Todos, alguna vez, podemos soltar una boutade; pero hay quién las suelta a todas horas, y quién cae en ella cuando se desmelena en una comparecencia pública. En ambos casos, bien sea porque forman parte del discurso habitual o porque por una vez se rompe con las convenciones formales que exige el cargo que se ostenta: la burrada, que nunca es impostada, muestra con fidelidad lo que se piensa; por eso, y más allá de la hilaridad que pueda producir, no hay que restar valor significativo al trasfondo de lo que se dice.
La más tronante, por sorprendente en un acto público, la del Presidente de Iberdrola, Sánchez Galán, al calificar de tontos a las personas que forman parte de los diez millones de hogares que tienen la tarifa regulada de luz. Declaración infame que olvida que ese es un requisito para acceder a diferentes ayudas gubernamentales para quienes viven a duras penas con recursos escasos. Afirmación que refleja el absoluto desprecio prepotente de las clases poderosas de ése país — de las que es un representante significado —, hacia las personas que les hacen ganar los mayores beneficios que son solo, para él, para ellos, apuntes contables para hacer caja y ganar más de 3.885 millones en 2021. Record de la compañía. Sánchez Galán debería saber que solo los tontos se reconocen entre sí.
Actitud de desprecio por el conocimiento, el saber y el bienestar del ciudadano medio, que es seña de identidad de la presidenta Ayuso. Su afirmación de que España tiene, como realidad política y social, 2.000 años de historia, no solo confirma su desconocimiento; sino que tiene el efecto perverso de dar normalidad a la ignorancia propia de un ideario rancio, falso y tridentino. Pero IDA, no solo demuestra su estulticia cada vez que abre la boca; sino que con sus hechos al frente del Gobierno de Madrid, confirma su menosprecio a las clases menestrales obsesionada por favorecer el negocio privado a costa del bien público. Según los últimos datos oficiales del INE, la Comunidad de Madrid, es la que menos gasta en sanidad pública lo que la sitúa a la cola del resto de autonomías del Estado.
Dos ejemplos palmarios de que la élite empresarial, o una parte muy representativa de ella; y la derecha que Gobierna, maman y viven de la misma teta: de los ciudadanos inermes a los que les chupan la sangre, bien sea por la vía de sangrarlos con tarifas caras por los bienes de primera necesidad; o convirtiendo en un negocio para los amiguetes lo que nunca debería serlo, por ser un bien público para toda una sociedad y, de manera especial, para esos pobres, que no existen, porque no los ven, como dijo hace unas semanas —boutade superlativa— un significado consejero del gobierno Ayuso.
