El derribo de un avión de Malaysia Airlines en 2014 también salpica a Putin

El caso del avión de Malaysia Airlines derribado el 17 de julio de 2014 cobra una nueva dimensión tras el estallido de la guerra en Ucrania. Aquel día el aparato partió del aeropuerto de Ámsterdam-Schiphol rumbo al aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur (Malasia) con 283 pasajeros y 15 miembros de la tripulación. Jamás llegó a su destino y siempre se sospechó que pudo ser un efecto colateral de la terrible guerra del Donbás entre ucranianos y separatistas prorrusos.

Hoy se da por hecho que el aparato fue derribado por un misil tierra-aire. El avión se estrelló en la villa de Grábovo, en terreno ucraniano de Shajtarsk. El mismo día de la tragedia, el presidente estadounidense Barack Obama (aliado del Gobierno ucraniano), aseguró que había una “clara evidencia” de la responsabilidad de los rebeldes prorrusos, mientras funcionarios de inteligencia norteamericanos dieron por hecho que el avión fue derribado por un misil.

Por su parte, los prorrusos del Donbás culparon al Gobierno ucraniano y le acusaron de haber intentado atacar el avión presidencial en el que viajaba Vladímir Putin. ​El presidente ruso regresaba de una cumbre internacional y ambos aviones se cruzaron en el mismo punto en Varsovia. La aviación rusa declaró en su momento que “el contorno de ambas aeronaves se parece, las dimensiones lineales también son muy similares y en cuanto a la pintura del avión, a una distancia lo suficientemente grande, también es casi idéntica”.

Hoy, cuando Ucrania se desangra por la invasión de los ejércitos de Putin, la investigación sobre la autoría del atentado sigue apuntando al Kremlin y a sus milicias del Donbás. Aquel fue el mayor accidente aéreo de la aerolínea comercial y entre los pasajeros fallecidos se encontraba un grupo de investigadores expertos en sida que iban a asistir a una conferencia internacional en Australia.​

El Ministerio de Defensa de Rusia afirmó que las acusaciones ucranianas eran “absurdas” y aseguró que cerca del lugar del siniestro, al noroeste de Donetsk, había 27 sistemas de misiles Buk M1 ucranianos que podrían alcanzar al avión al estar dentro del rango de alcance. Según The Wall Street Journal, las agencias estadounidenses están divididas sobre si el avión fue derribado por las fuerzas armadas de Rusia o de los separatistas prorrusos, que carecían de la experiencia necesaria. Pero a fecha de hoy todavía insisten en que “todos los caminos llevan hacia los rusos hasta cierto punto”. En el marco de las pesquisas, el Pentágono llegó a acusar a Rusia de “entrenar a los rebeldes en el uso de misiles”. La Administración estadounidense incluso propuso sanciones económicas contra Rusia.

El coronel retirado del Servicio Federal de Seguridad de Rusia Ígor Strelkov, ministro de Defensa de la autoproclamada República Popular de Donetsk, manifestó en 2014 que “el gatillo de la guerra lo apreté yo. Si nuestra unidad no hubiera cruzado la frontera, todo hubiera acabado como en Járkov u Odesa”,​ donde los intentos de golpe no prosperaron. Girkin es uno de los cuatro acusados del derribo del vuelo 17 de Malaysia Airlines en la causa abierta por la Fiscalía de los Países Bajos basada en la instrucción del Equipo de Investigación Conjunta.

Por su parte, Putin responsabilizó al Gobierno ucraniano: “Sin lugar a dudas, el Gobierno en cuyo espacio aéreo esto sucedió es responsable por esta terrible tragedia”. Agregó, además, que “esta tragedia no habría pasado si hubiera habido paz en esa tierra o si Kiev no hubiera reanudado las hostilidades en el sur y este ucraniano”. Finalmente agregó que “nadie tiene derecho” a llegar a conclusiones “sin información objetiva sobre el incidente”. El 19 de julio el viceministro de Defensa ruso, Anatoli Antónov, lamentó la “guerra mediática que se ha iniciado en contra de la Federación de Rusia y sus Fuerzas Armadas” e hizo diez preguntas a Ucrania en las que cuestionó el motivo del despliegue de los lanzadores de misiles Buk ucranianos en la zona de conflicto.

El asunto tuvo una conexión con España. Los medios de comunicación rusos y del mundo recogieron declaraciones de un “supuesto” controlador aéreo español del Aeropuerto Internacional de Borispol, quien comunicó a través de su cuenta en Twitter que hubo cazas volando cerca del avión derribado minutos antes de desaparecer de los radares. También aseguró que recibió amenazas desde la torre de control del Aeropuerto de Kiev. Finalmente se descubrió que el supuesto controlador era un ex-convicto español que había sido detenido años antes por las autoridades de Rumanía acusado de fraude. El propio implicado admitió que había recibido de fuentes rusas 48.000 dólares a cambio de hacerse pasar por controlador aéreo y acusar a Ucrania del derribo del avión.

En la causa abierta por la Fiscalía de los Países Bajos basada en la instrucción del Equipo de Investigación Conjunta figuran cuatro imputados de las milicias prorrusas del Donbás. “Se considera que estos sospechosos han desempeñado un papel importante en la muerte de 298 civiles inocentes (…) Aunque puede que ellos mismos no presionaran el botón, sospechamos que cooperaron estrechamente para el lanzamisiles estuviera donde estaba, con el objetivo de derribar un avión”, aseguró desde la ciudad de Nieuwegein el fiscal jefe, Fred Westerbeke, informa France 24. El ministro de Asuntos Extranjeros ruso, Serguéi Lavrov, lamentó estas afirmaciones y afirmó que su país no volverá a ofrecer su cooperación en la investigación del MH17. En su opinión, los cargos de asesinato son infundados. “Una vez más, se están realizando acusaciones absolutamente infundadas contra Rusia, destinadas a desacreditar a la Federación ante la comunidad internacional”, ha afirmado el Ministerio de Exteriores.