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D de Derechos, D de Dialogo, D de Decidir

Fulvio Capitanio
Fulvio Capitanio
Economista de formación, Informático de vocación. Nacido, crecido y formado en la "Ciudad eterna", nunca imaginé transcurrir la segunda mitad de mi vida lejos de ella. En Barcelona desde 1993, sigo cultivando mi curiosidad por los idiomas, las culturas y las costumbres de los pueblos y gentes que encuentro. Activista y voluntario en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas.
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análisis

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¡Buenas días, España! Bon dia Catalunya!

Permitir que primero me disculpe por la intromisión

Yo, como muchos de vosotros, aprecio la comodidad de la rutina diaria, la seguridad de lo familiar, la tranquilidad de la monotonía.

A mí, me gusta tanto como a vosotros y prefiero no tener sorpresas.

Pero con el espíritu conciliador he pensado que podríamos tomarnos 5 minutos de nuestra ajetreada vida para sentarnos y charlar un poco.

Hay, claro está, personas que no quieren que hablemos, que dialoguemos y que nos entendamos y que, en este momento, estarán dando órdenes para que el ruido aumente en la calle y preparándose para utilizar la fuerza allá donde no consiguen convencer.

¿Por qué?

Porque, mientras puedan utilizarán e imponer la fuerza, ¿Para qué quieren el diálogo?

Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo tome significado y, si se escuchan, enuncian la verdad.

Y la verdad es, que, en este país, algo va muy mal, ¿no?

Crueldad e injusticia, intolerancia y opresión.

Antes teníais libertad para objetar, para pensar y salir a la calle para decir lo que pensabais. Ahora, tenéis censores y sistemas de vigilancia que os coartan, medios de comunicación y tertulianos que os arengan cada día para que os conforméis y os convirtáis en sumisos.

¿Cómo ha podido ocurrir?

¿Quién es el culpable?

Bueno, ciertamente, unos son más responsables que otros. Y tarde o temprano tendrán que rendir cuentas. Pero, la verdad sea dicha, si estáis buscando el verdadero ultimo culpable, sólo tenéis que miraros al espejo.

¿Qué os ha pasado?

Sé por qué lo hicisteis, sé que teníais miedo ¿Y quién no?

Crisis económica, pobreza, desempleo, desahucios, corrupción política, terrorismo.

Había una plaga de problemas que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido común.

Pero sobretodo el temor de pensar que “se rompe España” finalmente pudo con vosotros y, presos del pánico, acudisteis pidiendo ayuda a los líderes políticos.

Os prometieron orden, os prometieron paz, os prometieron venganza.

Y todo cuanto os pidieron a cambio fue vuestra ruidosa adhesión o por lo menos una silenciosa y obediente sumisión.

El pasado 1 de octubre de 2017 centenares de miles de personas demostraron que se puede luchar pacíficamente para caminar hacia una sociedad más democrática.

Que allá donde creíamos haber superado viejas costumbres autoritarias de la historia de este país, descubrimos que el solo intento de una parte significativa de la población de reivindicar el derecho a decidir su futuro o por lo menos la posibilidad de expresarlo en libertad, volvió a aflorar la verdadera naturaleza del sistema de poder.

Por este atrevimiento de pedir dialogo y poder decidir, recibieron la única respuesta que este régimen puede ofrecer: la violencia, la intimidación, la persecución.

Su esperanza era hacer recordar a Europa y al mundo que justicia, igualdad y libertad son algo más que palabras; son metas alcanzables. Así que, si no abrís los ojos, si seguís ajenos a los crímenes de vuestros gobiernos, entonces os sugiero que permitáis que el día de la sentencia del juicio especial a los políticos y activistas pase sin pena ni gloria.

Pero si veis lo que muchos ya están viendo, si sentís lo que lo que muchos ya están sintiendo y si perseguís lo que muchos ya están persiguiendo, entonces, cuando se anuncie la sentencia catalanes, que todo hace pensar será cruelmente severa y a todas luces injusta, acudamos juntos a la convocatoria pacifica que realizarán las asociaciones y las entidades civiles.

Y juntos, recordaremos al mundo, una vez más, pacífica y festivamente, que justicia, igualdad y libertad son algo más que metas alcanzables: son derechos inalienables de todo ser humano y nadie debería poder arrebatárselos en pro de su interés personal o corporativo.

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