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Disponer de un aprendizaje para desarrolar capacidades para la contemplación y el análisis es fundamental

Contemplar/observar/analizar en modo racional no está al alcance de cualquiera, se necesita aprender desde la infancia y esto no se hace

Félix Lareki Garmendia
Félix Lareki Garmendia
Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Bilbao. Su carrera profesional fundamentalmente la ha desarrollado en Xerox España S.A.U.. Exprofesor de la Escuela Superior Universitaria de Marketing en la Cámara de Comercio de Bilbao, del Master de Marketing y de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del País Vasco UPV - EHU. Durante 8 años ha estado en política en el País Vasco. Vicepresidente de la Asociación Internacional Aulamar para personas discapacitadas para el disfrute de la navegación a vela. Tiene publicados varios libros con ESIC Editorial. Su lema es “pasión por el arte y las personas”, lector empedernido, escritor y analista social.
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La visión ante obras de arte y ante la vida en general es muy diversa. A lo largo del tiempo he podido visitar muchos museos. Situándome como observador, he visto y analizado el comportamiento de las personas ante las obras de arte. Es evidente que quien toma la decisión de visitar un museo lo hace movido por un deseo de “ver” de visualizar cosas, en cierta manera en un afán de aprender, de ilustrarse o simplemente de pasar un día relajado. He llegado a la conclusión que las capacidades de observación, de “contemplación en forma racional gestionando lo visual” no son las mismas para todas las personas. Lo he conversado con ellas. Algunas se detienen por un tiempo amplio para analizar la obra, y descubrir cosas. Otras meramente discurren delante de ellas en un paseo sin pausa. Observan pero no ven. Contemplan pero no analizan ni interiorizan. Visualizan sin percibir que hay detrás de la obra, del autor o del momento en que el cuadro fue pintado. Deshumanizan de alguna manera lo que ven.

He preguntado a personas que invertían tiempo en la visión. Lo he hecho –y no me arrepiento- con cierto descaro, les he preguntado qué es lo que hacen durante ese tiempo. En general la respuesta es visionar la obra en el más amplio detalle, muchas me han manifestado no ser expertas en pintura, lo que no les impide analizar la obra, otras –con cierto conocimiento del arte- se han preguntado qué es lo que el autor quería representar, que es lo que finalmente ha conseguido, sensaciones que les produce el equilibrio de colores, trabajo de los medios tonos, contrastes, resolución de las perspectivas, percepciones cromáticas, perfección en el dibujo, etc…

En ocasiones, aún sin conocer la vida del autor han sido capaces de adivinar o cuando menos acercarse a su personalidad y su modo de comportarse, sus gustos sociales, etc.

En muchos otros casos me han manifestado sinceramente su incapacidad para descubrir estos matices. El resultado final ha sido, me gusta o no me gusta. Me parece un cuadro bonito o bien no me convence. Creo que está bien o mal pintado.

Afirman simplemente que no entienden de obras de arte y menos de pintura y que “ven lo que ven” simplemente desfilan delante de un cuadro en una visión rápida. Además hay que ver muchas cosas en el museo. Reconocen que pasadas las dos o tres horas de visita están muy cansadas, se sienten fatigadas de tanta “visión”, por lo que hacen un recorrido sin paradas.

La “contemplación-visión” tiene que ver con determinadas capacidades para ver lo esencial de la vida, para cada persona lo esencial tiene muchos matices y preferencias. La humildad, la prudencia, el compartir, tener humanidad, ejercitar este sentido para permitir una contemplación del mundo que nos rodea, realizando el esfuerzo necesario para “sentirlo”.

El pastor de un rebaño de ovejas tiene la posibilidad de “contemplar” cada día en el mismo sitio de siempre escenas distintas, amaneceres nuevos, soles y nubes distintas, cielos y montes diferentes, el rebaño de todos los días en constante cambio y todo ello explorando, mirando, escudriñando y también disfrutando. Conoce a cada oveja perfectamente. Esto no tiene nada que ver con su cultura que es muy básica, no ha tenido alcance a las matemáticas, ni a la historia, ni a la economía. Pero tiene grandes capacidades para la observación, para el análisis reflexivo, para la contemplación espiritual que no tiene nada con ver con un Dios o con la religión. Las capacidades de observación y análisis derivadas de una buena o mala “contemplación” no son las mismas para unos que para otros. Hay personas han desarrollado sus capacidades de visualización, transformándolas en algo sensorial. Además esto les produce un gran disfrute y se recrean con ello.

Uno se hace una pregunta sencilla, me la he hecho en determinados momentos, quizás influido de alguna manera por la ascendente deshumanización por la vida que vivimos y nuestros comportamientos sociales. ¿Por qué sucede todo esto?

Mi respuesta, generalmente tiende a estar relacionada con la educación de las personas, las capacidades humanas para el desarrollo de lo que vemos, personas, objetos, animales, sensaciones, dolor, alegría, comunicación están muy condicionadas al “aprendizaje” desde nuestra niñez. Mi abuelo fue una persona importante para mí, el me enseñaba mientras recogíamos moras en el campo y caminábamos por las sendas abruptas, me ayudó a comprender y entender la contemplación, a “ver”.

Contemplar o visualizar, va mucho más allá que “VER”, que “mirar”. Es entender la vida, darnos cuenta del mundo que nos rodea analizando a personas, entender sus puntos de vista y reconocer y explorar porque son tan diferentes a nosotros en su modo de pensar. La “contemplación-visión” de alguna manera es intercambiar nuestro rol ante el artista, ante la persona que vemos, ante su obra de arte (pintura, escultura, diseño, ingeniería, arquitectura etc.), Contemplar significa para los que saben hacerlo, “descubrir”, “adivinar”, ”soñar”, “reflexionar” “hacerse preguntas y emocionarse con ello.

Un ejemplo sencillo para poder “tocar” esto que intento explicar, está en la montaña, dos personas la ascienden por un camino de dificultades, al llegar a la cima el comportamiento de una u otra es diferente. Una de ellas echa mano a su pequeña mochila, extrae una naranja, la pela con las manos y la come en porciones, refrescándose por la dura subida. Al fondo ve un valle verde rodeado de brumas. La satisfacción que le produce el sabroso jugo de la naranja le impide de alguna manera una visualización racional. Todas sus capacidades sensoriales se centran en el disfrute gástrico. Una vez concluido el pequeño refrigerio abandona su posición en la cima e inicia el descenso suavemente a la espera de su compañera. Ha invertido escasos siete minutos.

Ella también ha hecho cima, se ha emocionado, la visual que se abre ante sus ojos es bellísima. Observa infinidad de colores verdes, brumas que le producen sosiego y una cierta inquietud. Es placentero y tranquilo. Un pueblito al fondo del valle le recuerda las navidades y ve un paisaje espectacular, sabe que allá a lo lejos, en esas casitas pequeñas vive y palpita el corazón de muchas personas rodeadas de animales. Siente una pequeña brisa que viaja desde el valle y refresca la cumbre. Ella no cree en ningún Dios, pero nota la presencia de algo superior que la eleva. Se ve rodeada por otras cimas, el cielo se torna en un azul intensísimo. Piensa que la ascensión ha supuesto un esfuerzo pero ha merecido la pena. Ha tomado asiento cerca de una cruz que remata la cúspide de la montaña y silenciosamente deja de volar su mente. Las sensaciones son maravillosas. Flota en semejante dimensión, siente que el cansancio va desapareciendo. Apenas se da cuenta que lleva 20 minutos en la cima y de que su compañero probablemente le esté esperando. Le molesta que la tengan que esperar. Inicia el descenso olvidándose que en su mochila hay una naranja, se hace la firme promesa de volver.

Se ha llenado de felicidad espiritual. Ha desarrollado capacidades de observación y análisis que han merecido la pena. Lo lamenta por su compañero y por su tardanza y al mismo tiempo se da cuenta que él, a los pocos momentos de pisar la cima ha iniciado el regreso, esto le extraña.

El resultado final es que ambas personas han hecho y visto dos montes distintos. Sus percepciones son radicalmente distintas. Una ha disfrutado con sus emociones, la otra solo lo ha hecho con su naranja. Sus capacidades sensoriales se han manifestado de muy diferente manera. Las nuevas tecnologías que invaden nuestras vidas y comportamientos de observación en nada ayudan a “entender” que vivimos un mundo que es cada día más plural e interpretable. Nos relacionamos a través de Facebook con más de 2.000 personas a las que consideramos “amigas” y la pregunta clave puede ser, en que ha mejorado nuestra relación con ellas, ¿con un “Me Gusta” / “No Me Gusta”?

Somos esclavos de nuestros móviles, cruzamos los pasos de cebra pendientes de ellos y para nada de los coches que circulan, no vemos tampoco a las personas que se nos cruzan. Escribimos cientos de correos electrónicos transformando nuestra relación en algo muy metódico y establecido, al igual que lo hacemos con los negocios, a pesar de estar altamente comunicados, desarrollamos por lo general “bajas capacidades sensoriales”.

Seguimos comiendo naranjas y bajándonos rápidamente de nuestras cimas. Los tiempos para la percepción y contemplación “consciente” han disminuido de forma alarmante o siempre han estado ausentes. Necesitamos estar cada día más lejos y con más gente. Pero, ¿para qué?

Hay un gran pintor y escultor español, Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real 1.936) genial pintor manchego, muchas de sus obras son de carácter hiperrealista, premio Princesa de Asturias de las artes (1.985), miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ha retratado a la monarquía española con suma precisión. Muy meticuloso en todos sus planteamientos artísticos. Pero lo importante como él afirma son las capacidades que disponen las personas para contemplar, para la “contemplación”. Una contemplación que genere trasmisión sensorial, una corriente de ida y vuelta. De esto hace una de sus vanguardias importantes y un discurso permanente.

Él dice que “una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades-capacidades”. Es un firme defensor, del método en sus realizaciones, como lo hizo en el film “El sol del membrillo” obra del cineasta Víctor Erice en 1.990, premio especial del jurado en el Festival de cine de Cannes en 1.992. Va contemplando cada membrillo y sus transformaciones mientras van evolucionando. Firme defensor de la “contemplación consciente” como modo de entendimiento de las obras de arte y de la vida misma.

He trabajado informalmente estos aspectos con profesores/as de niños/as de edades escolares entre 3 y 8 años. La discusión se centraba fundamentalmente en cómo desarrollan estos niños sus capacidades de observación, de “contemplación” y como son inducidos a desarrollarlas.

Finalmente he llegado a conclusiones bastante frustrantes al comprobar el enorme déficit que poseen en estos temas. Hay que enseñar a los enseñantes en estas disciplinas que no son técnicas, como lo son, las matemáticas, la geografía, la lectura, el conocimiento de idiomas etc.

Cuando a un niño se le enseña a contemplar, visualizar y “entender” una obra estamos desarrollando en su interior capacidades desconocidas que le servirán cuando llegue a la pubertad, a la juventud y a su edad madura a entender muchas cosas, a comunicarse mejor con los demás, a relacionarse en amplios espacios, a desarrollar criterios propios, a analizar situaciones variadas y a entender que vivimos en una sociedad discrepante, a ponerse en el lugar del “otro” para entender mejor a nuestro prójimo. Normalmente estas actividades no son académicas. Que nadie lo entienda como una crítica a los enseñantes que aportan lo mejor de sí mismos, con un gran desfase en lo “sensorial”. Es un importante déficit a corregir.

Podríamos hablar de una virtud extraordinaria, la de contemplar la vida con una predisposición al aprendizaje permanente, la de hacer preguntas para entender, para apreciar valores, para ser mejores personas. No me cabe ninguna duda que tendríamos estudiantes más exitosos y se mejoraría el informe PISA europeo

También la clase política, si tuviera en cuenta estos conceptos, desarrollarían más y mejor sabiduría y mejores capacidades para dialogar, para entender mejor otras opciones de vida, planteamientos distintos, para evitar el desencuentro, para conseguir soluciones reales para dirigir un país. Pero nadie nunca en su edad de formación les hizo entender estos planteamientos, que tienen mucho que ver con aspectos de criterios formativos en contemplación y análisis, educación, dignidad, honradez, comprensión y ciudadanía, más que el aprendizaje de –por ejemplo- religiones superiores a otras, en las que un Dios contemplativo y omnipotente es el creador de todo, nunca se equivoca, es virtuoso pero incapaz de dotar a este mundo de mayor belleza, de eliminar el hambre, de hacer desaparecer la incultura, de hacer salir a las personas de su suma pobreza y eliminar las desigualdades y las afrentas.

Si Dios desarrollara la virtud de “contemplación” se daría cuenta de lo injusto que es el mundo creado por él y se retiraría a reflexionar y llorar amargamente por sus pecados de soberbia y falta de humanidad, al saber que está favoreciendo a los ricos sin conciencia, los mangantes, los sátrapas y sigue castigando y menospreciando a los más humildes y poseedores de la nada.

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1 COMENTARIO

  1. LA MEDITACION ZEN NOS TRAE AL AQUI AHORA POR QUE EN QUIETUD Y SILENCIO
    aparecen ansias angustias estereotipos etc pero al respirar ns damos cuenta que no estan sucediendo,
    Asi ademas alcanzamos objetividad y prespectiva de la realidad,
    por estar mas centrados y calmados, pero es mas que una relajacion y desconectar
    ademas energetiza

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