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Del ministro Escrivá, líbranos, Señor

Braulio Llamero
Braulio Llamero
Escritor. Su última novela, recién publicada, “Lo que nunca se contó de Artemio”. Su último libro para niños, “¿Puedo borrarme de vampiro?”. También es periodista y ha trabajado en medios locales y regionales de radio, prensa y televisión. Fue columnista diario durante décadas en La Opinión de Zamora (donde también fue director) y Tribuna de Salamanca, entre otros. Más información en www.brauliollamero.com
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análisis

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La gente cree que para llegar a ministro, tienes que hacerte de un partido, pegar carteles, chupar mucho banquillo, dar palmadas en la espalda hasta que te duela la mano y, si hay suerte, a lo mejor un día ganan los tuyos y te toca la bonolotto con cartera. Y así es a veces. Pero no es el único camino. Hay formas más placenteras de llegar a un gobierno.

Por ejemplo, pasando olímpicamente de la política y dedicando tus esfuerzos a lo único importante, que, como todo el mundo sabe, es ganar dinero. Para ello, si no eres rico de cuna, nada mejor que hacerte economista. Tendrás acceso a las grandes cajas de caudales, a poco que espabiles. Y si espabilas mucho te labras un prestigio; o sea, se te pasa a considerar experto. La ciencia económica tiene de bueno que de ciencia tiene poco y no la entiende casi nadie. Con lo cual, si te apropias de la jerga y finges entenderla, se te abren infinitas puertas. Ya sabes: deficit, inflacion, crecimiento negativo, elasticidad de precios, creación o destrucción de empleos, curvas estadísticas, indicadores macro o microeconómicos… Todo eso que forma el bla-bla-bla de nuestros gobernantes y que nadie sabe qué coño querrá decir.

No hay gobierno que no incluya como ministros a tipos –o tipas- que jamás han pisado un partido, que se han dedicado a prosperar profesionalmente y que suelen trabajar para los ricos. Del último PP, es inolvidable el ministro De Guindos, economista procedente de la banca especulativa, que nos dejó herencias como el rescate bancario que no nos iba costar un céntimo y nos está dejando en cueros. Y en el Gobierno actual tenemos al ministro Escrivá, que para más cachondeo ha recibido la cartera de Inclusión.

Les invito a echar un vistazo a su trayectoria antes de llegar al Gobierno. Obviamente es independiente. Jamás ha militado en nada. Pedro Sánchez lo llamó para que echara un ojo a sus cuentas, por si se le desmandaban. Un tecnócrata, pues. Y van y lo ponen después, justo a él, en Inclusión, o sea, para echar una mano a los más jodidos. De ahí lo del Ingreso Mínimo Vital, que es apenas nada aprobado para casi nadie. De ahí propuestas como ofrecer una limosna para que retrasen sus jubilación los más pringados.

Ojo. No digo que ese señor no sea un gran economista. Digo solo que podría ser ministro también con las derechas y eso se percibe en todas sus iniciativas. Siempre en la misma dirección. La única que conocen ministros de su especie. El Señor nos libre de economistas apolíticos metidos en política: siempre arrean en la misma dirección.

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