Desconsideración hacia la ciudadanía y militantes del PSOE

La situación lo requería y el 28 de abril, las personas de izquierda y progresistas fuimos a votar masivamente, para cerrarle el paso a la ultraderecha representada por Vox. Teníamos la experiencia de Andalucía, donde se había producido una amplia abstención del 41,35% y esta organización política, que se había desgajado del PP donde convivía, superó todas las expectativas y consiguió un resultado electoral preocupante, de 395.978 votos y 12 escaños dándole la posibilidad, como se viene demostrando, de marcarle la dirección y el ritmo al Gobierno Andaluz.

En vísperas de las elecciones la preocupación se nos iba acrecentando, viendo como las encuestas les auguraba un promedio de 60 diputados. Reflexionamos acerca de la dañina abstención producida en Andalucía y la respuesta de participación el 28 de abril fue muy considerable del 75,75 %, la quinta de entre las 15 elecciones generales hasta ahora y el resultado electoral obtenido muy ilusionante y aleccionador, no en vano, le habíamos quitado la opción a las derechas conservadoras y ultraconservadora de poder formar gobierno.

El panorama político que se originó fue bastante significativo, con un PSOE claro ganador de las elecciones, obteniendo 7.480.755 votos y 123 escaños, dándole la responsabilidad de intentar formar gobierno y tenía las opciones de hacerlo por la derecha pactando con Ciudadanos, o con el muy corrupto Partido Popular, que en una sociedad más democrática y avanzada, por haber concurrido y ganar elecciones dopado estaría ilegalizado.

Aunque inexplicablemente Pedro Sánchez, se ha pasado todo el tiempo pidiéndoles (casi implorando) al Partido Popular y Ciudadanos que se abstuvieran para él poder lograr la investidura, pero al mismo tiempo tomó a Unidas Podemos como su “socio preferente” y en caso de haberse puesto de acuerdo con éstos, el PNV con 6 diputados y ERC con 15, garantizaban sus votos para la configuración del gobierno, junto con el diputado del Partido Regionalista de Cantabría.

Con esas predisposiciones, parecía que todo estaba claro para la formación de un gobierno de izquierda y progresista y que se llevaría a efecto lo expuesto por Pedro Sánchez en la celebre entrevista que le hizo Jordi Evole el 30 de octubre de 2017, en la que expresó “haberse equivocado con Podemos tachándoles de populistas y que el PSOE tenia que trabajar codo a codo con ellos”. Nos produjo entusiasmo porque igualmente y con mucha dignidad, denunció la presión que le estaban ejerciendo los poderes fácticos, económicos y mediáticos. ¡Sería el colmo que ahora se esté doblegando a esos mezquinos y nefastos poderes!.

Pero desde un principio se pudo detectar las dificultades para llevarse a efecto ese pacto de gobierno. Las secuencias complicándolo todo han sido permanentemente retransmitidas por los medios de comunicación y más bien parecía un montaje o show. La falta de sintonía de ambos equipos negociadores era evidente y eso mismo, más la desconfianza de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias, hacia prácticamente imposible llegar a ningún acuerdo.

Unidas Podemos llegó a las “negociaciones” sin una postura clara y unitaria de todas las confluencias que la componen y sus contradicciones e indecisiones, las aprovechó el PSOE para desmarcarles en sus aspiraciones de entrar en un gobierno de coalición, y empleaba como uno de sus principales argumentos la falta de confianza, algo que no se sostiene, teniendo en cuenta la cantidad de gobiernos autonómicos, cabildos y ayuntamientos, gobernados conjuntamente y de forma satisfactoria por ambas formaciones políticas.

Lo cierto es que la posibilidad de gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos se desvaneció, causando mucha decepción y malestar entre sus votantes, que no dan crédito a lo sucedido y menos por los motivos supuestamente causantes de la ruptura. Debido a todas las facilidades que Unidas Podemos le ha dado a Pedro Sánchez para lograr su investidura, le va a ser muy difícil evadir su responsabilidad en el fracaso de “las negociaciones” y la celebración de las nuevas elecciones. El electorado en general, aparte de su lógica frustración, tiene un gran desencanto y malestar que puede producir imprevisibles consecuencias.

Por lo acontecido y el desenlace final, la desconsideración hacia la ciudadanía ha sido manifiesta. Igual que a la militancia en general del PSOE y en particular, a quienes nos negamos a ser militantes dóciles y sumisos (respeto a quienes lo sean, aunque esa actitud considero hace daño al Partido y a la democracia).

Nos identificamos y lo compartimos, pero en caso de Pedro Sánchez no considerar significativo y extrapolable al conjunto de la militancia del Partido, el sentir expresado espontáneamente por los afiliados y afiliadas en el exterior de la sede de Ferraz la noche del 28 de abril: “con Rivera no”, del que dijo tomar nota, a través de las respectivas agrupaciones locales nos podía haber consultado orientativamente, para así, conocer nuestra opinión sobre la investidura, reactivando la tan necesaria militancia en el PSOE y su denostado rearme ideológico.

Aunque inexplicablemente lo está poniendo difícil, pero esperemos recupere después del 10 de noviembre la oportunidad perdida de configurar un gobierno, con la participación de Unidas Podemos y el apoyo de los grupos políticos que respaldaron la moción de censura a Rajoy. Por lo pronto como demócratas, nos debe preocupar la abstención que se pronostica y mucho más, si se produce un vuelco electoral a favor de la derecha conservadora y ultraconservadora.