursos limitados de un país como España. Lo primero será tratar de administrar la miseria, garantizar en la medida de lo posible los servicios básicos, la Sanidad, la Educación, los transportes públicos, la supervivencia del Estado de Bienestar en definitiva. El vicepresidente segundo de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, ya ha dado algunas pistas sobre la filosofía económica que él y Pedro Sánchez pretenden implantar y que se parecerá en buena medida al New Deal, el programa intervencionista que el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt lanzó tras el crack del 29. El “nuevo trato” (esa es la traducción literal del plan Roosevelt) se desarrolló entre 1933 y 1938 y tuvo un objetivo prioritario: ayudar a la mayor cantidad posible de personas, mayormente de las clases sociales más pobres; reformar los mercados financieros para adaptarlos no a la economía especulativa sino productiva (con créditos a las familias y a los agricultores); y redinamizar la industria tratando de fomentar el empleo con grandes proyectos de obra pública.

El New Deal de Pablo Iglesias se asienta en una piedra angular: el artículo 128 de la Constitución Española, que establece que “toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. Ello, según Iglesias, permitiría al Gobierno “pedir sacrificios a algunos particulares” para garantizar que se cumple ese interés general, en este caso, en la lucha contra el coronavirus.

¿Pero en qué consisten esos sacrificios que pide el vicepresidente del Ejecutivo de coalición? Sin duda, intervenir en aquellos sectores estratégicos de la economía española que son fundamentales para que el Estado de Bienestar no se venga abajo. Entre otras medidas, el Gobierno podría ordenar a una farmacéutica que fabrique un determinado medicamento o a una fábrica de automóviles que construya respiradores de oxígeno para salvar la mayor cantidad posible de vidas humanas. “Cuando la Constitución se saca, es para aplicarla, y el 128 sirve para definir el patriotismo, es poner lo general por delante de lo particular”, ha explicado el vicepresidente social, que además ha recordado que el segundo punto de ese artículo de la Carta Magna “reconoce la iniciativa pública en la actividad económica y la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general”.

Por supuesto, en el paquete de medidas intervencionistas debe ir incluido un duro programa de impuestos para las rentas más altas, el refuerzo de actuaciones contra el fraude fiscal, grandes inversiones en el sector público como la Sanidad, el recorte de presupuestos en otras áreas como Defensa, el aseguramiento de empresas alimentarias, agrícolas, energéticas y químicas y ambiciosos planes de subsidio y ayuda a desempleados, en los que se podría incluir la asignación de una renta básica para la población de entre 900 y 1.000 euros. Quien piense que con un subsidio de poco más de 400 euros por familia el problema estará solucionado es un desalmado, un loco, un ingenuo o todo ello a la vez, además de un ciego que no ve venir el estallido social que podría derivarse de una mala gestión de esta crisis.

No hay más salida a la recesión que va a provocar esta pandemia que un Estado plenamente intervencionista como nunca antes vimos en la historia de España y cuya implantación resulta imprescindible si queremos ganar la guerra contra el coronavirus. El decreto de suspensión de toda actividad no esencial va en esa línea de priorizar la salud de las personas al beneficio de la iniciativa privada. No cabe duda de que el modelo económico a seguir deberá parecerse a aquellos que fueron implantados en los países devastados por la Segunda Guerra Mundial. Alemania, que fue totalmente arrasada por las bombas aliadas, supo reconstruirse y hoy es el mejor ejemplo de cómo un país puede emerger de una crisis mundial de tal calibre y liderar de nuevo Europa.

Como era de esperar, el plan que Iglesias tiene en la cabeza ya ha chocado con la intransigencia de partidos ultraliberales como PP y Vox, que aún no han caído en la cuenta de que el mundo anterior a enero de 2020 ya no existe, se ha derrumbado estrepitosamente como el Imperio austrohúngaro tras la Primera Guerra Mundial, de modo que se impone otra forma de organización de los estados. Priorizar la iniciativa privada y el beneficio particular en medio de una pandemia como esta no solo sería inmoral sino un suicidio colectivo como país. La única forma de salir de esta es con un Estado fuerte, solidario y justo que no abandone ni a uno solo de sus compatriotas. No se trata de imponer regímenes comunistas bolivarianos, como alertan a todas horas y un tanto infantilmente Pablo Casado y Santiago Abascal, sino de ser realistas y de apostar por políticas que garanticen la propia supervivencia del Estado. De otra manera, con el “sálvese quien pueda” que parecen preconizar los xenófobos holandeses, Trump, Bolsonaro, Boris Johnson y demás ralea nacionalista corremos serio peligro de caer en el caos, la anarquía y en escenarios apocalípticos de ciencia ficción que ahora ya no nos parecen ni tan fantásticos ni tan lejanos.

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2 COMENTARIOS

  1. Viendo el panorama político real de este país y el pensamiento neo liberal de la población poco reacia a los cambios y sí al egoísmo a pesar de que se grita a los cuatro vientos el carácter solidario de los españoles, va a ser muy difícil , muy difícil, una tarea titánica y desgastante para los que bregan por estos cambios, y comparándonos con Alemania ellos son muy disciplinados, aquí, nada más ver hoy a Rajoy haciendo deporte y a Aznar huyendo con su familia y escolta a su segunda residencia, y eso en lo alto, en las bajas esferas igual, pienso que hay mucho egoísmo social.

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