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El ciclismo no ha dejado de ser machista por incorporar hombres a los podios

La integración de podios mixtos en el Tour de Francia 2020 ha sacado a debate si el final del machismo estaba cerca en el ciclismo, pero lo cierto es que la desigualdad entre hombres y mujeres sigue siendo palmaria en este deporte

Carmen Marchena
Carmen Marchena
Periodista
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análisis

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La incorporación de hombres al podio del Tour de Francia 2020 ha llevado a afirmaciones del tipo “el final del machismo en el ciclismo” o “el ciclismo no volverá a ser un deporte machista”. Pero la realidad dista mucho de esta aserción, ya que el machismo sigue instaurado en el mundo del ciclismo, de la misma forma que persiste en el resto de la sociedad. La Vuelta ciclista a España fue pionera en implementar estos podios mixtos y puso fin al beso de la azafata en la entrega de premios. Cambios simbólicos que palian aparentemente el machismo en el protocolo organizativo de las carreras, pero que no repercuten en la lucha por la igualdad de oportunidades, la equiparación de salarios o en mejoras en las competiciones.

El machismo también se palpa en los despachos. Por eso la voluntad política y las federaciones son cruciales en la lucha por la igualdad en el ciclismo. Dori Ruano, ex ciclista olímpica y excampeona del mundo, se considera “muy reivindicativa” con el papel de las federaciones a la hora de “implementar políticas de igualdad”. Ruano cree que “hasta que no haya un 40% de mujeres en un órgano de gobierno, no se van a cambiar las normativas ni las políticas de igualdad”. En su opinión, “casi todas las federaciones nacionales se están poniendo las pilas poco a poco, aunque se están quedando obsoletas en comparación con otros deportes”. Dentro de la federación también existen proyectos ilusionantes como Women in bike, que promueve quedadas para animar a las mujeres a practicar ciclismo amateur. La ciclista y triatleta, Izaro Antxía, es una de las líderes del proyecto y reconoce que “la federación hace un gran esfuerzo en este sentido”, aunque sostiene que “habría que cambiar ciertos reglamentos de cara a las competiciones”. Sobre la incorporación de podios mixtos en el Tour de Francia se muestra contundente: “Mientras no exista un Tour de Francia femenino, no me sirve de nada”. Y añade: “Queda el mismo rastro de machismo en el ciclismo que en el resto de la sociedad”.

Por su parte, la presidenta de la Asociación Mujer y Deporte Profesional, Mar Mas, considera que “la realidad viene cargada de muchas buenas intenciones y pocas resoluciones”. El final del machismo es una aspiración no cumplida. “Vemos avances, muchos clubes han visto hueco de mercado y desarrollan equipos femeninos”. Sin embargo, las mujeres ni compiten con las mismas oportunidades ni con el mismo retorno económico. “El deporte tiene que tener un compromiso más fuerte desde las instituciones y hacer un reparto al 50 del dinero que se invierte”, acierta Mas. “Se están haciendo cosas, pero todavía no tenemos una Vuelta a España femenina que tenga los mismos premios, la cobertura y los patrocinios que la masculina”, asegura.

Competición entre categorías

Izaro solo ha podido competir este año en el Campeonato de España máster de ciclismo, celebrado a principios de septiembre en las Islas Baleares. La ciclista expone a Diario16 uno de los mayores hándicaps dentro de la competición de ciclismo femenino: la participación conjunta entre diferentes categorías. “En el campeonato de España hemos salido con las juniors, que tienen otro ritmo y otra manera de estar en el pelotón, lo cual nos ha condicionado mucho”, explica. “Ellas están seleccionadas y tienen todo el tiempo del mundo para entrenar, en cambio, las másters no tenemos tanto tiempo para prepararnos y eso nos deja en desigualdad de condiciones”, aclara. Una situación que desgasta a nivel físico y emocional. “Salgo de trabajar a las cinco y media de la tarde, por lo que he tenido que hacer auténticos malabares para entrenar 15 horas semanales de cara a la competición”, explica. “Salimos desfavorecidas porque no tenemos tiempo, no porque no seamos capaces”, reprende la ciclista. A Dori Ruano tampoco le parece “lógico ni coherente que las chicas juveniles de 18 años tengan que competir en la misma carrera que las chicas máster, que son de 30, 40 y 50 años”. Lo considera un “agravio comparativo” porque “con los hombres nunca pasa”, y sostiene que podría cambiarse “con voluntad política y dándole prioridad a las mujeres”.

La falta de participación hace que resulte muy difícil luchar por unas condiciones dignas en la competición y la profesionalización de las ciclistas. “Es complicado cortar una carretera para las pocas que somos”, lamenta Izaro. No obstante, asegura que están mejor que hace unos años. “Antes teníamos que salir con los hombres máster de 50-60 y ahora los reglamentos solo contemplan que las máster estemos con las juniors”, explica. El año pasado fue la primera vez que participaron en el campeonato de España junto a esta categoría en Asturias y este su segundo año. La ciclista revela que “los reglamentos determinan que si tenemos entre 30-35 o 35-40 años y en una de esas franjas hay menos de tres ciclistas, no tenemos derecho a podio aunque ganemos”. En este sentido, denuncia la injusticia que esto supone y argumenta que “con estas normas es muy difícil que se animen más mujeres a competir”.

Sergio Camarena lleva casi cinco años embarcado en un proyecto que dignifica el ciclismo de mujeres. Es el organizador de la Setmana Ciclista Valenciana – Vuelta Comunitat Valenciana Féminas, un evento que ha supuesto, en palabras de Camarena, “un gran cambio en el ciclismo femenino español por su alto nivel organizativo”. Este año se celebró su cuarta edición con la participación de 25 equipos con 175 ciclistas nacionales e internacionales. El organizador entiende el ciclismo femenino “como un terreno difícil” porque no hay casi ciclistas para rellenar las carreras, aunque afirma que, en la actualidad, “está evolucionando y muchas escuelas cuentan cada vez con más chicas”. Apunta a los negocios e intereses como el principal problema en el ciclismo de alto nivel. “Gran parte de los organizadores del masculino quieren controlar las carreras de mujeres porque estamos teniendo mucho apoyo a nivel institucional y empresarial”, afirma. Queda todo por hacer y cree, al igual que sus compañeras, que “se necesitan más mujeres implicadas y con voz en los estamentos federativos”.

Profesionalización en aras de la igualdad

La situación salarial de las mujeres ciclistas es muy comparable a la de las futbolistas. “Desde hace muchos años vengo reivindicando que la federación marque una normativa que defina que, para ser un equipo profesional femenino, el patrocinador debe correr con el cargo de la Seguridad Social de las chicas”, explica Ruano. Para Izaro Antxía competir también significa jugarse un posible patrocinador que le ayude a participar en los campeonatos fuera de su tierra. Este año ha podido asistir al Campeonato de España gracias a una agencia de Bilbao que le ha pagado todos los gastos, que incluían el transporte de bicicleta y la estancia durante la competición. De lo contrario, “no me hubiese podido permitir asistir al campeonato de España”, comenta Izaro. Ambas deportistas coinciden en que la llegada del equipo femenino Movistar a España va a mejorar el paradigma de las mujeres en el ciclismo, aunque son conscientes de que los sueldos nos serán equiparables a los de sus compañeros.

En cuanto a las claves para acabar con la desigualdad en el ciclismo, Mas defiende que se debe empezar por una ley que “de verdad se cumpla” y en el reparto del dinero y los medios públicos. “El deporte tiene todo el potencial del mundo para ser una herramienta clave en la conquista de la igualdad. Y para que esto sea posible, hay que entender que el reparto ha de ser al 50-50 en todo: juezas, entrenadoras, directoras técnicas, periodistas, deportistas…”. La presidenta de la asociación Mujer y Deporte Profesional destaca las pruebas exclusivamente para mujeres, que ya existen en territorios como Valencia y País Vasco. No obstante, “debemos seguir trabajando hasta cerrar la profunda y ancha brecha de la igualdad en el deporte”, concluye.

Izaro apela a la responsabilidad y a la voluntad de las mujeres ciclistas. “Hay que dar un paso adelante para que el año que viene seamos 40 en vez de 25”. Insta a las federación a que “analice la situación del lado de las mujeres y de los hombres con el fin de alcanzar una igualdad de condiciones real”. Para la ciclista “lo importante es el camino”. Y aunque lamenta que “todavía no existe un Tour de Francia femenino, sigue sin haber una Vuelta a España femenina y que el Giro Rosa no está organizado por los mismos que el Giro de Italia…”, tampoco pretende -así sus compañeras- tener “de un día para otro” esas competiciones “con tantos días y kilometraje”. Pero apostilla con orgullo: “Seríamos capaces”.

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